Fue la primera vez que un Papa elevaba a los altares a su predecesor desde hacía mil años, ha sido la beatificación más rápida de la historia desde que la Santa Sede dispuso reglas para los procesos, fue la más multitudinaria - se calcula un millón y medio de peregrinos -; en resumen, una nueva colección de “records” que se añadían a tantos de Juan Pablo II en vida.