Pocos minutos después de concluir la misa de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios, el Papa rezó el primer Ángelus de 2018 invitando a recorrer, "bajo su protección maternal, el camino por los senderos del tiempo”. Y comentó, como había hecho en la homilía de la misa inmediatamente anterior, la expresión de San Lucas en el Evangelio del día con el relato de la Natividad, de que “María custodiaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”.

“La Virgen nos hace ver así cómo debe acogerse el hecho de la Navidad: no superficialmente, sino en el corazón. Nos indica el modo auténtico de recibir el don de Dios: conservarlo en el corazón y meditarlo. Es una invitación a cada uno de nosotros a rezar contemplando y disfruntando del don que es Jesús mismo”, añadió Francisco, según recoge Cari Filii News.

Mediante María, “el Hijo de Dios asume la corporalidad”, y gracias a su fe se convierte en la primera discípula de Jesús: es la fe de las bodas de Caná, que da origen al primer milagro de Cristo “que contribuye a suscitar la fe de los discípulos”, y la fe al pie de la Cruz y tras la Resurrección, cuando “se convierte en Madre orante de la Iglesia, sobre la cual desciende el Espíritu Santo el día de Pentecostés”.



Francisco continuó glosando ese papel de María como Madre, con el que desarrolla “una función muy especial: se interpone entre su Hijo Jesús y los hombres en la realidad de sus privaciones, en la realidad de sus indigencias y sufrimientos”. Esto es, “María intercede”, “consciente de que, en cuanto madre, puede, más bien debe presentar a su Hijo las necesidades de los hombres, en particular de los más débiles y necesitados”.

Y citó entre ellos los migrantes y refugiados objeto preferente de la Jornada Mundial de la Paz que se celebra este día, para quienes deseó una paz “por la que muchos están dispuestos a arriesgar la vida en un viaje largo y peligroso”: “Por favor, no apaguemos la esperanza en su corazón, no sofoquemos sus expectativas de paz”.

Por ello pidió al Señor que “nos conceda actuar en este nuevo año con generosidad para realizar un mundo más solidario y acogedor”.

Y al recordar que, según los viejos monjes místicos rusos, de que “en tiempos de turbulencia espiritual era necesario resguardarse bajo el manto de la Santa Madre de Dios”, invitó a rezar la oración mariana más antigua: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desoigas nuestras súplicas en las necesidades que te presentamos, antes bien líbranos siempre de todos los peligro, Virgen gloriosa y bendita”.