Es la ciudad más moderna del mundo y una de las más pobladas, con 20 millones de habitantes que pasean diariamente entre los edificios futuristas de enormes formas y diferentes colores, la mayoría confeccionados de cristal. Construcciones de alturas desproporcionadas que hacen del país al que pertenece, la República Popular China, el cuarto más grande del mundo con cerca de 1.300 millones de habitantes y merecedor del segundo puesto como potencia económica mundial.
Shanghái es el centro comercial y financiero del país y ocupa una superficie de 6.218 kilómetros cuadrados.

La ciudad se ha erigido estos días en un inmenso escaparate mundial tomando prestados 152 países de los cinco continentes para mostrarlos a más de 70 millones de personas en la Expo Universal 2010 desde el pasado mayo. En ella se encuentran representados la mayoría de los estados del mundo mediante significativos y originales pabellones. Sin embargo, hay uno de suma importancia que sí ha participado en eventos similares pero que en esta ocasión no lo hace: el Vaticano.
Desde hace largos años, el Gobierno comunista mantiene una situación de conflicto con la Santa Sede que se materializa en un constante tira y afloja entre ambos. Así, las autoridades del país aceptan sin problemas la llamada Iglesia Patriótica, mientras que los católicos fieles a Roma viven su fe en la Iglesia «clandestina», como los primeros cristianos, en las catacumbas y bajo amenaza de prisión. A pesar de esto, muchos obispos de la Iglesia Patriótica han sido reconocidos por Roma, lo que hace que miles de católicos chinos puedan vivir su fe.


Lo que nadie preveía es que los católicos finalmente sí estarían representados en la Exposición Universal de Shanghái. Dentro del mismo recinto donde tiene lugar, se alza solemne la iglesia católica de San Francisco Javier, de estilo barroco. Su interior contiene, desde hace algunas semanas, un impresionante retablo de 12 metros de altura, elaborado según los estrictos cánones del arte bizantino, que está sirviendo de acercamiento entre la Iglesia Patriótica y la de Roma.

El autor del retablo es el español Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, que también realizó los frescos del ábside de la Catedral de la Almudena de Madrid, junto a un equipo de pintores. Precisamente, fue el párroco de la iglesia china quien se interesó por esta obra al llegar a sus manos un gran folleto con fotografías de las pinturas. A partir de entonces, Argüello diseñó un proyecto que se adecuó a las características de la parroquia china. El Gobierno de la ciudad, tras estudiarlo, lo aprobó y dio el visto bueno para su realización.

El responsable internacional de esta iniciación cristiana de adultos es Premio Nacional Extraordinario de pintura y tiene a sus espaldas un extenso número de obras diseminadas por todo el mundo. La de Shanghái, que aúna modernidad y tradición, lleva adelante una nueva estética cuya composición sigue la más antigua tradición, común entre las Iglesias de Oriente y Occidente. Un arte al servicio del hombre que encuentra, al contemplar la imagen, una ayuda en su camino de fe.


El mural fue elaborado en tiempo récord ante el apremio de la inauguración de la Expo. Contiene las escenas más importantes en la vida del cristiano: Pentecostés, la Crucifixión o la Transfiguración, entre otras. Todas ellas presididas por un Cristo Pantócrator que sujeta en la mano izquierda el Libro de la Vida en el que está escrito en caracteres chinos el versículo del Evangelio de San Mateo «Amad a vuestros enemigos» y «Vengo pronto», del Apocalipsis. En la escena inferior, se encuentran representados la Santísima Trinidad y San Pedro y San Pablo.


El retablo ha sido confeccionado con pan de oro. Una de las características de la pintura es que la perspectiva se encuentra a la inversa. Argüello al elaborar las imágenes sitúa el punto de fuga no en el interior de la pintura como se hacía en el Renacimiento, sino fuera de ella, en el espectador, como en la iconografía oriental. Esto hace del conjunto un anuncio Kerigmático, una Buena Noticia que se actualiza en el momento en el que se ve, del mismo modo que los sacramentos hacen presente el acto salvífico de Cristo.


Una Buena Noticia que ya ha comenzado a circular entre los miles de chinos que visitan cada día la Expo y quedan sorprendidos de las imágenes y de sus vivos colores. Un arte del que quieren conocer más y gracias al cual se acercan a la Iglesia católica. Por eso, la Expo Universal de Shanghái 2010 es en este caso un acontecimiento al servicio de la nueva evangelización. Curiosamente se puede decir que todo esto es fruto de las pinturas que Argüello realizó en la Catedral de la Almudena por las que fue duramente criticado.