Cerca de cuatrocientas mil personas llenaron el hipódromo de Zagreb para el acto principal de la visita de Benedicto XVI a Croacia, la misa del Primer Encuentro Nacional de las Familias Croatas.

Durante la homilía, el Papa lanzó tres mensajes principales.

, una denuncia de la situación de la familia: "Hemos de constatar desafortunadamente cómo, especialmente en Europa, se difunde una secularización que lleva a la marginación de Dios de la vida y a una creciente disgregación de la familia. Se absolutiza una libertad sin compromiso por la verdad, y se cultiva como ideal el bienestar individual a través del consumo de bienes materiales y experiencias efímeras, descuidando la calidad de las relaciones con las personas y los valores humanos más profundos; se reduce el amor a una emoción sentimental y a la satisfacción de impulsos instintivos, sin esforzarse por construir vínculos duraderos de pertenencia recíproca y sin apertura a la vida".

, una invitación a perder el miedo al compromiso para el matrimonio y, después de él, para la formación de la familia: "Queridas familias, ¡sed valientes! No cedáis a esa mentalidad secularizada que propone la convivencia como preparatoria, o incluso sustitutiva del matrimonio. Enseñad con vuestro testimonio de vida que es posible amar, como Cristo, sin reservas; que no hay que tener miedo a comprometerse con otra persona. Queridas familias, alegraos por la paternidad y la maternidad. La apertura a la vida es signo de apertura al futuro, de confianza en el porvenir, del mismo modo que el respeto de la moral natural libera a la persona en vez de desolarla".

Y , una exhortación a la forma de conseguirlo y ancla de salvación para la familia en medio de las dificultades presentes: "Queridos padres, esforzaos siempre en enseñar a rezar a vuestros hijos, y rezad con ellos; acercarlos a los Sacramentos, especialmente a la Eucaristía, en este año en que celebráis el sexto centenario del milagro eucarístico de Ludbreg; introducirlos en la vida de la Iglesia; no tengáis miedo de leer la Sagrada Escritura en la intimidad doméstica, iluminando la vida familiar con la luz de la fe y alabando a Dios como Padre. Sed como un pequeño cenáculo, como aquel de María y los discípulos, en el que se vive la unidad, la comunión, la oración".

Tras la misa, el Papa rezó el Regina Coeli, y dirigió unas palabras a quienes, en El Burgo de Osma, celebraban la beatificación de , "luminosa figura de obispo del siglo diecisiete en México y España": "Fue un hombre de vasta cultura y profunda espiritualidad, gran reformador, Pastor incansable y defensor de los indios. El Señor conceda numerosos y santos pastores a su Iglesia como el beato Juan", deseó el Papa al proponerles este modelo.