Las mexicanas Velma y Thelma tienen muchas cosas en común: son alegres, son hermanas gemelas y ambas son religiosas. Tuvieron una niñez bastante normal dentro de una familia de siete integrantes, pero conforme crecieron, Dios las llamó.

Dejaron su familia, pero han descubierto una nueva; dejaron la oportunidad de tener hijos, pero descubrieron que la maternidad espiritual es mucho más fecunda. Ahora muchas personas les llaman madre, porque las ven como alguien que las acompaña y acoge.


-Madre Velma: Somos gemelas y somos de Michoacán, de una familia de cinco hermanos: tres varones para casarse y dos mujeres para el Señor. Estudiamos en el Colegio Antonio Plancarte de Morelia y, después de la preparatoria, ingresamos a la congregación Hijas de María Inmaculada de Guadalupe. Tenemos nueve años de profesión y cuatro de formación dentro de la congregación.


-Madre Thelma: Éramos muy alegres pero también muy traviesas e inquietas. Mi mamá dejó de ir a Misa porque los padres la corrían [los sacerdotes la expulsaban; ndReL]. Ya más grandes, éramos demasiado normales: íbamos mucho al cine por que nos encantaba, teníamos muchos amigos y salíamos con nuestro hermano Poncho.


-Madre Thelma: A nuestros papás les costó mucho entenderlo porque éramos las únicas mujeres; de mi mamá éramos sus tesoros. Para ellos era algo desconocido, sin embargo ahora están muy contentos.


-Madre Velma: En el centro de Morelia, cerca del consultorio de nuestra mamá, que era dentista todos los días pasábamos por las tiendas de vestidos de novia y nos quedábamos viéndolos ilusionadas. También cuando éramos niñas jugábamos a la familia con nuestros muñecos.


-Madre Velma: Desde niña sentía inquietud.

-Madre Thelma: A los 10 años tuvimos un accidente automovilístico: íbamos a la playa y un joven rebasó en curva y chocamos de frente.

-Madre Velma: Estuve en cama varios meses sin caminar después en muletas y ahí, que tenía 10 años, empecé a reflexionar sobre lo corto de la vida y escuché sobre la vida religiosa y dije: yo quiero ser eso, yo quiero gastar mi vida en algo que valga la pena y lo único que vale la pena en la vida es Dios. Después entré a la secundaria y le platiqué a Thelma de mis intenciones y ella me convenció de que me esperara a terminar la prepa y a tener un novio que nunca tuve, porque nunca tuvimos novios.

-Madre Thelma: A mí me llamo la atención la vida religiosa en los retiros de la prepa. Adoraba estar en el colegio con las madres; no me gustaba estar con mis compañeros pues ellos estaban metidos en drogas y las compañeras solamente pensaban en cómo irse con el novio. Dios forja en la dificultad y el sufrimiento; fueron tres años de preparatoria muy difíciles. Sufrimos bullyng porque nos decían puritanas, santurronas, porque defendíamos la virginidad. Desde siempre Dios nos llama y lo único que tenemos que hacer es responderle.


-Madre Thelma: Depende mucho del ministerio que tenemos. Nosotros somos maestras, pero también hay enfermeras, misioneras o promotoras de tiempo completo. Tenemos todos los días Eucaristía e intensa oración por la mañana y por la noche; en el colegio estamos de tiempo completo, en lo académico y administrativo; oramos con los alumnos; escuchamos el dolor de los sufrimientos de los papás; les inculcamos buenos hábitos y visitamos asilos una vez a la semana con los alumnos de secundaria.

-Madre Velma: Llevamos las intenciones de los papás ante el Señor por medio de la oración.


-Madre Velma: Claro que sí. Los hemos visto más de lo que se imaginan. Los milagros más hermosos son la conversión interior de las personas.