Al comentar el anuncio del nombramiento del arzobispo Pietro Parolin como nuevo secretario de Estado vaticano, casi nadie ha advertido que se trata del primer véneto que ocupa ese importante cargo luego de tres siglos y más.

También la analogía con la actualidad es ciertamente interesante.

El primero, y hasta ahora último, eclesiástico del nordeste italiano en convertirse en el más estrecho colaborador del obispo de Roma en el gobierno de la Iglesia universal fue efectivamente Giambattista (o Giovan Battista) Rubini, nacido en Venecia en 1642 y secretario de Estado desde octubre de 1689 hasta el verano de 1691. Además, Rubini fue también obispo de Vicenza, la diócesis de la que es originario Parolin, desde 1684 a 1702.

Pero la analogía con la actualidad parece terminar aquí, limitándose al aspecto puramente geográfico.

En realidad, Rubini fue nombrado secretario de Estado, y creado cardenal, por Alejandro VIII – en el siglo Pietro Ottoboni – quien lo promovió inmediatamente después de haber sido elegido pontífice el 6 de octubre de 1689, en un cónclave. Pero Alejandro VIII – véneto también él, nacido en Venecia y cuyos padres fueron Marco Ottoboni y Vittoria Tornielli – era el hermano de Cristina Ottoboni, abuela (o madre, según otras fuentes) de Rubini.

Se trató en síntesis de un clásico caso de nepotismo.

"El pontificado de Alejandro VIII – se afirma en la Enciclopedia de los Papas, de la casa Trecanni – vio un exuberante renacimiento del nepotismo. También es posible afirmar que Alejandro VIII fue el último gran pontífice nepotista".

Pero Rubini mantuvo el prestigioso cargo por apenas dos años. Justo la duración del pontificado del tío, quien murió el 1 de febrero de 1691. Su sucesor, Inocencio XII, el pullés Antonio Pignatelli, elegido el 12 de julio posterior, lo sustituyó rápidamente con el cardenal romano Fabrizio Spada.

Inocencio XII emprendió una lucha implacable contra el nepotismo, la que culminó con la bula "Romanum decet pontificem", del 22 de junio de 1692, una lucha conducida también – como se afirma siempre en la Treccani – con la intención "de defender el honor de la curia romana, eliminando de raíz esos abusos que más fácilmente podrían dar cuerpo a la polémica anticatólica y anti-romana".

Volviendo a nuestros días, entonces, si bien en los hechos existe una analogía geográfica entre los dos únicos secretarios de Estado vénetos de la historia, es quizás más fuerte la que vincula, bajo la bandera de una evidente reforma curial, al papa de nombre Francisco que hoy llama a su lado al vicentino Parolin con el lejano predecesor Inocencio XII, quien por el contrario se desembarazó rápidamente del obispo de Vicenza que había heredado como secretario de Estado.

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