​En el mes de diciembre de 2020 el portal Religión en Libertad me dio el premio especial del año “por toda una vida entregada a la predicación, con especial incidencia en la gratuidad de la salvación como don de Dios”. Al notificármelo me preguntaron si lo aceptaba. Yo contesté que sí, ya que no se expresaba de mi parte una excelencia demasiado aparatosa: “Vale", pensaba yo, "eso es lo que he intentado hacer”. Hasta ese momento nadie me había dado ningún premio ni había tenido un gran reconocimiento por mi labor.

​En el escrito que me mandaron insistían en el hecho de que mi colaboración en la evangelización significaba una novedad digna de tenerse en cuenta. Y la verdad es que en esto tengo que reconocer que la sensación de que lo que hacía era novedoso la percibía dentro de mí. Me llamaban protestante por lo de la gratuidad, me amonestaban de posibles desviaciones, me sentía muy solo, mi insistencia en el Espíritu Santo y en la humanidad de Jesucristo no era bien acogida en la pastoral ordinaria. En varias congregaciones se me llegó a decir que mi predicación no encajaba con su espiritualidad, lo cual significaba que me fuera para mi casa cuanto antes.

​Anoche, leyendo el resumen de la catequesis que acaba de dar el Papa Francisco el 18 de agosto de 2021 sobre la Carta a los Gálatas me quedé admirado y pensé: “Ni más ni menos esto es lo que he predicado yo durante más de cuarenta años. Cómo ha sabido intuir Religión en Libertad lo que se está fraguando en la teología y en la espiritualidad de la Iglesia”. Sí, porque dar un premio especial no es una tontería. La revista queda comprometida con el autor y si este es un inepto y dice frivolidades queda salpicada también la entidad que le ha premiado.

​Dice el Papa: “Los mandamientos deben cumplirse pero no nos justifican, solo nos justifica la fe en la sangre de Cristo”. La pastoral de la ley, de las obras, del hay que y debemos de, queda tocada con estas frases: “Que nadie nos quite la alegría de la gratuidad. Observo los mandamientos, sigue el Papa, pero no como absolutos porque sé que lo que me justifica y hace grato delante de Dios es Jesucristo”.

​¿Ustedes creen que tendrán mucho éxito las palabras del Papa? Me temo críticas y soledad o, lo que es peor, indiferencia. Sí, pero para el que lo quiera ver ya sabe por dónde nos va a llevar el Espíritu Santo en los próximos decenios. Santo Domingo de Guzmán ya dijo hace 800 años que el cumplimiento de las Constituciones no obliga bajo pecado ni da la perfección, contra el sentir de todos los monjes de la época. La justificación tiene que venirnos de otra parte, aunque también haya que cumplir las Constituciones para construir la comunidad.