Hay sacerdotes que evitan la pastoral con jóvenes porque dicen que les cansan, especialmente si son scouts o exploradores, al aire libre.

A otros les cansan las misas de la Renovación Carismática, largas, con gestos, coreografías, mucho rato de pie, brazos alzados...

Pero al salesiano argentino Santiago Her, que en mayo cumplió 99 años, no le cansa nada. Ya bien cumplidas sus "bodas de titanio sacerdotales" (más de 70 años), el padre Herr recibió el homenaje de sus parroquianos el día de su cumpleaños, en la capilla Sagrada Familia, de San Justo,.


Así, todo viejito como lo vemos, el padre Santiago se porta como un chico más. Cuando nos acompaña, nos hace renegar porque quiere hacer todo como un nene”, asegura Elizabeth Rosales (24), una de las líderes del Movimiento Exploradoril Salesiano, batallón 84, el grupo scout salesiano de esta comunidad. 

Como regalo de cumpleaños, los exploradores decidieron hacerlo miembro del batallón.

“Lo hicimos porque para nosotros siempre fue un ejemplo. Él viene a ayudarnos cuando nadie puede, ha dado clases de catequesis. Es un ejemplo de lo que queremos hacer como servicio”, agrega la joven de San Justo, que integra el movimiento hace diez años.

“El problema es que a veces tenemos que andar persiguiéndolo porque no quiere perderse ninguna actividad. ¡Si lo dejamos, se mete al barro con bastón y todo!”, cuenta Elizabeth.

Al recibir su insignia tras la misa, el padre se mostró emocionado y le agradeció a los chicos el gesto.

“Como dice el evangelio: ‘Practica lo que has aprendido. No se aprende sino lo que se práctica’ ¡Ahora tengo que practicar!”, se excusó entre risas Santiago.

Los vecinos y parroquianos le regalaron un ramo con 99 rosas. “¡Cada flor representa mis años de vida y los que llevo bautizado!”, se emocionó el padre al comenzar la misa del domingo, esa que sigue dando cada semana a pesar de su edad.


“Cuando uno es sacerdote, mientras la salud lo permita, no deja la práctica. Por eso de miércoles a domingo confieso y oficio las misas”, cuenta el pastor que sólo usa anteojos y audífonos. “A veces me ayudo con un bastón, pero me siento muy bien”, asegura.

Los vecinos remarcan que no deja de sorprenderlos que el padre Santiago pase horas escuchándolos, sin dejar a ninguno de lado.

A veces vienen jóvenes y me dicen tímidamente que nunca se confesaron. Yo los ayudo a prepararse y cuando finalmente lo hacen, uno puede ver cómo les cambia la cara. Se van sonrientes y eso es lo que me llena de felicidad ¿Cómo voy a negarme?”, detalla Herr.

Después de levantarse a las 6.30 y decir sus oraciones diarias, el padre Santiago reparte su tiempo entre la parroquia Sagrada Familia, en Alicante 1529, y hospitales.


Visita a los enfermos para que puedan confesarse, y también realiza extremaunciones de los católicos que la requieren”, cuenta Javier Villoldo, administrador del Santuario Sagrado Corazón de San Justo, donde reside el párroco y algunos domingos por la tarde celebra la misa de la Renovación Carismática.

“Tiene un apego muy grande por la capilla. Es el titular hace 20 años, por eso pasa tantas horas ahí”, agrega.



Ricardo González también trabaja en el seminario, pero como miembro del Ministerio de Liturgia y el Consejo de Asuntos Económicos. “Verlo así, tan activo, evidencia que no es de acá, sino de Dios. Tiene la cara de la felicidad caminando. Es un santo personificado”, sostiene González.

Una de las grandes devociones del sacerdote es la lectura. Destaca al escritor argentino Ernesto Sabato como uno de sus autores favoritos y dice que también le gusta recitar poesía.

La familia del padre Herr, de origen alemán, era muy religiosa. A tal punto que pese a vivir a 15 kilómetros de la iglesia más cercana, iban todos los domingos.

“De hecho uno de los motivos por el que mi padre compra su primer auto es para poder ir más cómodos al oratorio. El otro era el trabajo, claro”, revela sobre su infancia.

El padre Santiago, oriundo de La Pampa, decidió ir a Buenos Aires en 1927.

“Me sentía atraído por algunos pensamientos que solía tener vinculados al sacerdocio y vine para presenciar una conferencia que se realizaba en el Santuario de San Justo”, recuerda el padre.

“Al contarle, mi madre dijo: ‘Andá, si no te gusta, te volvés’. Pero parece que me gustó”, agrega entre risas, a 72 años de haberse iniciado como sacerdote.

Después de festejar a lo grande sus 99 años (ver Nadie quiso...) , el padre deseó: “Para los 100, espero seguir haciendo lo que hago. Con eso me conformo”. En el barrio esperan que así sea.


En el canal argentino TN cuentan más sobre el padre Santiago Herr:
http://tn.com.ar/sociedad/el-cura-ejemplo_390715