Oxfam (en España, Oxfam Intermón), Save the Children, Médicos sin Fronteras... se suceden una tras otra las noticias sobre instituciones mundialistas investigadas por abusos cometidos por su personal en destinos de ayuda humanitaria. Decenas de pederastas, miles de víctimas. La denuncia de un ex alto cargo de la ONU sobre la extensión del fenómeno se agrava con la detención de un ex asesor de Unicef impulsor de los "derechos de los niños". Así lo cuenta Benedetta Frigerio en La Nuova Bussola Quotidiana:
 
Peter Newell, de 77 años, es un activista de los derechos de la infancia y ex asesor de Unicef, co-autor del Manual de Aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño, preparado en 1989 y utilizado por todos los gobiernos del mundo. Peter Newell fue acusado de pedofilia y ha sido condenado a seis años y ocho meses de cárcel por abusos continuados a menores entre 1960 y 1968.


Los hechos han salido a la luz solo después de la investigación llevada a cabo en Gran Bretaña en 2017, trase ser acusados de pedofilia 125 activistas ingleses cooperantes en algunas ONG para la infancia. Pero la dimensión del problema quedó clara el pasado 9 de febrero, cuando diario británico The Times publicó un reportaje que acusaba a decenas de trabajadores de la ONG Oxfam de abusos sexuales incluso sobre menores en los países en los que se realizaban intervenciones humanitarias (entre los investigados también hay trabajadores de Save the Children por 31 casos de abusos, y de Médicos Sin Fronteras).
 
Pero desde el pasado viernes parece que el abuso de posición de poder sea norma en ONG que deberían defender a los niños. El profesor Andrew McLeod, a la cabeza del Centro de Coordinación de Emergencias de las Naciones Unidas, declaró a The Sun que “el estupro de niños ha sido parcialmente financiado, de forma inadvertida, por los contribuyentes del Reino Unido” (son 60.000 los casos de abusos de los que se ha informado en los últimos diez años, cometidos por cerca de 3300 pedófilos que actúan en el sector). En efecto, habría “decenas de miles de cooperantes con tendencias pedófilas dando vueltas por el mundo, pero si te pones la camiseta de Unicef nadie te pregunta qué estás haciendo”. Es más, el problema “se ha arraigado y difundido en todo el mundo de la ayuda humanitaria”.


El testimonio del australiano Andrew McLeod, jefe de operaciones del Centro de Coordinación de Emergencias de las Naciones Unidas (2005-2008), es demoledor: "Hay decenas de miles de cooperantes en todo el mundo con tendencias pedófilas, pero si llevas una camiseta de Unicef nadie te preguntará qué estás haciendo. Tienes impunidad para hacer lo que quieras. Es algo endémico en la industria de la ayuda en todo el mundo". El año pasado McLeod entregó un explosivo informe a la entonces secretaria de Estado británica para Desarrollo Internacional, la diputada conservadora Priti Patel. Foto: Wikimedia.
 
Sin embargo, tras la detención de un pez gordo, un portavoz de Unicef declaró, sorprendido, que “estamos profundamente afectados por la noticia del arresto de Peter Newell. No supimos nada de estos crímenes cuando trabajaba como asesor de Unicef, hace más de diez años”. Sucedió lo mismo en 1987, cuando el líder de la Unicef belga, Gilbert Jaeger, dimitió tras la detención de algunos cooperantes condenados por pedofilia junto a colegas franceses, ingleses y suizos. En el semisótano del edificio con sede en Bruselas se descubrió un estudio fotográfico utilizado para tomar fotos pornográficas de niños, muchos de ellos de origen norteafricano (fueron intervenidas más de mil fotografías, junto a una lista de correo con aproximadamente 400 nombres en 15 países europeos).


Pero veamos qué afirma la Convención sobre los Derechos del Niño de Ginebra, luego plasmada en el manual de Newell utilizado por varios estados de la ONU.
 
Artículo 14.1: "Los Estados Partes respetarán el derecho del niño a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión". Artículo 16.1: "Ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada". Gracias a estos artículos, el año pasado Canadá aprobó una ley según la cual los niños tienen derechos religiosos y sexuales a los que la familia no puede oponerse sin ser denunciada.
 
Artículo 24.1: "Los Estados Partes reconocen el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y a servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud. Los Estados Partes se esforzarán por asegurar que ningún niño sea privado de su derecho al disfrute de esos servicios sanitarios". Gracias a este artículo, los padres que se opongan, por ejemplo, a los tratamientos de cambio de sexo de su hijo pueden perder la patria potestad o no ser admitidos para la adopción.
 
El artículo 24.2.f prosigue con una declaración utilizada para justificar la educación sexual precoz: "Los Estados Partes asegurarán la plena aplicación de este derecho y, en particular, adoptarán las medidas apropiadas para:… Desarrollar la atención sanitaria preventiva, la orientación a los padres y la educación y servicios en materia de planificación de la familia".


Peter Newell, condenado a 6 años y 8 meses de cárcel por abuso de menores continuado. El manual de Unicef, co-redactado por él, para de la aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, pedía la rebaja de la edad del consentimiento en las relaciones homosexuales para equipararla a las heterosexuales. Foto: BBC / Metropolitan Police.
 
En el documento redactado por Newell (págs. 7-8 y 25) se hablaba también de la necesidad “de reducir la edad legal del consentimiento en las relaciones homosexuales”. Toda la implantación de estos nuevos derechos se fundamenta en la autodeterminación del niño, como si eso le hiciese libre. Antes de la “revolución sexual” de los años 50’ y 60’, la protección para el niño era el vínculo con su familia, dada la incapacidad del niño para tomar decisiones libres a una cierta edad. Para protegerlos, el derecho de los Estados democráticos partía de la suposición de la existencia de un derecho natural (de un bien y un mal objetivos) y se consideraba a la familia la primera institución potencialmente capaz de educar a los hijos en el bien sin otros fines.
 
Hoy, en nombre de los posibles abusos incluso en el interior de la familia, se ha aceptado un lenguaje mentiroso de autodeterminación y derechos del niño, que responde al problema de la violencia empeorando las cosas y exponiéndo al niño a un mal aún mayor: considerarlo capaz de decisiones autónomas (principalmente, las ligadas a la fe o a la sexualidad), exponiéndolo así a la violencia de un mundo pedófilo que lo único que estaba esperando es que se difundiese la idea de que el niño tiene capacidad para dar su consentimiento. No hay nada que hacer: el relativismo ético, en virtud del cual el sexo de cualquier clase se identifica con el amor sin más que ser consentido, conduce a esto. No lo dicen solo los ambiguos artículos de las convenciones internacionales, sino una práctica difundida precisamente entre los ideólogos de las Naciones Unidas y los cooperantes de las ONG que dicen querer proteger a los niños.

Traducción de Carmelo López-Arias.