En su homilía de su misa matutina en la Casa Santa Marta, el Papa recordó este jueves que lo propio de los cristianos es más el hacer que el decir: “El decir es un modo de creer, pero muy superficial, a mitad de camino: yo digo que soy cristiano pero no hago lo que hace un cristiano. Es un poco, por decirlo de un modo simple, 'maquillarse' de cristiano: hablar es 'maquillarse', hablar sin obras”.

Francisco hizo esta afirmación comentando tres parejas de conceptos aparentemente antagónicos. "Decir" y "hacer" era el primero: "La propuesta de Jesús es lo concreto, siempre lo concreto. Cuando alguien se acercaba y pedía un consejo, siempre eran cosas concretas. Las obras de misericordia son concretas”.

Luego se refirió a la contraposición entre la "arena" y la "roca" como lugar donde se construye la casa. La arena “no es sólida”, es “una consecuencia del decir”, una caracterización de cristiano, una vida construida “sin fundamentos”. La roca, en cambio, es el Señor: "El Señor, es la roca. Lo concreto de la vida cristiana nos hace ir adelante y construir sobre esa roca que es Dios, que es Jesús; sobre lo sólido de la divinidad. No sobre las apariencias y sobre la vanidad, el orgullo, las recomendaciones".

Por último, "alto" y "bajo", la soberbia frente a la humildad. El Papa recordó, comentando a Isaías, que el Señor "derribó a quienes vivían en lo alto, derrumbó la ciudad excelsa, la derrumbó hasta el suelo. Los pies la pisotean: son los pies de los oprimidos, los pasos de los pobres”, como proclamó la Santísima Virgen en el Magnificat.

"En este período de Adviento", concluyó Francisco, "nos ayudarán algunas preguntas cruciales. Yo, ¿soy cristiano del decir o del hacer? ¿Construyo mi vida sobre la roca de Dios o sobre la arena de la mundanidad, de la vanidad? ¿Soy humilde, trato de ir siempre por lo bajo, sin orgullo, y así servir al Señor?”