La oración conjunta que se celebró entre musulmanes y cristianos el pasado 6 de febrero en la iglesia de San Sulpicio, la más grande y la segunda más importante de París tras su catedral, suscitó una gran polémica. Ésta aún continúa ante la posibilidad de que se multipliquen eventos de este tipo, con zonas reservadas exclusivamente para los musulmanes, en iglesias católicas. Incluso se ha llegado a hablar de una sala permanente de oración para los seguidores de Mahoma en este templo parisino

Las imágenes del encuentro dejó dudas y preguntas en muchos fieles, y a ellas ha querido responder el sacerdote eudista François Jourdan, teólogo e islamólogo.

En su opinión, “elegir una iglesia como lugar de oración y reunión” entre ambas religiones “es incómodo”. Cree que “para los musulmanes es un anticipo de una islamización progresiva de Francia, incluidos los lugares de culto. No se dice, por supuesto. Pero hay una ambigüedad. Podríamos haber hecho esto en una sala de reuniones, en una parroquia o junto a una mezquita”.

Una de las justificaciones que se ha dado al encuentro es que tanto cristianos como musulmanes rezaron “juntos con María”. Sin embargo, tal y como explica a Famille Chretienne, “María no tiene el mismo significado en absoluto en las dos religiones. Aquí nuevamente, la ambigüedad es muy fuerte. Ciertamente es la madre de Jesús en el Corán, pero Jesús para ellos es un profeta musulmán. También la virginidad de María no tiene significado para los musulmanes. La coherencia de la fe cristiana y la fe musulmana en este punto es completamente diferente. Esto no apareció en esta reunión”.

Imagen de un cartel colocado en San Sulpicio que indica un lugar disponible para que los musulmanes puedan rezar.

En este sentido, el padre Jourdan sólo habla de una “ilusión” en este supuesto acercamiento. “Tomemos a Abraham, por ejemplo. Es padre de judíos y cristianos, pero no de musulmanes. El islam es una religión adámica, no abrahámica: por eso, para ellos, todos nacemos musulmanes por naturaleza como Adán. Por lo tanto, no debería sorprender que esto haya dado lugar a críticas excesivas. Se ha hablado de una sala de oración “permanente” para musulmanes en San Sulpicio. ¡No debemos exagerar! Pero la ambigüedad es tal que esto sólo puede salirse de control. Los cristianos y los musulmanes son mucho más diferentes de lo que la gente dice”, asegura.

¿Puede haber una oración común con los musulmanes? Ante esta pregunta, el religioso experto en islam cree que “seguramente no”. Su alternativa es la siguiente: “uno puede, en un lugar neutral, ni iglesia ni mezquita, tener un tiempo de oración, cada uno orando a su Dios. Rezo en mi corazón mientras el otro reza, a su manera que no es la mía. Podemos estar juntos para orar, pero no oramos juntos. Cada uno tiene su oración específica. Simplemente porque no tenemos la misma relación con Dios”.

Esto no implica, recalca el religioso, que no sea necesario un diálogo entre cristianos y musulmanes. Pero insiste en que para que haya un verdadero diálogo se tienen que tener “en cuenta las diferencias”.

A su juicio, “el verdadero encuentro es lograr ponernos de acuerdo en nuestros desacuerdos. Pero cantar la Fatiha con dos imanes en una iglesia, como hicimos en San Sulpicio, no, eso no es apropiado. La Fatiha es la primera sura del Corán, es una oración ritual que los musulmanes recitan diecisiete veces al día. Esta breve oración fundacional termina con ‘No nos lleves por el camino de los perdidos’. Estos son los cristianos, según la tradición islámica”.

Para este diálogo el padre Jourdan recuerda el salmo: “el amor y la verdad se encuentran”. Con esto, cree que se debe “evitar la ambigüedad de las palabras, que son las mismas en las dos religiones pero que no tienen el mismo significado. Misericordia, por ejemplo: la del Corán nada tiene que ver con la de la Biblia. ¿Por qué? Porque para nosotros, cristianos y judíos, Dios es salvador, participa en la historia humana y se da a sí mismo: esto está completamente ausente del Corán. Como resultado, la misericordia adquiere una dimensión completamente nueva. Si no especificas lo que quieres decir con tal o cual palabra, no es diálogo, es mentira. Engañamos al otro y nos engañamos a nosotros mismos. Es oscurantismo interreligioso”.

De este modo, el diálogo cristiano-musulmán debe pasar irremediablemente por conocerse mejor mutuamente, que es “el camino para encontrar una convivencia pacífica”. Pero advierte también que para ello se necesita un trabajo que “pocas personas hacen”.