El 30 de enero de 1906 en la localidad italiana de Vicenza, Bartolomé Valerio, de 31 años, se encontraba en estado crítico debido a una gravísima enfermedad respiratoria que iba a acabar con su vida. La familia, lejos de perder la esperanza, situó debajo de la almohada del enfermo una estampa de Tomás de Olera, lego capuchino del siglo XVI, pidieron su intercesión y se produjo la inexplicable e inmediata curación.

Ahora, 106 años después, Benedicto XVI ha firmado el carácter sobrenatural de esta curación, que junto con las virtudes heróicas del fraile, permitirán su próxima beatificación.

El siervo de Dios nació en el pueblo de Olera, Bérgamo, al norte de Italia, en 1563, en una familia de origen humilde y se dedicó al pastoreo de ovejas. Nunca acudió al colegio, aunque aprendió a leer y a escribir a los 17 años, un año después de ingresar en el convento de los capuchinos de Verona. En su primer año de prueba sorprendió a sus hermanos por su ejemplo de perfección religiosa.

Dedicó toda su vida monástica a mendigar. Iba de puerta en puerta pidiendo pan para los monjes y para los pobres a cambio de consuelo espiritual. Le llamaban ´apóstol sin estola´, porque no era sacerdote.

En Vicenza, lugar donde se produjo la milagrosa curación de Bartolomé Valerio tres siglos después, fray Tommaso promovió la erección de un monasterio capuchino. En 1619, el venerable Siervo de Dios, se trasladó al monasterio de Innsbruck, donde sin dejar de mendigar se convirtió en consejero espiritual de príncipes y nobles. Visitaba y confortaba a los enfermos, escuchaba a los pobres y animaba a la conversión.Pasaba largas noches en oración, flagelaba su cuerpo, ayunaba y se impuso una fuerte austeridad hasta su muerte en 1631.

Su gran pobreza contrasta con la altura social de los personajes con los que se trató. Se convirtió en guía espiritual de Leopoldo V de Austria y su esposa Claudia de Médici, con los que se reunía frecuentemente y les envió varias cartas. Fue director espiritual también de Fernando II, emperador de Austria, al cual acompañó durante la Guerra de los Treinta Años.

Fray Tomás fue también asesor del arzobispo-príncipe de Salzburgo, Paris Lodron. Y fue amigo y consejero de Maximiliano I de Baviera y de su esposa Isabel.

Además promovió la conversión del duque de Weimar en 1620 y de Eva María Retinger, viuda del conde de Lerchenberg, que al final vendió todas sus pertenencias para ayudar a los pobres y los monasterios y se consagró a Dios en el monasterio benedictino de Nonnberg (Salzburgo), convirtiéndose posteriormente en la abadesa. En 1624 condujo a la fe cristiana a la judía Paola, esposa de Pedro Valier.

Fue enterrado el domingo 5 de mayo de 1631 en la cripta de la capilla de la Virgen en la iglesia de los capuchinos en Innsbruck (Austria), después de una gran peregrinación de fieles alrededor de su ataúd.