El Papa Francisco en la Santa Misa de la Solemnidad de la Epifanía del Señor, en la Basílica de San Pedro, ha destacado esta mañana los “tres gestos de los Magos, que guían nuestro viaje al encuentro con el Señor, que se nos manifiesta como luz y salvación para todos los pueblos”. “Los Reyes Magos ven la estrella, caminan y ofrecen regalos”, recordó el Papa en su homilía, en la que hizo hincapié en la importancia de encontrar al Niño: “descubriendo su ternura y su amor nos encontramos a nosotros mismos”, tal y como señala la periodista Cecilia de Malak, de la agencia de noticias de la Santa Sede VAtican News
 

Y reiterando que para ver la estrella del Señor, los Magos alzaron la vista al cielo, “no se contentaron con mirar al suelo: no basta la salud, algo de dinero y un poco de diversión”… no se conformaron con vivir al día. El Obispo de Roma señaló que “entendieron que para vivir realmente se necesita una meta alta: la estrella de Jesús no ciega, no aturde, sino que invita suavemente. Podemos preguntarnos qué estrella seguimos en la vida. Hay estrellas deslumbrantes, que despiertan emociones fuertes, pero que no orientan en el camino. Esto es lo que sucede con el éxito, el dinero, la carrera, los honores, los placeres buscados como finalidad en la vida. Son meteoritos: brillan un momento, pero pronto se estrellan y su brillo se desvanece. Son estrellas fugaces que, en vez de orientar, despistan”.
 
“En cambio, la estrella del Señor no siempre es deslumbrante, pero está siempre presente, es mansa: te lleva de la mano en la vida, te acompaña. No promete recompensas materiales, pero garantiza la paz y da, como a los Magos, una ‘inmensa alegría’ (Mt 2,10). Nos pide, sin embargo, que caminemos”.


 

Reflexionando sobre la segunda acción de los Magos, el Papa destacó que la estrella de Jesús “requiere la decisión del camino, el esfuerzo diario de la marcha; pide que nos liberemos del peso inútil y de la fastuosidad gravosa, que son un estorbo, y que aceptemos los imprevistos que no aparecen en el mapa de una vida tranquila”.
 
“Jesús se deja encontrar por quien lo busca, pero para buscarlo hay que moverse, salir. No esperar; arriesgar. No quedarse quieto; avanzar. Jesús es exigente: a quien lo busca, le propone que deje el sillón de las comodidades mundanas y el calor agradable de sus estufas. Seguir a Jesús no es como un protocolo de cortesía que hay que respetar, sino un éxodo que hay que vivir. Dios, que liberó a su pueblo a través de la travesía del éxodo y llamó a nuevos pueblos para que siguieran su estrella, da la libertad y distribuye la alegría siempre y sólo en el camino”.
 

Evocando a los Magos, que cuando encuentran a Jesús, “hacen como Él: dan”. El Papa señaló que el “Evangelio se realiza cuando el camino de la vida llega al don”. “Dar gratuitamente, por el Señor, sin esperar nada a cambio: ésta es la señal segura de que se ha encontrado a Jesús, que dice: “Gratis habéis recibido, dad gratis” (Mt 10,8).
 
“Dios quiere esto. Él, que se ha hecho pequeño por nosotros, nos pide que ofrezcamos algo para sus hermanos más pequeños. ¿Quiénes son? Son precisamente aquellos que no tienen nada para dar a cambio, como el necesitado, el que pasa hambre, el forastero, el que está en la cárcel, el pobre (cf. Mt 25,31-46). Ofrecer un don grato a Jesús es cuidar a un enfermo, dedicarle tiempo a una persona difícil, ayudar a alguien que no nos resulta interesante, ofrecer el perdón a quien nos ha ofendido. Son dones gratuitos, no pueden faltar en la vida cristiana. De lo contrario, nos recuerda Jesús, si amamos a los que nos aman, hacemos como los paganos (cf. Mt 5,46-47). Miremos nuestras manos, a menudo vacías de amor, y tratemos de pensar hoy en un don gratuito, sin nada a cambio, que podamos ofrecer. Será agradable al Señor. Y pidámosle a Él: “Señor, haz que descubra de nuevo la alegría de dar. Queridos amigos, hagamos como los Magos: mirar hacia lo alto, caminar y ofrecer los dones gratuitamente”.