Antes de almorzar con un grupo de pobres, refugiados, sin techo y presos, Francisco completó su programa matutino en Génova reuniéndose en el santuario de Nuestra Señora de la Guardia con los jóvenes de la misión diocesana de la capital de la Liguria. Su mensaje reiteró el tono de desafío e invitación al compromiso que ha caracterizado las palabras que les dirige desde el célebre "No balconeen la vida" de la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro en 2013.

“Ser misionero te lleva a aprender a mirar. A aprender a mirar con ojos nuevos, porque con la misión los ojos se renuevan. Aprender a mira la ciudad, nuestra vida, la familia, todo lo que está a nuestro alrededor. La experiencia misionera te abre los ojos y el corazón”, afirmó.
 
Ser verdaderos misioneros ayuda a dejar de ser “turistas de la vida para convertirnos en hombres y mujeres jóvenes que aman con compromiso la vida”, afirmó: “Habéis visto a esos que hacen fotos de todo cuando van de turismo, y no miran nada. Luego miran las fotografías en casa. Pero una cosa es mirar la realidad y otra mirar las fotografías, y si nuestra vida es de turista solo miraremos las fotografías o las cosas que pensamos que es la realidad”.
 


“Es una tentación para los jóvenes el ser turistas, el mirar la vida con ojos de turista, superficialmente", continuó: "No toco la realidad, no miro las cosas que suceden, no miro las cosas como son. Las misiones os ayudan a permanecer más atentos, más sensibles, y a mirar con atención”.
 
La misión, “al enseñarte a mirar con ojos nuevos, te acerca al corazón de muchas personas, y destruye la hipocresía. Encontrar a gente adulta hipócrita es algo feo, pero encontrar a un joven que comienza la vida con una actitud de hipocresía, esto es suicida”.


Por otro lado, el Pontífice también invitó a reflexionar sobre los motivos de la misión: “Cuando voy a las misiones no se trata solo de mi decisión, hay otro que me envía a la misión, y no se puede ser misionero sin ser enviado de Jesús. Es el mismo Jesús el que trabaja en tu corazón, el que cambia tu mirada y te hace mirar con ojos nuevos y no con ojos de turista. Debemos vivir en misión, lo cual implica escuchar a aquel que me envía, que es Jesús”.

La misión, dijo Francisco, nos ayuda a "entender que somos hermanos, que no hay una Iglesia y una ciudad de buenos y una Iglesia y una ciudad de malos”.
 
“No podemos hacer nada sin amor", prosiguió el Papa: "El amor es dar la vida. No hay ningún amor más grande que el de aquel que da la vida. Jesús dio ejemplo de esto dando su vida. Si no tienes el corazón dispuesto a amar, no podrás hacer una buena misión”. En ese caso, “la misión pasará como una aventura, un viaje de turismo”. Para evitarlo, hay que “prepararse e ir con un corazón listo para amar”.
 
Ahora bien, ¿qué significa amar? Para el Papa, “amar es la capacidad de estrechar una mano sucia, de mirar a los ojos de aquellos que están en situación de degradación, y decirles: ‘Para mí tú eres Jesús’. Y este es el inicio de toda misión”.




Siendo misioneros, se puede contribuir a luchar contra la “cultura del vacío”. “Venimos de una cultura del vacío, de la soledad. La gente, por dentro, está sola”. Esa cultura del vacío “es la propuesta del mundo y no es compatible con la alegría. Si hay algo que destruye nuestras ciudades es ese aislamiento”.
 
“Ir a la misión es ayudar a salir del aislamiento y hacer comunidad, fraternidad, pero sin adjetivar. Si Dios ama a todos, yo también tengo que estar dispuesto a amar a todos”, subrayó.
 
“Hay muchos hermanos nuestros con la mirada y el rostro desfigurado por una sociedad que solo se defiende con la exclusión, aislando a la gente, ignorando. Si queremos ser misioneros y llevar el evangelio y esa alegría, nunca ignoréis, aisléis o excluyáis a nadie”, dijo, y pidió "horizonte" y "coraje" como virtudes necesarias para ser misionero.
 
Por último, hizo hincapié en que, para poder realizar la misión, hay que tener “una vida espiritual sana, la cual genera jóvenes valientes que, ante algunas cosas que te propone esta ‘cultura normal’ del vacío, son capaces de preguntarse: ‘¿Esto es normal o no es normal?’”.
 
“Los jóvenes son las primeras víctimas de esos vendedores de humo que les meten tantas cosas en la cabeza. Y ante eso hay que preguntarse: ‘¿Esto es normal o no es normal?’. Hay que tener el coraje de buscar la verdad”.
 
Por ejemplo: “¿Es normal que el Mediterráneo se haya convertido en un cementerio? ¿Es normal que tantos países cierren sus puertas a estas personas que huyen del hambre de la guerra, y vienen a buscar un poco de seguridad? Haceros esa pregunta. Si no es normal, debo implicarme para que eso no suceda. Y hacer eso requiere valentía, coraje”, finalizó.