Recientemente, ReL entrevistó a Ángel, un joven homosexual que coordina un grupo de Courage en México, y a Rossana y al padre Víctor, que hacen lo propio en Estados Unidos y en Roma.

Este ministerio se halla presente en todo el mundo adaptado a las circunstancias locales, pero con unos principios comunes, como explica Louis-Marie Guitton, párroco en la diócesis de Fréjus-Toulon, de la que es obispo Dominique Rey. Ha fundado en Francia la Asociación Courage, que se ocupa del acompañamiento espiritual de las personas homosexuales.

En torno a su labor pastoral fue entrevistado por Christophe Geffroy, director de La Nef, bajo un título esperanzador: "La alegría al final del camino".

-El apostolado nació en Estados Unidos: ¿cómo y con qué fin nació esta Asociación?

-Courage nació en 1980 cuando el arzobispo de Nueva York se dio cuenta de que no existía un acompañamiento específico para personas homosexuales en el seno de la Iglesia. Muchos, al sentirse abandonados, preferían frecuentar los ambientes gays y adoptar su estilo de vida, incompatible con la vocación de los hijos de Dios.

»Decidió formar un grupo de apoyo espiritual para ayudar a las personas con atracción homosexual a vivir una vida casta en la fraternidad y la verdad, por medio de la comunión fraterna, la oración y los sacramentos. La primera reunión del apostolado tuvo lugar en 1980, guiada por el padre John Harvey. Con la aprobación de la Santa Sede, Courage cuenta hoy en día con cientos de grupos en todo el mundo.

-¿Cómo se ha creado la rama francesa de Courage y cuál es su posición respecto a la Iglesia?

-En Francia, el apostolado se inició en 2014 impulsado por Mili Hawran. Fuimos a conocer Courage a los Estados Unidos, donde forma parte de la realidad eclesial. Reúnen grupos de personas con atracción homosexual con un sacerdote que asegura la animación de las reuniones y propone un acompañamiento espiritual. En Estados Unidos, Courage es una Asociación pública eclesial, según las normas del Derecho canónico: en sentido estricto, son sólo "miembros" los sacerdotes.

»En Francia, Courage es una asociación clásica, que nunca ejerce su actividad sin la aprobación y el acuerdo explícito del obispo del lugar. Evidentemente, nosotros aquí no tenemos la misma influencia que en Estados Unidos, donde una docena de obispos participan cada año en la sesión de verano.

-¿Cuál es el mensaje concreto de la Iglesia respecto a las personas homosexuales? Este mensaje, ¿es susceptible de evolucionar?

-El término "homosexualidad" no forma parte del vocabulario bíblico. Pero si bien el concepto de tendencia, fruto de la elaboración psicológica del siglo pasado, le es ajeno, la realidad está presente. La Biblia habla de actos y comportamientos homosexuales, que son condenados. El Catecismo de la Iglesia católica habla de "actos intrínsecamente desordenados", en el sentido que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo contradicen el proyecto de Dios para sus criaturas, que incluye la diferencia sexuada.

»Lo que debe evolucionar es la atención a las personas. La cuestión no es tanto recordar lo que dice la Iglesia sobre la homosexualidad, sino saber lo que ella tiene que decir a los homosexuales. El seguimiento de personas que sienten una atracción hacia el mismo sexo constituye un verdadero desafío pastoral, en la medida en que dicha cuestión raramente se toma en cuenta de por sí. A falta de una reflexión seria y un acompañamiento auténtico, la opinión más extendida es que la Iglesia no ama a las personas homosexuales y que las rechaza.

»"La cosa que más necesita la Iglesia hoy en día, es la capacidad de sanar las heridas y de acoger el corazón de los fieles", dice el Papa. La repetición de los principios doctrinales no puede llegar a los corazones si no se hace ningún esfuerzo para acercarse a las personas y manifestarles una atención afectuosa: no lecciones morales, sino gestos de la misericordia y la ternura de Dios.

-La Iglesia siempre ha distinguido entre el pecado y el pecador, profesando amor al pecador y rechazando el pecado: ¿cómo se puede explicar esta verdad hoy en día en el caso de la homosexualidad?

-La homosexualidad, en tanto que atracción o inclinación no elegida, no es un pecado. Esta realidad psicológica es, a menudo, vivida de manera dolorosa por la persona (independientemente de la mirada de los demás). El rechazo de la familia no hace más que añadir sufrimiento al sufrimiento. Todo lo que toca la identidad de la persona, su construcción afectiva y sexual, es sumamente sensible.

»Son acciones cuyo carácter pecaminoso es cuestionado. Una atracción homosexual que no pasa a la acción no es susceptible de un juicio moral negativo. En cambio, iniciar una relación homosexual se opone a la ley de Dios, que ha creado la pareja "hombre-mujer". La relación íntima entre los dos se basa en la diferencia y la complementariedad, abierta al don de la vida. Dos personas homosexuales pueden vivir una bella amistad y una gran comunión, que nunca serán conyugales.

-Courage llama a la castidad: ¿cómo es recibido este llamamiento por las personas a las que ustedes ayudan?

-La castidad no debe ser utilizada como un espantajo. A veces tenemos la impresión de que para algunos esta atañe sólo a dos categorías de personas: los homosexuales y los divorciados que se han vuelto a casar. Es un punto de vista moralista e hipócrita. A la inversa, otros desearían que la castidad estuviera reservada sólo para un grupo restringido de personas, para los que se sienten llamados a ella. Courage sólo dice que todos estamos llamados a la castidad, independientemente de nuestras atracciones y de nuestro estado de vida. Confundimos castidad con abstinencia.

»El discurso de la Iglesia se ha limitado durante mucho tiempo a poner en guardia contra el pecado de la homosexualidad. Es insuficiente: si queremos anunciar la Buena Nueva, no sólo debemos denunciar. El amor incondicional de Cristo es el primer mensaje. Pero, ¿estamos realmente convencidos de que el Evangelio es una buena nueva que ilumina nuestra manera de amar, nuestra sexualidad y nuestra afectividad? ¿Estamos preparados para redescubrir la belleza de la amistad, como relación no erótica? El Evangelio propone un camino exigente, es cierto, pero que ofrece, en definitiva, plenitud, alegría y liberación.

-Muchos, hoy en día, tienden a "esencializar" la homosexualidad: ¿qué piensa usted?

-El término "homosexualidad" designa demasiado a menudo una categoría de personas. Si podemos hablar de personas que sienten una inclinación o tendencia homosexual, no podemos definir a una persona por su homosexualidad… ni por su heterosexualidad.

»Según el Catecismo de la Iglesia católica, "la homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado" (CIC n. 2357). Debemos hablar, por tanto, más bien de homosexualidades. Esta atracción está más o menos arraigada, es más o menos perdurable. Una persona puede haber tenido "experiencias homosexuales" y no volver a ellas. No elegimos lo que sentimos, pero en cambio podemos elegir una manera de vivir. La persona humana ¡es mucho más que la suma de sus emociones!

-En estos tiempos se ha hablado mucho de la presencia de un "lobby gay"en la Iglesia: ¿qué piensa usted sobre esto?

-El Papa Francisco ha sido parco sobre este tema, limitándose a responder a algunas preguntas en las ruedas de prensa. La cuestión sobre un "lobby gay" en la Iglesia la ocasionó su frase, que ha llegado a ser famosa: "Un homosexual de buena voluntad que busca a Dios…¿quién soy yo para juzgarlo?". Pero la respuesta decía también que los lobbies no son buenos, el lobby gay en especial. Respecto a si está presente en el Vaticano, él no lo ha afirmado.

»Después, ha recordado que la homosexualidad parece "estar de moda en la sociedad" y que esta moda puede influir en la vida de la Iglesia. Esto atañe a la delicada cuestión de la homosexualidad en el clero. Este es aún un tema tabú. Tal vez un día tengamos que preguntarnos en qué medida frena el desarrollo de propuestas pastorales en este ámbito. ¿Quién se atreverá a afrontar esta dificultad?

»La cuestión no sería tanto investigar la sensibilidad homosexual de ciertos sacerdotes como preguntarse si el hecho de identificarse por esta atracción no lleva a algunos a apoyar la causa de los lobbies, olvidándose, de paso, del mensaje evangélico sobre el amor. La reforma del clero es, sin duda, de actualidad…