René González (Valladolid, 1974) paseaba por la tarde su mirada por las calles de Freetown, la capital de Sierra Leona, como el trapecista que mira el abismo a su alrededor.«Este país lleva meses viviendo en el alambre», asegura.

Y ante eso, hay que asegurar el paso, caminar con cautela, mantener el equilibrio. Vecino de Olmedo, estudiante en el San Agustín, agustino recoleto y profesor en un colegio de Zaragoza, hace tres años la vida le hizo realidad uno de sus sueños. «Siempre tuve la aspiración de venir a África». De misiones.

Y aquí está, ganándose la vida a base de jugársela por los demás. Paseando su mirada por una calle desierta, con la sombra del ébola en sus esquinas.


–Una ciudad fantasma. Yo vivo en el norte del país, pero de vez en cuando vengo a la capital por trabajo:reuniones... Antes, esto era tan bullicioso. Ocurre en las ciudades africanas, la gente hace su vida en la calle.


–Aquí sí que hay miedo. Ahora ven que si se llevan a una persona con síntomas de ébola es para no volver. Si coges la enfermedad, se acabó. Es así de duro. Y muchos ya no se atreven a salir a la calle. Se mantienen en casa. Aislados. Es la única medida de prevención que tienen a mano.


–Llevamos meses así. Y sabemos que algún día te puede tocar. El tiempo de la guerra fue muy duro.Pero veías a los rebeldes, sabías cuándo se te acercaba alguien con los fusiles o las armas. Cuando hablas con la gente te lo dicen:‘El ébola mata como la guerra, pero no ves venir al enemigo’. Y es verdad. Ni siquiera sabes si esa persona que te lo ha dicho tiene la enfermedad. No sabes quién está enfermo, quién te puede transmitir el virus.


–En las carreteras hay controles del Ejército.


–De temperatura. Te miden la temperatura para ver si tienes fiebre. En uno de esos controles me dijeron: ‘Llévese a estas tres mujeres a un hospital’. No es la primera que tengo que hacerlo.Es algo habitual utilizar nuestros vehículos para desplazar a personas a los centros de salud. Lo hemos hecho muchas veces. Pero ahora es inevitable el miedo. No lo dices en alto, pero lo piensas.


–¿Y si fuera ébola? No sabes si esas mujeres con fiebre que llevas al hospital tienen ébola o malaria. Los síntomas pueden llegar a ser parecidos. Alta temperatura, vómitos, diarrea. Yestán ahí sentadas, junto a ti, en el coche...


–Pero la gente te protege. Se acercan y te dicen:‘Si te mueres tú, ¿quién nos va ayudar?’.


–Al principio, durante el primer año, comencé a trabajar en educación. Tenemos 44 escuelas y me encargaba de supervisar su funcionamiento. Pero espera, cuando decimos escuelas podemos estar hablando de un profesor y unos alumnos debajo de un árbol. Había que construir aulas, centros educativos.


–Soy un hombre de campo. Mi familia se ha dedicado toda su vida a la agricultura y la ganadería en Olmedo. Así que ahora estoy al frente de un proyecto de plantaciones de arroz. Nos trajimos un tractor de Holanda para trabajar la tierra. Ycomenzamos a arar. En Kamalu, en el norte del país. Ahora nos viene el momento de la cosecha. Ojalá podamos sacarla adelante. Pero el ébola, de nuevo...


–Otra más. El trabajo desarrollado durante los últimos años se viene abajo. Ha habido tantos muertos por la malaria, la tifoidea... y si añades el ébola. Si ya era un país pobre, ahora lo es mucho más. Aunque el ébola no es algo nuevo, ¿verdad?Ahora aparece más en los medios, en los periódicos. Parece que si se muere un negro en África no nos afecta tanto, pero si es un blanco y cerca de nosotros...

–Siempre digo que todo el mundo debería pasar una semana aquí. Muchos de los problemas se verían de otra manera.


–Mandar médicos. El ébola está fuera de control. Allí en Europa se puede controlar. Hay hospitales, hay material. Pero sobre todo hay médicos. Claro que el dinero es importante, claro que la economía tiene mucho ver, por ejemplo, para crear infraestructuras. Pero hacen falta médicos, ayuda a nivel humano. Personas que puedan atender a las personas. Es aquí donde está la gran amenaza del ébola. Y es aquí donde habría que combatirlo de una forma eficaz.


–Y luego se habla de los problemas de inmigración. Aquí la gente está orgullosa de su país. ¿Crees que les gusta abandonar su casa, a su familia, a sus seres queridos para irse a otro país, a otro continente?

(Es posible ayudar a los misioneros desde España a través del Domund y Obras Misionales Pontificias, con donativos aquíy desde las Obras Misionales Pontificias de otros países de lengua hispana).