¿Las autoridades pueden prohibir, perseguir y multar el debate sobre la transexualidad en España? ¿O sobre cualquier otro tema ideológico y controvertido?

¿Hay que prohibir un autobús que dice "los niños tienen pene" y "si eres mujer, seguirás siéndolo", afirmaciones biológica y científicamente innegables? 

Pese a que el 90% de las instituciones que se han pronunciado sobre el tema -ayuntamientos, asociaciones lgtb, sindicatos, intelectuales- piden multas y castigos, a siete de cada diez lectores (o al menos visitantes digitales) del diario de izquierdas El País les parece que el autobús de HazteOir con el lema "los niños tienen pene", se inscribe en la libertad de expresión normal en una democracia. Las autoridades van por una línea, el pueblo parece que por la opuesta.



Así se constata después de 2 días de votaciones digitales, a las 10.30 del jueves dos de marzo. Es verdad que no es una encuesta científica, con controles estrictos y representativos, pero es de destacar que los usuarios -incluso en un medio de izquierdas que milita en la ideología de género como El País- vean que es un tema de libertad de expresión, y los políticos, en cambio, acudan enseguida a policías y denuncias, cuyo recorrido judicial es, como poco, incierto. 


España tiene una fuerte libertad de expresión, herencia de la reacción a un régimen autoritario que practicaba censura previa y posterior y tenía delitos de expresión. Como consecuencia, al pueblo español le suena muy mal lo de multar mensajes, y más si son mensajes tan incontestables como que "los niños tiene pene".

En otros dos medios de izquierdas, como 20Minutos (aquí, un gratuito de lectura sencilla, para gente que lee poco) y ElDiario.es (aquí, de izquierda radical, más bien populista) las encuestas dan resultados similares: los prohibicionistas son apenas un 46% en 20Minutos y un 53% en ElDiario.es. No hay en la ciudadanía el clamor prohibicionista que vemos en la clase política.







En un artículo que acompaña la encuesta digital, el periodista de El País Rubén Amón (que también es hijo de periodista, lo que da perspectiva histórica) critica al grupo HazteOir, lo insulta, le llama de todo... pero señala que la reacción de las autoridades es desproporcionada: la compara con Napoleón, que despreciaba la democracia y era un tirano aunque organizase referendos manipulados que ganaba por un 90%.


  El periodista Rubén Amón señala la reacción desproporcionada de las autoridades y sus peligros para la libertad de expresión

"Antes de que interviniera la Fiscalía reclamando a mediodía la detención del autobús, el propio Ayuntamiento recurrió preventivamente a los meandros de la normativa municipal para aparcar en un garaje el llamado "convoy del odio". Ya decía Napoleón que prefería los reglamentos a las leyes. Y los reglamentos indican, sostienen, que el autocar de Hazte oír vulnera la normativa madrileña de publicidad y movilidad", escribe Rubén Amón.

(El caso no está claro, pues al parecer la normativa local madrileña lo que limita es la publicidad comercial, y no la de entidades sin ánimo de lucro, explican en HazteOir, acusando al municipio de prevaricar). 

Rubén Amón no critica nada de la ideología de género, que su periódico comparte, pero hay cosas que parecen preocuparle... empezando porque el supuesto delito no es nada evidente: "Se ha impuesto, por tanto, el consenso político y filantrópico en la solución de abortar la campaña. Y no se ha esperado a las medidas judiciales, probablemente porque el delito de odio en que pudiera haber incurrido HazteOír es menos evidente de cuanto sugiere la polémica misma en un asunto muy delicado e incendiario de la sensibilidad social".

Y después advirte el periodista: "La libertad de expresión podría resultar dañada en el escarmiento del autobús naranja. Repeler expresiones intolerantes o renegar de ellas con justificada vehemencia o sobreactuación política no debería exagerar las facultades de la prohibición". 


"Execrable puede resultarle a los católicos que el carnaval de Las Palmas lo haya ganado una drag queen en cuyo desfile emula a la virgen María semidesnuda y supercrucificada, pero el verbo prohibir y las medidas penales deben conjugarse con extraordinario cuidado", añade el periodista.

Su propuesta es que multar la libertad de expresión debe darse solo en casos absolutamente inequívocos: "Deben aplicarse [las medidas penales] en presupuestos inequívocos, precisamente para salvaguardar la tolerancia de los espacios emotivos o demasiado subjetivos.

Y añade: "¿HazteOir incurre en un delito de odio? Explícitamente no, al menos a tenor de la lectura del texto y en sus connotaciones semánticas". "La duda misma invita a la prudencia", "la libertad de expresión merece salir indemne, aunque sea por exceso".

Los periodistas saben que a las autoridades les gusta multar y acallar al disidente. Primero fueron a por los autobuses naranjas que hablaban de biología, después fueron a por mí, pensarán algunos, parafraseando una famosa poesía. La Revolución Rusa, hace cien años, es el modelo: tras lo zaristas cayeron los mencheviques, los socialistas revolucionarios... Es el peligro del poder político que no admite el debate.