En Italia está suscitando polémica un político que lleva a la práctica lo que prometió en campaña.


Es el caso del alcalde de Verona, Federico Sboarina, abogado de 46 años que nada más llegar al cargo ha dado orden de retirar de las escuelas, y dejar de privilegiar en las bibliotecas públicas, todo el material propagandístico de la ideología de género que se había distribuido en los últimos años. No es sino un cumplimiento del punto 5, apartado Familia, de su programa electoral, que como forma de apoyar a la familia establece, entre otros, estos tres puntos:
 
-“oposición a la difusión de la ideología de género en las escuelas, mediante propuestas educativas desarrolladas en colaboración con las asociaciones de familias con la finalidad de promover el respeto a la dignidad masculina y femenina sin menoscabar sus valiosas diferencias naturales”;
 
-“retirada de las bibliotecas y de las escuelas municipales y concertadas (incluidas guarderías) de libros y publicaciones que promueven la equiparación de la familia natural con las uniones del mismo sexo, e interrupción de las iniciativas que promueven indirectamente este mismo objetivo”;
 
-“compromiso de rechazar toda iniciativa (deliberaciones, mociones, órdenes del día, recogida de firmas, orgullo gay, etc.) contraria a los valores de la vida, de la familia natural o de la primacía del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus principios morales y religiosos”.
 

Con estas propuestas nítidamente expresadas, Sboarina, candidato independiente promovido por siete partidos, entre ellos Forza Italia y la Liga Norte, obtuvo el pasado 25 de junio el 58,11% de los votos en segunda vuelta, en una ciudad de más de 250.000 habitantes (la segunda en importancia del Véneto, después de Venecia) tradicionalmente gobernada por partidos de derecha.


Federico Sboarina, el día de su proclamación como alcalde de Verona.

De hecho, la contrincante de Sboarina fue Patrizia Bisinella, compañera sentimental de su predecesor, Flavio Tosi (ella y él también vinculados anteriormente a la Liga Norte), quien no podía legalmente optar a un tercer mandato. Pero Tosi y Bisinella habían claudicado en los últimos años ante el imperio del lobby gay.
 
Además, no puede decirse que esos puntos del programa pasaran desapercibidos o resultasen secundarios para el electorado, porque buena parte de la campaña pivotó en torno a la sumisión de Bisinella a la agenda LGTB y el rechazo de Sboarina a esa misma agenda.
 
 
Sboarina y Bisinella, contrincantes en segunda vuelta, donde Federico arrasó con el 58% de los votos, justo el doble de lo que había obtenido para ganar la primera vuelta.
 
Durante la campaña de Bisinella, Tosi recordó que, cuando a mediados de los años 90 se votó en el consejo comunal contra la equiparación del matrimonio a las parejas del mismo sexo, él se abstuvo. Y el 6 de junio, Flavio se reunió en Verona, en nombre de Patrizia, con Stuart Milk, presidente de la Fundación Harvey Milk, emblemática del lobby gay estadounidense, para asegurar que apoyaría sus objetivos.
 

Las reacciones del establishment pro gay ante esta inapelable derrota no se han hecho esperar. Y aunque el lobby LGTB es no solo el impulsor, sino el redactor material de leyes como la que en España ha propuesto Podemos (y respaldarán PP, PSOE y Ciudadanos) para “decomisar” y “destruir” cualquier libro que cuestione la ideología de género, ahora habla de “censura” en Verona, apoyada por organizaciones como la Asociación Italiana de Editores, la Asociación Italiana de Bibliotecas y la International Publishers Association, que se han dirigido a Sboarina para pedirle que reconsidere su decisión.

Y Arcigay, una de las principales organizaciones del lobby gay italiano, habla de “hoguera de libros” bajo “formas burocráticas”: “Es desconcertante que Sboarina sea víctima del gran espantajo y apoteosis paranoica reaccionaria del momento, el ogro del género que no existe pero sobre la que se ha construido un partido que consigue algunos votos”.
 
Los defensores de la medida responden que esos “algunos votos” son casi dos tercios de los registrados el 25 de junio, y que la misma existencia de toda la propaganda que ahora retira Sboarina demuestra que no hay “espantajo” ni “paranoia” algunos, sino una campaña de imposición ideológica bien organizada y subvencionada.
 

Porque, ¿de qué libros se trata? Son en su mayoría textos infantiles de escasa venta en librería por la escasa demanda por parte de los padres que compran libros a sus hijos, pero financiados con dinero público para su distribución escolar, destinados exclusivamente a adoctrinar a los niños en ideología de género. Libros –citan desde el ayuntamiento- como el célebre Con Tango son tres, que relata la historia de dos pingüinos machos que empollan juntos un huevo y forman luego una “familia” con el pingüino recién nacido.

Massimo Gandolfini, neurocirujano y psiquiatra y portavoz del Comité Defendamos a Nuestros Hijos, organización que ha convocado masivas manifestaciones a favor de la familia, respaldó al alcalde de Verona.

 

Massimo Gandolfini, en uno de los Family Day masivos convocados por el Comité Defendamos a Nuestros Hijos.

Y desde el ayuntamiento han asegurado que no darán marcha atrás. El consejero Alberto Zelger, de la Liga Norte, aclaró a La Nuova Bussola Quotidiana que ni habrá “censura” ni se destruirán libros (como pretende el lobby LGTBI hacer en España con el apoyo de los cuatro grandes partidos nacionales), y los títulos retirados seguirán en las bibliotecas para quien quiera leerlos.


Alberto Zegler apoyó en el pasado a Flavio Tosi, predecesor de Sboarina, pero se alejó de él precisamente por su viraje pro-LGTB.

Simplemente dejarán de ser lectura escolar obligatoria y no serán privilegiados, como hasta ahora, en las salas de lectura infantil de las bibliotecas públicas. “La decisión política es clara”, subraya Zelger, por una razón de principios por un lado y de legitimidad por otro: “Nos han votado para frenar esta deriva antropológica”, zanja.