En la audiencia pública de este miércoles, el Papa Francisco ha confirmado la fecha de su viaje a Irlanda del verano. «En ocasión del próximo Encuentro Mundial de las Familias, tengo la intención de viajar a Dublín, del 25 al 26 de agosto de este año. Agradezco desde ahora a las autoridades civiles, a los obispos, al obispo de Dublín y a todos los que colaboran para preparar este viaje. ¡Gracias!», dijo. 

Lo anunció después de que dos familias irlandesas le presentaron el icono de la Sagrada Familia, realizado para el encuentro, que se llevará a cabo del 21 al 26 de agosto.




El Papa Francisco ha felicitado también a los peregrinos por el inicio de la primavera en su audiencia pública de este miércoles 21 de marzo. Aprovechó para comparar la vida cristiana enraizada en Jesús con el mundo vegetal. 

“Hoy es el primer día de la primavera: ¡buena primavera! ¿Pero qué pasa en primavera? Las plantas florecen, florecen los árboles.  [...]  “Y un árbol y una planta al que le han quitado las raíces o que no tiene raíces, ¿puede florecer? ¡No!” “La vida cristiana es una vida que debe florecer: en las obras de caridad, en hacer el bien... Pero si no tienes raíces, no puedes florecer y ¿quién es la raíz? ¡Jesús! Si no estás con Jesús, allí, en la raíz, no florecerás”.


También analizó la enseñanza sobre la eucaristía del capítulo 6 de San Juan. “Celebramos la Misa para nutrirnos de Cristo, que se nos da en la Palabra y en el Sacramento del Altar. En el momento de la comunión que hoy contemplamos, Jesús se nos sigue dando en su Cuerpo y en su Sangre, por el ministerio de la Iglesia, como hizo con los discípulos en la Última Cena. Después de la Fracción del Pan, el sacerdote nos invita a mirar «al Cordero que quita el pecado del mundo», reconociendo la distancia que nos separa de la santidad de Dios y de su bondad al darnos como medicina su preciosa Sangre, derramada para el perdón de los pecados. Somos, por tanto, convocados «al banquete de bodas del Cordero», reconociéndonos indignos de que entre en nuestra casa, pero confiados en la fuerza de su Palabra salvadora”, expresó.


El Papa explicó que formar parte del banquete de bodas del Cordero es una invitación que nos alegra y al mismo tiempo nos empuja a un examen de conciencia iluminado por la fe, dado que, si por una parte vemos la distancia que nos separa de la santidad de Cristo, por la otra creemos que su Sangre es derramada para la remisión de los pecados. “Todos fuimos perdonados en el Bautismo, y somos o seremos perdonados cada vez que nos acerquemos al sacramento de la penitencia”, recordó, e instó una vez más a no olvidar que Jesús “no se cansa de perdonar”, sino que “somos nosotros que nos cansamos de pedir perdón”.

En español, explicó: “Caminamos hacia el altar para nutrirnos de la Eucaristía, para dejarnos transformar por quien recibimos, como dice san Agustín: «Yo soy el alimento de las almas adultas; crece y me comerás. Pero no me transformarás en ti como asimilas los alimentos de la carne, sino que tú te transformarás en mí”.


El Pontífice también se refirió al reconocimiento que realizamos cuando, al sacerdote que distribuyendo la Eucaristía nos dice “el Cuerpo de Cristo”, respondemos “Amén”: esto significa, dijo el Papa, que reconocemos la gracia y el compromiso que comporta convertirnos en Cuerpo de Cristo. “He aquí el prodigio de la Comunión: nos volvemos en lo que recibimos”, agregó. 

“La Liturgia eucarística se concluye con la oración de la comunión. En ella damos gracias a Dios por este inefable don y le pedimos también que transforme nuestra vida, siendo medicina en nuestra debilidad, que sane las enfermedades de nuestro espíritu y nos asegure su constante protección”.

 “La Eucaristía – añadió Francisco en italiano– nos hace fuertes para dar frutos, flores de buenas obras para vivir como cristianos”, e invitó a acercarnos a la Eucaristía y a recibir a Jesús “que nos transforma en Él”, y nos hace más fuertes. 


“La Iglesia desea vivamente que también los fieles reciban el Cuerpo del Señor con hostias consagradas en la misma Misa", dijo, y que el signo del Banquete Eucarístico se expresa con mayor claridad si la Comunión "se hace bajo las dos especies", aún sabiendo que la doctrina católica enseña que "sólo bajo una especie ya se recibe el Cristo todo entero":  el Papa recuerda pues, que según la praxis, el fiel se acerca normalmente a la Eucaristía en procesión y comulga con devoción de pie o de rodillas, "recibiendo el Sacramento en la boca, o, donde está permitido, en la mano, como prefiere".

En sus saludos a los fieles, como es habitual, el Santo Padre dirigió un pensamiento especial a los jóvenes, ancianos, a los enfermos y a los recién casados, invitando a pedir en el sacramento de la confesión el perdón de Dios, y, en los sufrimientos, unirse más a Cristo. A los peregrinos de lengua española en particular, exhortó a la comunión frecuente, “haciendo presente el misterio de amor que se encierra en el Sacramento, para que la unidad con Cristo y con su Iglesia se manifieste en nuestro actuar cotidiano y testimonie nuestra vida nueva en Cristo”.