¿Cuál es la visión católica sobre los grandes complejos de juego, casinos y máquinas tragaperras? En Estados Unidos y Canadá los obispos católicos han hablado muchas veces, fuerte y claro, en grupos o individualmente, exponiendo lo que los datos demuestran: que este tipo de instalaciones aumentan la pobreza, el crimen y la adicción.

Entre 1998 y 2008 los obispos canadienses se pronunciaron muchas veces y con profusa documentación sobre el tema del juego comercial. Lo resumía así en 2010 el arzobispo Richard Smith, de Edmonton:

"En 1988, los obispos de Alberta publicaron un documento titulado "El falso Edén del juego" (The False Eden of Gambling). El documento analizaba el fenómeno creciente del juego legal en esta provincia y señalaba la preocupación de los obispos respecto a los efectos gravemente contrarios de esta práctica contra las familias y los individuos, especialmente los pobres".

Así, el obispo Joseph Luc Bouchard, pastoreando la diócesis de San Pablo en Alberta, "demostró estadísticamente" (dice Smith) cómo la cultura del juego en esta región "daña desproporcionadamente a los pobres y clarificó que los elementos de nuestra doctrina social deben regir nuestra respuesta" (Pastoral Letter to the Faithful of the Diocese of St. Paul on Gambling, Feb.21, 2007). También elaboró un cuestionario sobre el tema en forma de pequeño catecismo (A Little Catechism on Gambling, Jun.27, 2008).

El obispo de Calgary, Frederick Bernard Henry, escribió sobre el tema en 2006 y 2007. Primero recordó que una institución católica no puede cooperar con una industria que explota a los débiles y vulnerables, ni siquiera si obtiene unos beneficios económicos, porque el fin no justifica los medios (DecisionTime, Jun. 20, 2006). Después señaló que el juego y las apuestas crecen ahora de forma alarmante a través de los más jóvenes mediante internet (Entertainment, Needing Money, Wanting to Win, May 4, 2007). ¿Cuántos jóvenes son tan maduros para resistirse a la promesa, repetida machaconamente en su ordenador, de que puede conseguir dinero fácil jugando en tal web o en tal casino?

Pero de hecho, entre 2006 y 2008, los obispos comprobaron que se iba cumpliendo todo lo que ya anunciaban en 1998: el empleo que generaron los casinos era de poca calidad, con bajísimos sueldos. Las promesas de prosperidad y trabajo de la patronal del juego nunca se cumplieron. Los casinos generaron adicción, dañando más y más a los más pobres. En el ambiente que genera la "cultura del casino", dicen los obispos, "no es posible proteger de ese ambiente a los menores". Además, la adicción al juego es mucho más discreta que la adicción al alcohol, que deja señales bastante evidentes muy pronto: cuando descubres que un ser querido es adicto al juego es que ya es muy adicto, que hace mucho que lo es, y que ha hecho desaparecer grandes cantidades de dinero familiar.

La argumentación de 1998 que resultaría trágicamente profética se puede encontrar en inglés aquí:
http://www.acbo.on.ca/englishweb/archives/gambling.htm

Además, los obispos canadienses se plantean el problema de cómo competir desde la ética y no dejarse "contaminar". Por ejemplo, un colegio privado o público se financia con dinero del casino. El colegio organiza actos allí, envía voluntarios, etc... y recibe parte de los beneficios. Con ellos, ofrece pistas deportivas, bibliotecas, ordenadores... financiados con la adicción de gente pobre. Por el otro lado, un colegio católico que quiere ser fiel a la Iglesia se niega a tener estos ingresos inmorales, pero ¿cómo competir con el otro colegio, opulento por servir a la cultura de las apuestas?

El caso más reciente de oposición por parte de la Iglesia en EEUU es el de Kentucky, que ha pillado a los 4 obispos católicos del Estado preparados, documentados y muy firmes.

En febrero de 2012, el gobernador anunció su voluntad de abrir 7 nuevos casinos. Los obispos católicos emitieron un texto conjunto, que no sólo hicieron llegar a los fieles sino que repartieron a senadores y congresistas locales (se puede leer aquí). 

En él citan un estudio de 2008 de la Universidad de Kentucky que demuestra que los más pobres son los que tienen más riesgo de convertirse en jugadores compulsivos.

"Con sus luces destellantes, el libre flujo de bebidas alcohólicas, los horarios nocturnos y la atmósfera intoxicante, los casinos aumentan el riesgo -más que otras opciones de juego- de llevar a decisiones malas, a pérdidas catastróficas, especialmente para los que tienen tendencia al juego compulsivo", afirma el documento que han difundido.

En 2009, fueron los obispos de las seis diócesis de Ohio los que se opusieron contundentemente a la instalación de más casinos. Explicaban sus argumentos en una nota conjunta (en http://www.ohiocathconf.org/i/gamb/casino.htm  ).

"La experiencia indica que hay una variedad de males sociales asociados con las apuestas de casino. Entre ellas, una tendencia a promover el juego adictivo, la irresponsabilidad familiar, el abuso del alcohol y de otras sustancias y el crimen organizado", afirmaban.

En una línea similar se expresarían en 2011 los obispos de Boston y Massachussets, con un documento oficial publicado por ellos incluso en español y portugués (en http://www.macatholic.org/gambling ). Pero además insisten en que los beneficios de la industria sólo se sostienen cuando generan muchos adictos y recomiendan la web especializada contra el juego Stoppredatorygambling.org. También citan estudios del Vanier Institute on the Family que estiman que el 23% de los ingresos del juego vienen de un 4% de la población que tiene problemas patológicos. En el caso de las máquinas tragaperras, el porcentaje sería mucho mayor. Además, el informe del Vanier Institute señala que un 90% de los jugadores patológicos ha pensado en suicidarse y que un 20% de los que siguen tratamiento lo intentó.

Los obispos se remiten a numerosas declaraciones previas (de 1994, 2003, 2005, 2007, 2009) y escriben directamente al gobernador pidiendo que prohiba este tipo de instalaciones.

En Louisiana, los obispos católicos hicieron campaña contra los casinos y la industria de las apuestas en 1986, en 1992 y en 1996, con un documento explicativo y argumentativo en PDF que se puede leer aquí. La firma de 8 obispos recordaba que "el juego nos hace más vulnerables al crimen organizado" y que en Lousiana viven más de 50.000 jugadores patológicos.

Los obispos católicos de Florida quizá son los más veteranos en su lucha contra la industria de los casinos. Empezaron en 1978. En 1986 recordaron que el juego "siempre va acompañado del crimen organizado como se demuestra en todo el país" y, más aún, que "influye de forma impropia en los servidores públicos"). En 1994 señalaron que el juego "daña más a las familias de ingresos bajos o moderados". Lo repitieron en 2004, y también en 2011, como parte de una plataforma de grupos profamilia, evangélicos, baptistas y católicos, con el obispo de Pensacola como portavoz (su argumentación se puede ver en: http://www.ptdiocese.org/article.asp?ID=228  ).

El obispo de South Bend, Indiana, en 2010 hizo un buen artículo de opinión (en http://www.diocesefwsb.org/2010/01/gambling/ ) recordando datos de los estudios de las campañas anteriores:

1) que el juego compulsivo es una enfermedad reconocida por la Asociación de Psquiatría;
2) que el 30% de lo gastado en juego en Louisiana venía de jugadores compulsivos,enfermos;
3) que el 36% de lo recaudado en las tragaperras en Montana procedía de estas personas enfermas venía de jugadores compulsivos, enfermos, etc...

En cuanto a las promesas de los magnates del juego, el recientemente fallecido Chuck Colson, un famosísimo predicador evangélico fundador de un potente movimiento de evangelización en la cárcel (Prison Fellowship) y gran defensor de la familia y el matrimonio insistía (en prensa católica, como CatholicExchange) en que la argumentación de que "con los impuestos de casinos pagaremos maestros para nuestros niños" no se ha demostrado nunca eficaz en ningún sitio, que los pobres se lo gastan todo en el juego y que cada dolar gastado en tragaperras no se gasta en nada más: ni en consumo, ni en productividad ni en solidaridad ni en formación. Su artículo se titula "¿Dónde están los millones prometidos?"

El Catecismo de la Iglesia Católica trata el tema en su punto 2413, pero solo desde la participación individual, que es inaceptable si lleva a la adicción, priva a otros de lo que es debido o incluye estafa, engaño y falta de equidad. Pero el Catecismo no trata el tema de cómo afrontar la industria del juego cuando afecta a toda una sociedad, cuando los niños y los jóvenes crecen en su entorno, cuando colegios y asociaciones se implican en los casinos y cuando los casinos, vía impuestos o donaciones, financian servicios públicos o municipales.

En cualquier caso, en Florida, Indiana, Louisiana, Ohio, Massachussets, Kentucky y Alberta, grupos de obispos se han unido para hablar claro muchas veces, a los medios de comunicación y a los políticos.

En España, donde un magnate israelí-americano quiere crear un gran complejo de juego llamado Eurovegas en Madrid o en Barcelona, aún no se ha oído la voz de ningún obispo sobre el tema.