Fueron noticia en todos los periódicos de España y algunos del extranjero. Las televisiones y las radios hablaron de su caso durante semanas e incluso años, llegando a convertirse en uno de los acontecimientos más sonados. Son los llamados “sextillizos de Huelva”.

Rosario y Miguel Ángel, de la localidad de Bollullos del Condado, hace 16 años tuvieron 6 hijos a través de un parto múltiple. Recibieron muchas presiones para abortar algunos embriones con el fin de salvaguardar los demás. Pero ellos, católicos, se negaron, mostrándose tajantes, a pesar de que la vida de Rosario también corría peligro.

Finalmente, como muchos recordarán o habrán leído, Miguel, Ángel, David, Andrés, Blanca y Belén nacieron prematuros.

Durante todos estos años, Rosario y Miguel han tenido que hacer frente a multitud de problemas y dificultades, sobre todo económicos y de salud de los niños, pero gracias a su fe nunca han dejado de luchar.

Hoy, 16 años después, han vuelto a recibir un duro mazazo: a su hija Belén le han diagnosticado un linfoma de Burkitt en los ovarios. Sin embargo, la joven, lejos de maldecir y despotricar, ve la voluntad de Dios en este acontecimiento.

Agradezco a Dios toda la historia de amor que está haciendo en mi vida; es una enfermedad difícil y dura pero teniendo al Señor conmigo lo tengo todo”, dice contundente.



Después de extirparle el linfoma, Belén ha recibido durante seis meses un tratamiento intenso de quimioterapia. Desde que le diagnosticaron la enfermedad “sólo me he preguntado una única vez ‘porqué’: ¿por qué a mí? Pero me doy cuenta que desde el seno de mi madre el Señor ya tenía una historia preparada para mí, y es ésta: luchar y combatir la enfermedad”, relata. La fe que le han trasmitido sus padres es el arma que le está permitiendo pelear contra la desesperanza o el pesimismo y no se cansa de dar gracias por todo ello: “tengo que dar las gracias a Dios por el regalo de la fe y por tener a unos padres en el Camino Neocatecumenal. Unos padres que con paciencia y empeño me transmitieron la fe, sí, la fe que ahora, en todo momento, me está manteniendo”.

En muchas ocasiones piensa cómo sería “llevar” la enfermedad sin el Señor. “Yo ni me lo explico —dice Belén—, por eso cada día rezo por todos los enfermos de mi planta en el hospital, para que quienes no conocen al Señor les pueda llevar una palabra de aliento para aliviar la enfermedad”.

Algunos de los momentos más difíciles los ha vivido durante las sesiones de quimioterapia, pero también ahí, en ese sufrimiento, Dios ha acontecido y así lo describe la joven: “a medida que pasaban los días, cuando me ponían el tratamiento, sentía la necesidad de agarrar la cruz para sentir que Dios está conmigo en este sufrimiento y que no me deja sola. En esto que me ocurre veo el amor de Dios, a través de la comunidad, mi familia y tantos hermanos que están rezando por mí”.

Algo que recuerda con cariño y emoción es la visita al hospital del obispo de Huelva, “un auténtico regalo que le tengo que agradecer, porque ¿quién era yo para que viniera a visitarme? Yo solo le cogía sus manos, las besaba y miraba la cruz que colgaba de su cuello”.

La familia de Belén —padres y hermanos sobre todo— han estado este tiempo a su lado, sin dejarle un minuto sola y ella, una vez más, únicamente tiene palabras de agradecimiento: “quiero agradecerle al Señor el regalo de mis padres cristianos, que no me han dejado y que han estado en todo momento dándome fuerzas y anunciándome el amor de Dios.”



En estos momentos, el tratamiento de Belén ha terminado y asiste a revisiones cada poco tiempo. Mientras va a retomar los estudios este nuevo curso, con la esperanza de no tener que interrumpirlos otra vez. Ahora, hace una petición especial: “os pido que sigáis rezando por mí para que no se apague en mí la certeza de que Dios me quiere”, dice.

“Soy testigo de la importancia que tiene la fe y como ésta es la que me está manteniendo. Tengo una misión muy importante que es la de anunciar el amor de Dios a través de mi enfermedad”, afirma contenta.

Poca gente ha sabido que los padres de los sextillizos de Huelva, Rosario Clavijo y Miguel Ángel Raposo, eran seguidores del Camino neocatecumenal. Y que ha sido precisamente la unidad entre su fe y su vida lo que ha permitido que naciesen seis niños, que han crecido y hoy tienen 16 años.

«Fue un fallo de la ciencia y de los medicamentos -ha dicho el ginecólogo, el doctor García Alonso-. Que un tratamiento contra la infertilidad suponga la concepción de ocho embriones es un fallo evidente: nosotros fuimos los culpables, y ella la valiente».


Cuando supo la noticia del insólito embarazo, Chari rechazó el aborto selectivo de varios fetos e ingresó en el hospital. Permaneció recluida, tumbada en la cama e ingiriendo ocho yogures diarios, dos litros de leche y una dieta cargadísima de proteínas.

A pesar de los trastornos circulatorios, a pesar del aislamiento, a pesar del involuntario aborto temprano de uno de los fetos y de otro posteriormente, Rosario nunca perdió la calma.

Su amigo, el sacerdote Juan Luis, de Bollullos del Condado, ha dicho de ella que «en medio de la confesión, antes del nacimiento de los niños, tuve que pedirle que callase, porque de tan buena que es la chiquilla, de tanto que se abandonó en manos de Dios, me conmovía hasta las lágrimas».

Y es que el matrimonio no quiso ni pensar en los nombres de los niños. «Tenían claro que Dios podía permitir que no naciese ninguno y no quisieron hacerlos suyos ni en eso».

Durante los meses de gestación, ambos fueron acompañados diariamente, en el hospital y en la oración.

Sus amigos neocatecumenales se levantaban a las tres de la madrugada, interrumpiendo el sueño, para pedir por ellos, y, una semana antes del parto, Lucio y María José, responsables de las comunidades de Andalucía, explicaban que: «Están preparados para todo; saben que el Señor puede pedir hasta la vida de Chari».

Era la disponibilidad absoluta de una pareja que ni siquiera tenía medios para mantener semejante familia. Y, a pesar de ello, Miguel Ángel, albañil con contratos temporales, se negó a vender la exclusiva («No quieren hacer negocios con esto» -dijeron Lucio y María José-).




Los frutos han sido grandes. En palabras de García Alonso: «Hasta ahora, en los embarazos múltiples, se recomendaba abortar a unos cuantos embriones para facilitar el nacimiento de los otros que, paradójicamente, a menudo morían por no ser los más adecuados para sobrevivir. Por el contrario, este embarazo sereno y bien llevado, ha permitido establecer que la naturaleza, o la Providencia, determinan mejor que nadie quién ha de sobrevivir. El aborto no es la solución». Sin duda, la naturaleza regida por la Providencia.