La japonesa Sawako Inae trabajó varios años en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. En esa función visitó muchos países en vías de desarrollo, proponiendo como técnica políticas económicas y sociales para mejorar la vida en las comunidades. 

Católica fervorosa, en cierto momento dejó la enorme estructura de Naciones Unidas para entrar en otra mucho más pequeña pero no menos activa: Cáritas Japón, y en especial sus servicios de emergencias y atención a desastres.

En marzo de 2011 tuvo lugar el terrible terremoto acompañado de tsunami que devastaron parte de Japón y asustó al mundo con las fugas radioactivas de Fukushima.

Sawako, como técnica de Cáritas, acudió a la zona afectada de Sendai para evaluar los daños y  proponer los primeros planes de rehabilitación y de socorro para la población local. Preparó el primer centro de primeros auxilios junto con el padre verbita (sacerdote del Verbo Divino) Daisuke Narui.

Sawako permaneció un año en Sendai, hospedada por las Hermanas de la Caridad de Otawa, inmersa en la atención a los que han perdido hogar y familia y medios de vida en un país rico, pero azotado por la naturaleza. Y conoció mejor a las Hermanas que la alojaban.

 "Un día- cuenta el obispo Tarcisio Isao Kikuchi, de Niigata- sin ningún preaviso me llama por teléfono y me dice que quiere hacerse religiosa. Fue una de las sorpresas más grandes de mi vida. Una mujer de este tipo, tan fuerte y en grado de hacer cosas maravillosas... Dios tiene un plan para cada uno de nosotros". Niigata tiene casi 5 millones de habitantes, pero sólo unos 7.000 son católicos y no es difícil para el obispo conocer a la mayoría.

En la "Deus Charitas est"- explica el prelado- el Papa Benedicto escribe: "La íntima naturaleza de la Iglesia se expresa en un triple trabajo: anuncio de la Palabra de Dios (Kerigma-martyria), celebración de los sacramentos (leiturgia), servicio de la caridad (diakonía). Son tareas que se presuponen recíprocamente y no pueden ser separadas unas de las otras". Estos católicos, que trabajan como voluntarios en las actividades de recuperación, traducen en la realidad estos 3 conceptos de la naturaleza de la Iglesia. Hacer el bien es de por sí un testimonio del Evangelio".

Sawako ya pronunció sus primeros votos y dentro de 2 años de vida religiosa podrá profesar su consagración definitiva: "Estoy seguro que esta hermana vivió una profunda experiencia de conversión en la propia fe y decidió dedicarse ella misma y su vida en modo total a Dios. Que para nosotros siempre tiene planes maravillosos", explica el obispo.