El Papa Francisco ha querido prestar especial atención a las comunidades judías en su viaje a Budapest y a Bratislava. En ésta última, ha tenido un encuentro dedicado sólo a los representantes judíos, mientras que en Budapest estaban invitados en el contexto de un encuentro ecuménico.

En Eslovaquia ha hablado sobre todo de guardar la memoria del pasado, de unir a cristianos y judíos "en la condena de toda violencia, de toda forma de antisemitismo, y en el esfuerzo para que la imagen de Dios en la persona humana no sea profanada", y de resistir ante el paganismo del materialismo o el individualismo.

Hoy en Eslovaquia se calcula que hay apenas unos 2.600 judíos. Había unos 89.000 en 1940, pero unos 69.000 (un 77%) fueron asesinados durante la persecución nazi, cuando Eslovaquia era un estado satélite de Alemania. La mayoría de los supervivientes emigraron a Israel y otros países, o se asimilaron al resto de los eslovacos cambiando de apellidos y abandonando sus tradiciones.

Por su parte, en Hungría hay entre 50.000 y 100.000 judíos, la inmensa mayoría en la capital, que cuenta con una de las comunidades más fuertes en Europa Oriental.

Con los judíos de Hungría

En Budapest, este domingo el Papa se dirigió a los representantes judíos que acudieron con líderes de distintas iglesias cristianas al encuentro con el Pontífice en el Museo de Bellas Artes de Budapest.

Encuentro ecuménico con líderes cristianos, también con la presencia de líderes judíos (a la derecha) en Budapest del Papa Francisco el domingo 12 de septiembre

"Los veo a ustedes, hermanos en la fe de Cristo, y bendigo el camino de comunión que llevan adelante. Los veo a ustedes, hermanos en la fe de Abrahán nuestro padre, y aprecio mucho el compromiso que han mostrado para derribar los muros de separación del pasado. Ustedes, judíos y cristianos, desean ver en el otro ya no un extraño, sino un amigo; ya no un adversario, sino un hermano”, les dijo.

“No es casualidad que todos los que en la Escritura están llamados a seguir de un modo especial al Señor siempre tengan que salir, caminar, llegar a tierras inexploradas y a espacios desconocidos. Pensemos en Abrahán, que dejó casa, parientes y patria. A nosotros, cristianos y judíos, se nos pide que dejemos atrás las incomprensiones del pasado, las pretensiones de tener razón y de culpar a los demás, para ponernos en camino hacia su promesa de paz, porque Dios tiene siempre planes de paz, nunca de aflicción”

Unidos pero sin fundirse

El Papa tomó el ejemplo del Puente de las Cadenas que une las dos partes de la ciudad de Budapest. "No las funde en una, pero las mantiene unidas", dijo el Papa. Así deben ser los vínculos entre judíos y cristianos, insistió.

“Cada vez que se ha tenido la tentación de absorber al otro no se ha construido, sino que se ha destruido; lo mismo cuando se ha querido marginarlo en un gueto, en vez de integrarlo. ¡Cuántas veces ha ocurrido esto en la historia! Debemos estar atentos y rezar para que no se repita”, añadió.

Propuso promover juntos, cristianos y judíos, "una educación para la fraternidad".

“Pienso en la amenaza del antisemitismo, que todavía serpentea en Europa y en otros lugares. Es una mecha que hay que apagar y la mejor forma de desactivarla es trabajar en positivo juntos, es promover la fraternidad. El Puente nos sigue sirviendo de ejemplo, está sostenido por grandes cadenas, formadas por muchos eslabones. Nosotros somos estos eslabones y cada eslabón es fundamental, por eso no podemos seguir viviendo en la sospecha y en la ignorancia, distantes y divididos”.

El poeta que escribía incluso en el campo de la muerte

El Papa se detuvo a recuperar la figura del poeta húngaro Miklós Radnóti una de las tantas "figuras de amigos de Dios que han irradiado su luz en las noches del mundo", "cuya brillante carrera fue truncada por el odio ciego de quienes, sólo porque era de origen judío, primero le impidieron ejercer la docencia y luego lo arrancaron de su familia".

El poeta judío Miklos Radnoti y su esposa, se convirtieron al catolicismo durante la guerra; a él lo mataron sus guardias en 1944, con 35 años, exhausto por largos trabajos forzados

Radnóti fue deportado y obligado a trabajos forzados por ser judío, por el Estado húngaro aliado de la Alemania nazi. Sus biografías recogen que el 2 de mayo de 1943 el poeta y su mujer se bautizaron católicos, dato que el Papa no mencionó en su alocución.

Francisco recordó que el poeta, incluso encerrado "en el abismo más oscuro y depravado de la humanidad", siguió escribiendo poesías hasta su muerte, tal como lo refleja su obra, el Cuaderno de Bor, que muchos consideran el único poemario que ha sobrevivido a la Shoah. Fue fusilado en 1944 por guardias húngaros cuando estaba exhausto.

“En él, el autor da testimonio de la fuerza de creer en el calor del amor en medio del hielo del lager y de iluminar la oscuridad del odio con la luz de la fe, planteando una pregunta que hoy todavía resuena para nosotros: Y tú, ¿cómo vives? ¿Encuentra eco tu voz en este tiempo?”

El Papa citó un verso de Radnóti: «Soy también yo una raíz ahora… Fui una flor, me he convertido en una raíz».

Y añadió: "nosotros estamos llamados a convertirnos en raíces, haciendo fructificar la Palabra de Dios en la tierra. Sólo si estamos profundamente arraigados podremos alcanzar la cima. Enraizados en la escucha del Altísimo y de los demás, ayudaremos a nuestros contemporáneos a acogerse y amarse. Solamente si somos raíces de paz y brotes de unidad seremos creíbles a los ojos del mundo, que nos mira con la nostalgia de que florezca la esperanza. Gracias, y buen camino", concluyó Francisco.

Con los judíos de Eslovaquia

A las 5 de la tarde del lunes, en Bratislava, el Papa llegó a la plaza Rybné Námestie, donde antiguamente se levantaba una sinagoga. Aunque en este país quedan muchos menos judíos, aquí les pudo dedicar un encuentro exclusivo y más detallado.

En primer lugar, todos los asistentes escucharon el testimonio de un sobreviviente que perdió a sus padres durante la II Guerra Mundial, y de Sor Samuela, una religiosa ursulina, congregación que dio ayuda y refugio a los judíos perseguidos en su escuela de Bratislava.

Después del discurso del Papa, el Pontífice participó en un momento de homenaje, oración y memoria por el pueblo judío, recordando especialmente a los asesinados en la II Guerra Mundial. Luego, obsequió a los delegados de la comunidad judía un tradicional plato italiano con la imagen de San Pedro.

Testimonios en Bratislaba con el Papa recordando la persecución antisemita de la Segunda Guerra Mundial

En puertas del Yom Kippur y con la polémica sobre la Torá

Este encuentro con el Papa llega dos días antes del Yom Kippur (fiesta del Perdón o la Expiación), que se celebra el 15 de septiembre. Este miércoles 15 de septiembre, con la salida de las primeras estrellas.

Se considera la más solemne fiesta judía, cerrando los 10 días de reflexión que se abren en el Año Nuevo judío. Mucha gente acude a rezar a la sinagoga este día, el único con 5 servicios de oración. Otros muchos realizan un ayuno de 25 horas y se pide perdón ante Dios y a las personas a las que se ha herido.

Estos dos encuentros han tenido de fondo también la polémica levantada en agosto cuando el Papa predicó sobre la Carta a los Gálatas, en la que San Pablo dice que la Ley (intentar cumplir los numerosísimos mandamientos menores y normas rituales) no puede salvar a los hombres, y sólo Cristo salva. "La Torá no da vida", dijo el Papa. A continuación, varias autoridades religiosas judías (por ejemplo, del Gran Rabinato de Israel) protestaron y pidieron aclaraciones.

El arzobispo Fernández, de La Plata (Argentina) hizo una explicación en L'Osservatore: "Judíos y cristianos reconocemos que la sola ley externa no puede cambiarnos sin la obra purificadora y transformadora de Dios", dijo. El cardenal Koch también envió una carta a las autoridades, como responsable de relaciones con el judaísmo, carta que no se ha publicado íntegra pero en la que destaca que el Papa no se refería al judaísmo moderno.

Con todo, el Papa no se ha referido a estos temas teológicos espinosos en sus alocuciones a las comunidades judías, centrándose en los puntos de colaboración que propone.

A continuación, publicamos el discurso completo del Papa a los judíos de Eslovaquia.

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Vídeo completo del encuentro del Papa con la comunidad judía eslovaca (42 min.)

Discurso del Papa Francisco a las comunidades judías de Eslovaquia

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenas tardes!

Les agradezco sus palabras de bienvenida y los testimonios que nos han dado. Estoy aquí como peregrino para tocar este lugar y ser tocado por él. La plaza donde nos encontramos es muy significativa para su comunidad. Mantiene vivo el recuerdo de un rico pasado: fue durante siglos parte del barrio judío; aquí trabajó el célebre rabino Chatam Sofer.

Aquí había una sinagoga, justo al lado de la Catedral de la Coronación. La arquitectura, como se ha dicho, expresaba la convivencia pacífica de las dos comunidades, símbolo inusual y de gran alcance evocativo, admirable signo de unidad en el nombre del Dios de nuestros padres. Aquí yo también siento la necesidad, como muchos de ustedes, de “quitarme las sandalias”, porque me encuentro en un lugar bendecido por la fraternidad de los hombres en el nombre del Altísimo.

Pero, posteriormente, el nombre de Dios fue deshonrado. En la locura del odio, durante la Segunda Guerra Mundial, más de cien mil judíos eslovacos fueron asesinados. [Como hemos señalado, otras fuentes lo cifran en 69.000. Nota de ReL] Y después, cuando se quisieron borrar las huellas de la comunidad, aquí la sinagoga fue demolida.

Está escrito: «No invocarás en vano el nombre del Señor» (Ex 20,7). El nombre divino, es decir, su misma realidad personal, se nombra en vano cuando se viola la dignidad única e irrepetible del hombre, creado a su imagen. Aquí el nombre de Dios fue deshonrado, porque la peor blasfemia que se le puede causar es la de usarlo para los propios fines, más que para respetar y amar a los demás.

Aquí, ante la historia del pueblo judío, marcada por este agravio trágico e indescriptible, nos avergonzamos de admitirlo: ¡cuántas veces el nombre inefable del Altísimo ha sido usado para realizar acciones que por su falta de humanidad resultan inenarrables! Cuántos opresores han declarado: “Dios está con nosotros”, pero eran ellos los que no estaban con Dios.

Queridos hermanos y hermanas, la historia de ustedes es nuestra historia, sus dolores son nuestros dolores. Para algunos de ustedes, este Memorial de la Soah es el único lugar donde pueden honrar la memoria de sus seres queridos. También yo me uno a ustedes. Sobre el Memorial está escrito en hebreo “Zachor”: “Recuerda”.

La memoria no puede y no debe dejar lugar al olvido, porque no habrá un amanecer en que perdure la fraternidad si antes no se han compartido y disipado las oscuridades de la noche. La pregunta del profeta resuena también para nosotros: «Centinela, ¿cuánto queda de la noche?» (Is 21,11). Esto significa que ya no es tiempo de seguir opacando la imagen de Dios que resplandece en el hombre. Ayudémonos en esto.

Porque tampoco hoy faltan ídolos vanos y falsos que deshonran el nombre del Altísimo. Son los ídolos del poder y del dinero que se imponen sobre la dignidad del hombre, de la indiferencia que vuelve la mirada hacia otra parte, de las manipulaciones que instrumentalizan la religión, haciendo de ella una cuestión de supremacía o reduciéndola a la irrelevancia.

Y también lo es el olvido del pasado, la ignorancia que justifica todo, la rabia y el odio. Estamos unidos —lo repito— en la condena de toda violencia, de toda forma de antisemitismo, y en el esfuerzo para que la imagen de Dios en la persona humana no sea profanada.

Pero esta plaza, queridos hermanos y hermanas, es también un lugar donde brilla la luz de la esperanza. Ustedes vienen aquí cada año a encender la primera luz en el candelabro de la Januká. Así, en la oscuridad, surge el mensaje de que la destrucción y la muerte no son las que tienen la última palabra, sino la renovación y la vida.

Y si la sinagoga fue demolida en este sitio, la comunidad todavía está presente. Está viva y abierta al diálogo. Aquí nuestras historias se encuentran de nuevo. Aquí juntos afirmamos ante Dios la voluntad de seguir en un camino de acercamiento y amistad.

A este respecto, conservo vivo en mí el recuerdo del encuentro en Roma en el año 2017 con los Representantes de vuestras comunidades judías y cristianas. Estoy contento de que posteriormente se haya instituido una Comisión para el diálogo con la Iglesia católica y que juntos hayan publicado importantes documentos.

Es bueno compartir y comunicar lo que nos une. Y es bueno seguir, en la verdad y con sinceridad, en el camino fraterno de purificación de la memoria para sanar las heridas pasadas, así como en el recuerdo del bien recibido y ofrecido. Según el Talmud, el que destruye un solo hombre destruye el mundo entero, y el que salva un solo hombre salva el mundo entero. Cada uno vale, y vale mucho lo que ustedes hacen por medio de su precioso compartir. Les agradezco las puertas que han abierto de ambas partes.

El mundo necesita puertas abiertas. Son signos de bendición para la humanidad. Al padre Abrahán Dios le dijo: «En ti se bendecirán todas las familias de la tierra» (Gn 12,3).

Es un estribillo que resuena en la vida de los padres (cf. Gn 18,18; 22,18; 26,4). A Jacob, o sea Israel, Dios le dijo: «Ellos serán numerosos como el polvo de la tierra, y se extenderán al oeste y al este, al norte y al sur. En ti y en tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra» (Gn 28,14).

Que aquí, en esta tierra eslovaca, tierra de encuentro entre este y oeste, norte y sur, la familia de los hijos de Israel siga cultivando esta vocación, la llamada a ser signo de bendición para todas las familias de la tierra. La bendición del Altísimo se derrama sobre nosotros cuando ve una familia de hermanos que se respetan, se aman y colaboran. Que el Omnipotente los bendiga para que, en medio de tanta discordia que contamina nuestro mundo, puedan ser siempre, juntos, testigos de paz. ¡Shalom!