Las vísperas del último día del año ya son litúrgicamente fiesta de María Santísima Madre de Dios. Así, las últimas oraciones en el Vaticano, como en toda la Iglesia, combinan la reflexión sobre el Dios que busca a los pequeños, como María, para dar grandes frutos, con el agradecimiento por el año que finaliza, que en el Vaticano incluyó el solemne «Te Deum» de acción de gracias en la basílica de San Pedro.

Desde allí el Papa Francisco animó este martes a «pedir a Dios la gracia de unos ojos nuevos, capaces de una mirada contemplativa, una mirada de fe que descubra a Dios en las casas, las calles y las plazas».

Un par de horas antes, el Papa acudió en visita privada a los funerales de la profesora jubilada Maria Grazia Mara, de 95 años de edad, amiga del Papa fallecida el lunes, una experta en Patrística, según difundió la Oficina de Prensa del Vaticano.

Dios prefiere y elige lo pequeño

En la homilía de la última misa del año, el Papa insistió en la preferencia de Dios por lo pequeño. Nació Jesús en Belén, «la más pequeña de las ciudades de Judá», y vivió en Nazaret, un pueblecito. El Hijo de Dios «escogió la ciudad pequeña y la ciudad despreciada».

Según Francisco, «cuando Dios quiere renovar todas las cosas por medio de su Hijo, no comienza en el templo, sino en el seno de una mujer pequeña y pobre de su Pueblo. ¡Es una elección extraordinaria!». Contrariamente a la lógica humana, Dios «no cambia la historia a través de hombres poderosos de las instituciones civiles y religiosas sino a partir de una mujer de la periferia del imperio como María».

 Recordó que ya los profetas del Antiguo Testamento "ponen en guardia frente a la tentación de ligar la presencia de Dios solo al templo, pues Él vive en medio de su Pueblo, camina con él y vive su vida".

«Dios no nos elige por nuestra "habilidad", sino precisamente porque somos y nos sentimos pequeños. Le agradecemos por su Gracia que nos ha sostenido en este año y con alegría le elevamos el canto de alabanza», recapituló el Pontífice.

Jesús "nos invita a lanzarnos al ruedo, a implicarnos"

Aunque la acción de gracias por todas las gracias recibidas en 2019 era universal, el Papa se refirió a la metrópoli de la que es obispo: «Roma no es solo una ciudad complicada, con tantos problemas, con desigualdades, corrupciones y tensiones sociales. Roma es una ciudad a la que Dios envía su Palabra» para invitar a creer, a esperar y «a amar, luchando por el bien de todos», como ha visto hacer a «tantas personas valerosas, creyentes o no».

Dirigiéndose a los fieles en un tono muy intimista, el Papa afirmó que Jesús «nos invita a lanzarnos al ruedo, a implicarnos en la vida de nuestros conciudadanos. Estamos llamados a salir al encuentro de los demás y a ponernos a la escucha de su existencia, de sus gritos de ayuda. ¡La escucha es ya un acto de amor!».

El Papa explicó que la vida de fe requiere «dar testimonio del Evangelio con los hechos más que con las palabras; un servicio de amor que cambia la realidad». De ese modo «soplará en la ciudad y en la Iglesia un aire nuevo, un deseo de ponerse en camino, de superar las viejas lógicas del enfrentamiento y las barricadas para colaborar juntos en edificar una ciudad más justa y fraterna».

Adoración silenciosa al Santísimo

La última parte de la ceremonia consistió en adoración silenciosa del Santísimo Sacramento.

A continuación, el Papa salió a la plaza de San Pedro, ya entrada la noche, para visitar -entre saludos felices a miles de fieles y turistas durante más de media hora- el Nacimiento monumental, regalado este año por el pequeño pueblecito de Scurelle, en la provincia norteña de Trento.

Este pesebre está formado por 23 personajes de tamaño natural, vestidos al estilo popular de comienzos del siglo XX, y rodeado por troncos de madera provenientes de arboles destrozados por la tormenta «Vaia» en octubre de 2018.

Francisco ponía en práctica la idea que había comentado en un tuit lanzado tres horas antes: «Es bonito detenerse ante el #BelénNavideño y confiarle al Señor nuestra vida, hablarle de las personas y de las situaciones que llevamos en el corazón, hacer con Él el balance del año que termina, contarle nuestras expectativas y preocupaciones».