El piloto mallorquín Luis Salom, de 24 años, fallecido este viernes en el circuito de Montmeló, rezaba un Padrenuestro arrodillado delante de la moto antes de cada carrera.

Y lo ofrecía por sus rivales: “Lo hago porque realmente creo e intento pedir que vaya todo bien, que no pase nada y que podamos acabar la carrera todos”.

Ese gesto cotidiano hacia sus compañeros hace aún más dura la tragedia que ha ensombrecido el mundo del motociclismo con su muerte durante los entrenamientos libres del Gran Premio de Cataluña, que se celebra este fin de semana.



Se estrelló contra las barreras de la curva 12, en un extraño accidente en el que se salió de la trazada a velocidad de 150 km/h sin frenar ni marcar la curva. La máquina le precedía y chocó antes que él contra las protecciones, por lo cual él lo hizo contra la moto.


La curva 12 de Montmeló, el lugar donde Luis Salom encontró la muerte: entró en ella con la moto por delante.

Subcampeón del mundo en Moto 2 en 2012 y tercero en 2013, Salom sumaba 9 victorias y 25 podios y tenía aspiraciones de lograr el título este año con su Kalex y encuadrado en el equipo SAG.

El Mexicano, apodo por el que también era conocido Luis, llevaba tatuado en el antebrazo un ángel de la guarda, además del rostro de su madre, su mejor fan, que le acompañaba en todas las carreras y se encontraba en Montmeló en el momento del accidente. 



No rezo para ganar, rezo para que todo nos vaya bien a todos. No lo hago para tener suerte, sino para no tener mala suerte. Rezo por costumbre y porque creo en Dios”, comentó en otra ocasión cuando le preguntaron por su gesto orante en la parrilla de salida antes de cada Gran Premio. Al subir a la moto, se santiguaba.