Los medios de comunicación han amplificado la voz de quien en los Estados Unidos ha tomado a mal los pasos de la Evangelii Gaudium en la cual el Papa critica la teoría del «derrame», esa por la que « todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo» y en la que denuncia la «cultura del bienestar nos anestesia», que nos hace «incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros».

Pero hay quien, en cambio, procediendo del corazón del capitalismo estadounidense, Wall Street, ha encontrado éstas y otras palabras de Bergoglio muy acertadas.


Chris Arnade, después de un doctorado en física en la John Hopkins University, ha trabajado durante 20 años como trader para "Salomon Brothers", el banco de inversión después absorbido por el coloso "Citigroup".

En 2012 decidió dejar el mundo de las finanzas, una carrera con ganancias de seis cifras, "agotado" a nivel existencial y cansado de un mundo que ya no sentía suyo. Se quedó en Nueva York, pero cambió de profesión, dedicándose a la fotografía. [Aquí, en su Facebook, ejemplos de sus fotografías]

Y desde Manhattan ha desviado su atención hacia Hunts Point, en el South Bronx, uno de los rincones más degradados de Estados Unidos, donde más de la mitad de los 50.000 habitantes viven por debajo del umbral de la pobreza; donde el índice de criminalidad es el más alto de toda el área de Nueva York y donde heroína y crack están omnipresentes entre tráfico y drogadicción.


Arnade empezó a documentar este mundo de rechazados, de vidas a los márgenes de la sociedad y empezó a contar en un periódico del otro lado del Atlántico, The Guardian, lo que estaba aprendiendo cada día.

El 11 de diciembre dedicó un comentario a la elección hecha por Time de nombrar a Bergoglio hombre del año y presentó la Evangelii Gaudium como una lectura imprescindible para católicos y no católicos.

«El Papa Francisco es una “garganta profunda” para los pobres» ha titulado el artículo, haciendo referencia al papel de “garganta profunda” de otro personaje del año, Edward Snowden.

«Cuando trabajaba en Wall Street en los años ’90 – ha escrito Arnade – viajaba por trabajo a la patria del Papa, Argentina. Yo era uno de los muchos extranjeros que iban allí para decir cómo tendrían que reformar el país, abrirlo al mercado libre. Cosa que se hizo y que ha funcionado hasta el desplome del 2001. Nos movíamos en taxi – ha continuado el ex trader –, lejos de los barrios de favelas que rodeaban Buenos Aires. Ningún banquero entraba en ellos, se decía que eran demasiado peligrosos. Nosotros movíamos números sobre hojas de trabajo electrónicas, números que representaban a personas. El Papa Francisco en cambio iba a esos barrios de manera regular y veía lo que nosotros no veíamos.»

«Es como está escrito en su exhortación apostólica: los seres humanos están considerados bienes de consumo, que se pueden usar y tirar. La victoria del libre mercado ha sido la de hacer que la palabra "empatía" sea una palabrota. En Wall Street ciertamente es así. No puedes ganar dinero si empiezas a preguntarte cómo lo ganas, a quién dañas y quién se queda atrás».


Pero lo que más ha llamado la atención es el artículo que Arnade firmó la vigilia de Navidad y que tuvo, en el sito del Guardian, más de dos mil comentarios de lectores: «Las personas que más han desafiado mi ateísmo han sido los drogadictos y las prostitutas».

Se definió ateo a la edad de 16 años y desde siempre ha sido admirador de la prosa caustica de Richard Dawkins.

Pero ahora Arnade ha llegado a reconsiderar su posición, sorprendido por la fe que ha encontrado entre los «left behind», los últimos.

Esos que, en su visión, deberían haber sido los más convencidos defensores de la no existencia de Dios, visto el infierno en el que se encuentran.

Y, en cambio «Sarah, 15 años pasados en la calle, lleva una cruz alrededor del cuello. Siempre. Michael, desde hace 30 años también él en la calle, lleva un rosario en el bolsillo. Siempre. Y en cada casa de consumidores de crack, en el edificio más sórdido y desolado, se puede encontrar una Biblia abierta entre jeringas, encendedores y pipas de crack».



Takeesha, una infancia de abusos y una vida acabada en el mercado del sexo de pago, ha pedido a su entrevistador que la presente así: «Prostituta, madre de seis hijos e hija de Dios».

«Somos todos pecadores – ha escrito Arnade – y en la calle, los drogados, los últimos, con sus batallas diarias y su cotidiana cercanía a la muerte lo entienden de manera visceral. Mucha gente de éxito, no. Su sentido de ellos mismos y su frialdad emotiva han anestesiado la percepción de su falibilidad».


De repente, al ex agente de Wall Street el ateísmo le parece una posición intelectualmente accesible sobre todo a los que tienen éxito en la vida.

Y ha llegado a decir adiós a "su" Richard Dawkins, que ahora le parece «una persona tan lejana de la humanidad y de la ambigüedad de la vida» y que hace «lo que mantiene que odia en los otros: predicar partiendo de una posición de ventaja y egoísta».

(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)