¿Dispone usted de 5.000€? Si es así, puede entonces enterrar a su mascota en una de las exclusivas “fosas de honor”de El último parque

, un cementerio de animales de compañía situado a las afueras de Madrid. Por ese precio, tendrá usted el derecho de enterrar a su perro, a su gato o a su iguana en un nicho “construido individualmente formando un círculo, forrado en mármol italiano de primera calidad”.



Así reza el dossier informativo de este cementerio de mascotas fundado en 1983 y que cobija los restos mortales de 4.000 animales de compañía. Además, gozaría de “vecinos” de renombre, porque aquí yacen los perros del ex ministro  Francisco Fernández Ordóñez, del compositor Ernesto Halfter, del actor Fernando Tejero o del showman Pablo Carbonell, entre otros muchos. “Los dueños de “Reflection”, que residen en EE.UU., visitan anualmente la tumba de su perro”, señalan ufanos en su web los responsables del camposanto.


Lápida de El Nuevo Parque, en conmemoración a los animales que alberga el cementerio

Pero el caso de este cementerio de mascotas no es único ni extravagante. Un botón de muestra: las incineraciones de animales domésticos se han multiplicado por cinco en la última década. Sólo en Madrid, alrededor de 35.000 cuerpos inertes de los mejores amigos del hombre pasaron por el horno crematorio el pasado año.



Urnas para cenizas de mascotas


Y no se limitan sólo a la incineración y al entierro: estas empresas buscan llenar el vacío que dejan las mascotas en sus dueños. "El digno final que ellos se merecen", reza el lema de una de ellas. Por eso, ofrecen “todos los servicios que pueda necesitar para asistirle en este delicado momento”.

“Disponemos de una sala velatorio donde poder despedirse con total intimidad de la mascota”, explican, “la cual será previamente preparada para que tenga una buena presentación a la hora de que sus familiares la vean por última vez”. La sala tiene capacidad para una treintena de personas, en el caso de que el animal en cuestión gozase de tantas amistades humanas.

No acaban ahí las atenciones de la funeraria mascotil. La empresa ofrece grupos de autoayuda para superar el duelo; asistencia terapéutica individual -en caso de que la pérdida se vuelva insuperable-; apoyo terapéutico por teléfono y online; charlas y talleres sobre el duelo; esquelas virtuales e incluso la asistencia de una psicóloga especializada en el tema.



Por supuesto, todas las funerarias disponen de una completa tienda donde se pueden adquirir los más diversos productos, como urnas decoradas con las huellas del can, joyas que llevan incrustadas un mechón de pelo de la mascota o féretros “cuya fabricación cumple con la normativa vigente en materia medioambiental, siendo extremadamente respetuosos con el entorno natural y el protocolo de Kyoto”.


Urnas para cenizas de gatos 

Otro de los productos “estrella” son las “imágenes memorables”: “Puedes homenajear a tu mascota integrando sus cenizas en un cuadro. Mediante un Proceso Pictórico de Transformación de las Cenizas (PPTC), se ofrece la posibilidad de preservar la imagen del ser amado para la posteridad”, explican.


Con las cenizas de las mascotas se pueden hacer joyas-relicarios para el recuerdo, como estas, que se llevan al cuello


El producto más llamativo, sin embargo, pueden ser los llamados “relicarios”. A imitación de lo que hace la tradición católica con sus santos, los “relicarios” animales están destinados a conservar un pequeño trozo del mejor amigo del hombre. “Conserve a su mascota cerca de usted con nuestros relicarios”, propone una de las compañías. “Gracias a su pequeño compartimento, puede guardar una pequeña porción de sus cenizas y tener a su mascota siempre con usted. El relicario es acompañado de un colgante y cierre de plata, dando lugar a un conjunto elegante y sofisticado”, señalan.



La vertiente pseudorreligiosa y escatológica está presente de algún modo alrededor de todo este negocio. Una de las empresas, por ejemplo, lleva el pomposo nombre de “San Antonio Abad Memorial Center”.

La sensación de exclusividad tal vez se pierda al contemplar las instalaciones del citado “memorial”: una sencilla nave en un perdido polígono industrial de un pueblo en los extrarradios de la capital.


El duelo, el acompañamiento, la atención personalizada, el féretro, la tumba y demás hacen que el entierro de una mascota se asimile mucho (y, en ocasiones, hasta supere) al de un ser humano. Pero es que, como promete una de estas compañías en su página web (plagada de faltas de ortografía, por cierto), “nuestro equipo de profesionales tratará a su mascota con el amor que todo dueño profesa a su animal de compañía, porque sabemos que es lo que usted querría. Su mascota estará en las mejores manos”.



Sala de velatorio en un tanatorio canino, para despedirse de la mascota que ha muerto; se exponen urnas y otras opciones funerarias

Si fuese necesario sacrificar al animal para que no prolongue innecesariamente su sufrimiento en caso de enfermedad, estas empresas ofrecen “un servicio de eutanasia a domicilio”. “Realizado por un equipo con los mejores profesionales, su mascota no sufrirá el estrés derivado del desplazamiento y usted ganará en comodidad, además de disponer del tiempo que necesite para despedirse de su querida mascota, al amparo del hogar familiar”, nos consuelan.

Para los más previsores se ofrece un servicio de incineración individual (también las hay grupales) más sesión fotográfica por 400 euros. Las fotos, evidentemente, se hacen en vida del chucho -de ahí lo de previsores- y se convierte en un recuerdo más allá de la muerte.

Los clientes parecen encantados: "Sus servicios son excepcionales. Me devolvieron a mi perrita con una gran delicadeza y atesoro el cuadro con su nombre, la huella de la pata y el mechón de pelo. Les estoy muy agradecida por la paz y el consuelo que he recibido".

Reportaje en YouTube del programa de TV PeloPicoPata, sobre mascotas; "para mí no es un animal, es como si fuese una persona", dice la dueña de  de la perrita Lily; "quiero para ella lo mismo que para mis familiares"


¿Sigue usted desconsolado a pesar de todos los cuidados dispensados por estas empresas? Entonces, nada mejor que una lacrimógena carta de su mascota escrita desde el más allá. El texto no tiene desperdicio (de nuevo, plagado de incorrecciones ortográficas):

»No llores por mí, me has dado un hogar donde cobijarme, me has proporcionado alimento y sobre todo me has dado tu amor y tu compañía.

»Lo último que querría es verte sufrir por mí. Ahora que no estoy contigo, no quiero verte triste. Deseo que cuando pienses en mí, sonrías, pues así sabré que mi recuerdo te hace feliz.

»Quiero que recuerdes los buenos momentos que compartimos, nuestras muestras de cariño, nuestros juegos… Y si alguna vez te defraudé o me porté mal, por favor, perdóname.Te ruego que no te deshagas de mis juguetes ni de mi cama…

»Las que ayer fuesen mis cosas, mañana pueden serlo de otros colegas que viven en soledad, tristes y sin cariño. Ellos darían su vida por compartir la tuya. Y no digas que no quieres tener más animales; me hace pensar que el tiempo que estuve contigo no te hice feliz.

»Por favor, que mi marcha no sea en vano; que sirva para que otro tenga la suerte de vivir y conocer lo maravillosa que es tu amistad, que conozca la verdadera vida de perro, que descubra el cariño.Y no estés triste. Yo no lo estoy porque sé que siempre guardarás ese rinconcito especial para mí en tu corazón”.
 
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