Ya hemos comentado aquí otras veces que, por lo general, las “listas de personajes” elaboradas por algunos medios en diferentes ocasiones a lo largo del año son bastante arbitrarias. Hay que reconocer, de todas formas, que no es fácil hacer una lista “objetiva” de la gente más poderosa o más famosa del mundo. Casi siempre se trata de la percepción que tiene el equipo de redactores que prepara esos reportajes. Eso es lo que ocurre con la última lista de ese tipo que he visto: la publica la revista británica New Statesman y consiste nada menos que en las 50 personas más influyentes del planeta.

Lo que me ha interesado es que colocan a Benedicto XVI en el puesto número 6, lo que significa un importante salto hacia delante si se tiene en cuenta que hace un año ocupaba el número 26 de ese elenco. Me parece significativo que  esa consideración llegue poco después del viaje de Benedicto XVI a Gran Bretaña, y en un año en el que la figura del Papa ha aparecido machaconamente en la prensa en un contexto generalmente negativo.

Subrayo que no creo que esta lista añada o quite nada a la persona de Benedicto XVI.  Además, la descripción que ofrecen del poder del Papa es, en mi opinión, más bien floja. Pero es sintomático que una conocida revista "de izquierdas" no le considere una figura decorativa o expresión de una institución más o menos pintoresca perteneciente al pasado.