Silvana de Mari es médico y cirujano especialista en aparato digestivo, además de una escritora de éxito en el ámbito de la literatura fantástica infantil. En los últimos años ha sido acosada por el lobby LGBTI por unos artículos donde explicó las patologías asociadas al sexo anal. Consiguieron sentarla ante los tribunales, donde fue absuelta de todas las acusaciones de ataque personal o incitación al odio, aunque condenada con una multa de 1500 euros por vincular a dichos grupos de presión con la promoción de la pedofilia, en lo que ella misma ha calificado como "juicio político". Su abogado, aunque satisfecho por la absolución en afirmaciones que caen dentro de la libertad de expresión y pensamiento, afirmó que recurrirá la sanción por difamación porque, aunque ahora "han cambiado muchos contextos", lo que ella dijo "desde el punto de vista histórico-filosófico se puede afirmar".

La sentencia no ha amilanado a la doctora, que ha continuado aportando en entrevistas y artículos su visión científica sobre asuntos de actualidad deformados por las ideologías homosexualista o de género. Como es el caso de las formas de autodestrucción personal de las que se está haciendo cómplice a la profesión médica en virtud de la definición de "salud" de la OMS (Organización Mundial de la Salud), organismo dependiente de Naciones Unidas. Así lo explica en La Nuova Bussola Quotidiana

Salud o bienestar, el abuso oculto de la OMS 

El concepto de salud adoptado por la OMS en su carta fundacional de 1948 (que define la salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social y no solo la simple ausencia de enfermedad) suena genial, pero realmente es el origen de una serie infinita de abusos. Permite el abuso más monstruoso y fundamental, permite violar la primera regla de la medicina: no hacer daño

Tipología de la de autodestrucción

El bienestar mental de las personas autodestructivas pasa por autodestruirse. La medicina se convierte, entonces, en cómplice de la autodestrucción. La autodestrucción se caracteriza por el odio hacia uno mismo y, en líneas generales, tenemos 5 tipos

1) Autodestrucción brutal y directa: toxicodependencia, alcoholismo, dependencia de la pornografía, juego, cutting (cortes horizontales en el antebrazo), binge drinking (ingestión en poco tiempo de grandes cantidades de alcohol de alta graduación), conducción temeraria, desafío al dolor y a ser ingresado en el servicio de ortopedia, doble salto mortal en un giro sobre el suelo, hacerse selfies en rascacielos, el suicidio. El aborto es una forma de odio hacia uno mismo, un suicidio diferido.

2) Odio mi aspecto y/o gordura (me odio en cuanto gordo). Por el momento aún no se aprueba la anorexia, la medicina todavía no colabora para ayudar a un adulto a pesar 21 kilos, pero permite la peligrosa y anti-fisiológica operación de la liposucción, así como desfigurarnos con absurdas intervenciones de cirugía estética. Una persona puede manifestar odio hacia sí misma con treinta intervenciones quirúrgicas -incluida la extracción de seis costillas- necesarias para aumentar su parecido con la muñeca Barbie.   

3) Trastorno ficticio llamado también síndrome de Münchhausen: personas que odian estar sanas, adoran estar enfermas. Simulan síntomas para conseguir intervenciones quirúrgicas o medicinas. El síndrome de Münchhausen "por poder" se refiere a personas que fingen que sus hijos están enfermos, poniendo en peligro su vida y su salud.  

4) Desear una amputación. Hay personas incapaces de aceptar su número de extremidades; me refiero al número normal de extremidades, no hablo del dolor de aquellos que han sufrido mutilaciones o han nacido con focomelia. Hablo de individuos con cuatro extremidades y un total de 20 dedos y que encuentran desagradable y antiestético el número de extremidades. El Body integrity identity disorder (BIID, trastorno de identidad de la integridad corporal) o apotemnofilia es la patología que empuja a desear la amputación de una extremidad sana, y a fingir no tenerla mientras intentan resolver el problema encontrando a un cirujano que les complazca. Desde que existen prótesis de tantalio, este trastorno se ha extendido. 

5) Rechazar el propio sexo. La amputación de una extremidad es infinitamente menos grave que la castración. La rarísima apotemnofilia se sigue considerando una patología mental. La mucho más grave incapacidad de aceptar el propio sexo, el único, el genético, el biológico, el que está inscrito en cada célula mediante el código XX y XY y que divide a los seres vivientes sexuados en dos categorías únicas de hombre y mujer, se considera en cambio una patología del cuerpo, que está "equivocado" respecto a la mente. Nacen así un número infinitesimal de seres humanos que por motivos físicos, orgánicos cromosomáticos, genéticos y/o endocrinológicos no se reconocen ni como hombres ni como mujeres. 

Fluvia Pellegrino, biológicamente hombre, se proclamó transgénero a los 40 años y durante los 18 años siguientes se ha sometido a operaciones de todo tipo para transformar su cuerpo.

Son casos patológicos, descritos en textos de Patología, que no tienen nada que ver con los llamados trans, del mismo modo que existe un número infinitesimal de personas que nacen sin una o más extremidades, que padecen focomelia, y que no tienen nada que ver con los que padecen trastorno de identidad de la integridad corporal. El llamado trans es una persona cromosómica, genética y endocrinológicamente normal, que acude a la cirugía y la farmacología para amputar las gónadas de su cuerpo y simular las características del otro sexo. Se trata de simulaciones de hecho, una vaga apariencia, que se obtiene con intervenciones largas y complejas, no exentas de riesgos y complicaciones graves. No existen intervenciones de cambio de sexo; existen intervenciones largas, dolorosas y complejas, agravadas por muchos riesgos, de aparente cambio de sexo.

El suicidio, riesgo añadido

A los muchos riesgos médicos, quirúrgicos y anestesiológicos se añade también el riesgo de suicidio. Muchas personas que han luchado durante años con la convicción de que el cambio (aparente) de sexo les daría serenidad, cuando se dan cuenta de que esto no es verdad, cuando empiezan a echar de menos su sexo, empiezan a considerar la opción del suicidio.

Cito las palabras publicadas en el New York Times por el transexual Andrea Long Chu, que desea someterse a una intervención de aparente cambio de sexo y sufrirá una intervención erróneamente llamada vaginoplastia, porque la vagina no se puede imitar o construir. La vagina es un canal extremadamente complejo: lo que se fabrica con esta cirugía es una cavidad sin salida. 

Andrea Long Chu se define en Twitter como "transexual triste".

Dice así: "El jueves que viene me harán una vagina. La operación durará más o menos seis horas, y estaré en recuperación al menos tres meses. Hasta el día de mi muerte, mi cuerpo considerará la vagina como una herida; como consecuencia, requerirá una atención regular y dolorosa de mantener. Esto es lo que quiero, pero no hay garantía de que me haga más feliz. En realidad, no espero que lo haga. Sin embargo, este hecho no tendría por qué impedirme conseguirla... Nunca pensé en suicidarme antes del tratamiento hormonal. Ahora lo hago a menudo... Las pasiones negativas -dolor, odio hacia uno mismo, vergüenza, arrepentimiento- son un derecho humano igual que la asistencia universal o la comida. No hay buenos resultados en la transición. Hay sólo personas que piden ser tomadas en serio".

Este hombre describe muy bien el odio que siente hacia sí mismo y su deseo de dolor. 

Un estudio sueco llevado a cabo sobre 324 personas transgénero (es decir, la totalidad de quienes, en el periodo entre 1973 y 2003, se sometieron en Suecia a una intervención quirúrgica de reasignación de sexo) concluyó que después de la intervención hay un riesgo de mortalidad, comportamiento suicida y problemas psiquiátricos significativos superiores a la media.

Estas intervenciones pueden estar seguidas por el arrepentimiento. Esto pasa con mucha más frecuencia de lo que se cree, y el arrepentimiento es atroz. El arrepentimiento y el suicidio, en cambio, son muy raros en personas que no han tocado sus órganos sexuales, como Vladimiro Guadagno y como numerosas mujeres que se han recibido terapia hormonal a base de testosterona, lo que ha aumentado su fuerza fisica y causado una hipertricosis, con barba y bigote, pero conservando sus ovarios y su útero. Estas mujeres pueden quedarse embarazadas y llevar adelante un embarazo.

El imperio de la mentira

Cuando un periódico escribe que un hombre está embarazado escribe una tontería, una tontería que todos quieren dejar por escrito. En Gran Bretaña se ha propuesto el término "persona embarazada" en vez de "mujer embarazada" porque podría ser poco inclusivo. Análogamente, en la última ley promulgada en Nueva York que elimina el límite de las 24 semanas para el aborto, quienes pueden abortar son "personas embarazadas". Todo tipo de personas embarazadas.  

Así pues, las personas que se someten a estas intervenciones han de vivir rodeadas por la mentira. Esta mentira es obligatoria en algunas naciones, como Canadá. En Italia aún es opcional, pero no usarla desencadena acusaciones de transfobia. La persona que se considera trans vive en la mentira. Y esta mentira tiene que convertirse en universal. 

Vale la pena luchar por la verdad. Y para que la medicina no se convierta en lesionar gravemente, pero con consentimiento.