El papa Francisco ha pedido oraciones por el viaje que realizará este sábado a la isla de Lesbos. Tal y como ha recordado al final de la audiencia general, en este lugar de Grecia, en los meses pasados han llegado y pasado muchos refugiados.

“Iré con mi hermano el patriarca de Constantinopla, Bartolomé, y el arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Hieronymos, para expresar cercanía y solidaridad tanto a los refugiados como a los ciudadanos de Lesbos y a todo el pueblo griego”, ha anunciado el Santo Padre. Por ello, ha pedido ser acompañado con la oración, invocando “la luz y la fuerza del Espíritu Santo y la materna intercesión de la Virgen María”, según informa Zenit.

La catequesis de esta semana ha estado centrada en la narración evangélica de la llamada de Mateo. Y en el resumen hecho en español, Francisco ha señalado que Mateo, por ser publicano es decir, un recaudador de impuestos en nombre del imperio romano, “era considerado por los fariseos un pecador público”. Jesús, en cambio, “invita a Mateo a seguirlo, y comparte su mesa con publicanos y pecadores, ofreciendo también a ellos la posibilidad de ser sus discípulos”, ha observado el Santo Padre.

De este modo, ha precisado que “con estos gestos, les indica que no mira a su pasado, a su condición social o a los convencionalismos exteriores, sino que los recibe con sencillez y les abre un futuro”. Esta actitud de Jesús –ha señalado– vale también para cada uno de nosotros: ser cristianos no nos hace impecables.

Al respecto, el Santo Padre ha subrayado que “la Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón”. Por eso, ha añadido que “la vida cristiana es, pues, una escuela de humildad que se abre a la gracia, en la que se aprende a ver a nuestros hermanos a la luz del amor y de la misericordia del Padre”.

Nos reconforta contemplar a Jesús que no excluye a nadie. “Él es el buen médico que se compadece de nuestras enfermedades. No hay ninguna que él no pueda curar. Nos libra del miedo, de la muerte y del demonio”, ha observado. Del mismo modo, ha aseverado que nos hace sus comensales, ofreciéndonos la salvación en la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía. Estas son las medicinas –ha concluido el Pontífice– con las que el Divino Maestro nos nutre, nos transforma y nos redime.

A continuación ha saludado a los peregrinos de lengua lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. “Que el Señor Jesús –ha pedido– nos alcance con la gracia de mirar siempre a los demás con benevolencia y a reconocerlos como invitados a la mesa del Señor, porque todos, sin excepción, tenemos necesidad de experimentar y de nutrirnos de su misericordia, que es fuente de la que brota nuestra salvación”.

Al finalizar la audiencia, el Santo Padre ha dedicado un saludo particular a los jóvenes, los enfermos y los recién casados, deseando que el anuncio pascual continúe haciéndonos vivir el estupor de los discípulos de Emaús. Así, a los jóvenes les ha recordado que “solo el Señor Jesús sabe responder completamente a las aspiraciones de felicidad y de bien en vuestra vida”. A los enfermos les ha asegurado: “No hay consolación más bella a vuestro sufrimiento que la certeza de la Resurrección de Cristo”. Finalmente, a los recién casados, les ha pedido que vivan “su matrimonio en adhesión concreta a Cristo y a las enseñanzas del Evangelio”.