Un reciente artículo de Jonathon van Maren en Life Site News, recogido en ReL, alertaba sobre el número creciente de agresiones sexuales a menores por parte de otros menores como consecuencia de la difusión de la pornografía. Van Maren, historiador, es un activista provida y director de comunicación del Centro Canadiense para la Reforma Bioética.

Jonathon Van Maren, durante una concentración provida en Ottawa (Canadá).

Un testimonio estremecedor

De resultas de ese artículo le llegó un testimonio extremadamente desasosegante, en el que una madre contaba cómo su hijo de 14 años, un niño de buenas notas e impecables actitudes, había abusado de tres de sus sobrinas pequeñas, que sus hermanas mayores confiaban a su cuidado si en alguna ocasión tenían que salir. Al chico le habían regalado sus padres por su cumpleaños, en premio a su extraordinario comportamiento, un teléfono móvil, que recibió con tanta ilusión que se le saltaron las lágrimas.

Pronto se dieron cuenta de que lo usaba demasiado, y aunque por la noche no le dejaban tenerlo en su habitación, cuando se descubrieron los terribles sucesos pudieron comprobar que se había enganchado a la pornografía y ponía en práctica con sus infantiles víctimas lo que aprendía en las páginas que frecuentaba.

El adolescente se libró por muy poco de ir a la cárcel y figurar durante años en un registro de agresores sexuales, a cambio de diez meses de reformatorio y de someterse a una terapia. La familia ha quedado completamente rota. Las madres de las víctimas ya no quieren ver a su hermano, y solo van a casa de sus padres cuando él no está.

"Mis hijas se casaron con hombres fantásticos y tenían niños guapísimos", evoca la abuela de las niñas agredidas por su propio hijo: "Antes de que todo esto sucediese nuestra vida era maravillosa. Ya no podremos volver a lo que era. Es como una muerte. Realmente lo es. Echo de menos cómo era nuestra vida antes de que le comprásemos un iPhone a nuestro hijo".

"Las respuestas a mi columna de la semana pasada, en la que detallaba la horrible historia de un niño que, influenciado por la pornografía que veía en su iPhone, abusó de sus sobrinas, indican de nuevo que muchos padres no reconocen el peligro que puede causar a sus hijos un smartphone", lamenta Van Maren en un nuevo artículo en LifeSiteNews.

"Una y otra vez", añade, "los comentaristas han hecho afirmaciones realmente estúpidas y mal pensadas como: '¡Debes de ser un ludita!'".

El ludismo fue un movimiento de artesanos ingleses a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX que destrozaban las nuevas máquinas telares que ponían en riesgo sus puestos de trabajo.

"Obviamente", explica, "no hace falta que uno sea contrario a la tecnología para reconocer los peligros de algunos aparatos. Todos estamos de acuerdo que los niños no deben conducir un coche, porque no es seguro. No somos anti-coche por el hecho de pensar que los niños no deben conducirlos".

"Además", concluye Jonathon, "mucha gente parece no darse cuenta de una realidad: la pornografía ha popularizado la violencia sexual, y la gran mayoría de los jóvenes acceden a ella a través de sus móviles. Estas son realidades desafortunadas y podría contarles a ustedes cientos de historias de niños que acceden a la pornografía a través de sus  móviles a una edad increíblemente joven, lo que causa un tremendo impacto en sus vidas durante mucho tiempo".

Por eso ofrece, entre otras muchas que "podría darle", diez razones para no comprar un smartphone a un hijo.

Diez razones para no comprarle a tu hijo un smartphone

1. Muchos padres abrigan la creencia equivocada de que en el momento en que den a sus hijos un smartphone, podrán controlar su comportamiento. En realidad, es casi imposible hacer que un aparato sea totalmente seguro (aunque se pueden adoptar medidas muy importantes a este respecto), y el 71% de los adolescentes esconden a sus padres su actividad en el móvil. He conocido a muchos padres que me han dicho lo aliviados que estaban de que sus hijos no hubieran acabado enganchados a la pornografía o metidos en "esas cosas"... cuando en realidad sabían muy bien que sus hijos sí que estaban metidos en esas cosas.

2. Como ha explicado muy bien Nancy Jo Sales, periodista de Vanity Fair, en su devastador libro American Girls: Social Media and the Secret Lives of Teenagers, el sexting y el envío de selfies de desnudos es ahora una práctica extendida en todos los colegios, tanto de las grandes ciudades como en el Bible Belt [Cinturón de la Biblia] rural.

He entrevistado a un gran número de chicas de instituto (de colegios cristianos) sobre esta cuestión en los últimos años, y todas han dicho lo mismo: la presión para enviar fotos es implacable. Darle a un hijo un smartphone es facilitar la oportunidad de que sufra esta presión. Muchos ceden. El resultado son vidas destruidas. Las fotos son para siempre.

3. Un niño empieza a ver pornografía a los 11 años de edad, esta es la edad media (el pornoadicto más joven que he conocido era un homeschooler). Al proporcionar a los niños este aparato, por mucho control que se quiera ejercer o los cortafuegos que se pongan (es imposible bloquear totalmente el acceso), estamos dándoles una puerta de acceso a la mayor depravación sexual humana que existe online.

En Pornografía. Comprender y afrontar el problema, el doctor Peter Kleponis, psicólogo clínico especialista en pornoadicción, refleja los preocupantes datos de edad para la primera exposición a la pornografía y la adicción a ella, y la forma de afrontar esa dependencia a edad infantil o adulta.

La mayoría de los jóvenes ven pornografía, chicos y chicas. La mayoría de ellos han visto cosas (violencia sexual brutal entre otras cosas) que generaciones anteriores no podrían ni haber imaginado. Darles esta oportunidad y esta tentación a una edad en la que aún no les hemos dado el derecho a votar, beber, fumar o conducir es irracional y, desde luego, mucho más peligroso.

4. La mayoría de los niños están expuestos a la violencia sexual a través de la pornografía que ven en los smartphones. Como he mencionado en mis columnas anteriores, los expertos están observando un aumento en el número de casos de niños que intentan hacer lo que ven en la pornografía, con decenas de miles de casos en el Reino Unido de abusos sexuales de niños a manos de otros niños que están siendo investigados. Los profesionales sanitarios de los Estados Unidos han dado la voz de alarma.

5. Nuestra sociedad aún no ha conseguido resolver cómo controlar estas tecnologías. De hecho, los expertos de Silicon Valley que crearon estos aparatos y estas pantallas advierten que son una "oscura influencia" sobre los niños; ellos no les dan smartphones a sus propios hijos, o les limitan de manera muy estricta la cantidad de tiempo que pueden utilizarlo. Si quienes desarrollan los smartphones dicen que son peligrosos para la gente joven, tal vez deberíamos escucharles con más atención.

6. Las compañías que producen pornografía intentan de manera muy activa que los niños miren porno.

Jonathon Van Maren explica en una entrevista televisiva cómo actúan las productoras de pornografía para captar público infantil.

Algunos etiquetan la pornografía dura con frases como Dora la exploradora, por ejemplo, para que los niños encuentren su material cuando navegan por internet. Los niños no buscan la pornografía. Pero, ciertamente, la pornografía sí busca a los niños.

7. Las compañías productoras de pornografía han redigitalizado sus contenidos para hacerlos más accesible a través del smartphone. Saben que la gran mayoría de los jóvenes ya no ve pornografía en los portátiles o en la televisión. La mayoría la ve en sus smartphones, en sus habitaciones. Si los padres restringen el acceso al Wi-fi, hoy en día es fácil encontrar Wi-fi gratis en casi todas partes. Por lo tanto, aunque nosotros estemos convencidos de que nuestros niños/adolescentes podrán resistir a la implacable tentación sexual de acceder a la pornografía, las compañías que la producen están totalmente seguras de que pueden ganar esta lucha.

8. Los smartphones proporcionan a los niños, por primera vez en la historia, un ambiente en el que no existe ningún tipo de vigilancia de ningún adulto. La razón por la cual el ciberacoso es tan efectivo y tan peligroso es el hecho de que las redes sociales han creado un mundo alternativo, habitado por jóvenes y sus compañeros e inaccesible a los padres y tutores. En la generación anterior, el acoso acababa en el momento en que llegabas del colegio a casa. Hoy, puedes ser acosado en casa, en tu habitación. De hecho, la avalancha de suicidios, resultado del ciberacoso, ratifica esta historia.

9. Los niños no necesitan smartphones. Creen que sí, porque quieren tener acceso a las redes sociales e internet. ¿Quién no desearía tener acceso a algo que responde a cualquiera de tus preguntas? Pero considerando el tremendo poder que tiene esta herramienta, es muy inocente pensar que los niños y los jóvenes adolescentes son suficientemente maduros para manejarla cuando el impacto del smartphone en los adultos (y los índices de adicción tecnológica, que se han disparado) indican que tampoco nosotros hemos sido capaces de resolver cómo utilizar esta tecnología de manera responsable. Si necesitan un teléfono para llamar y mandar mensajes, es mejor comprarles un aparato sin acceso a internet.

10. A menudo los smartphones eliminan el interés del niño por otras actividades más sanas, como leer, jugar al aire libre y pasar tiempo con su familia. Estoy seguro de que no es una sorpresa para nadie que le haya regalado un smartphone a un niño, darse cuenta de que se convierte con gran rapidez en una parte importante de la vida del niño. Esto, está claro, era predecible: por algo piden con tanta insistencia tener uno.

Traducción de Elena Faccia Serrano.