En su reciente libro «Religión en una democracia frustrada» (Vozdepapel), García Nuño aborda, entre otras cuestiones, el laicismo de las políticas del actual Gobierno. En aras de una presunta neutralidad en materia de religión, el Ejecutivo socialista ha puesto en marcha la asignatura denominada «Educación para la ciudadanía». En ella, por encima del derecho de los padres a decidir sobre la educación de sus hijos, se trasmite a los alumnos criterios contrarios a las creencias de muchos de ellos en cuestiones como la familia, el derecho a la vida, las relaciones entre la Iglesia y el Estado, la valoración de la sexualidad,…


Especialmente crítico se muestra García Nuño con su obligatoriedad en los planes de estudios, que contradice abiertamente los valores de libertad, tolerancia y pluralidad con los que intenta presentarse.

Además de esta intromisión estatal en la conciencia moral de los alumnos, García Nuño detecta que se emplea el sexo «como opio del pueblo». Las campañas sobre educación sexual que se han emprendido, además de ineficaces, han trivializado las relaciones humanas proyectando una imagen superficial y frívola de la sexualidad. Y de un modo que violenta la conciencia religiosa y la sensibilidad de muchos españoles. Se trata de un caso, entre otros, en el que, sin modificación de la Constitución, se actúa erosionando gravemente un derecho fundamental.

En este contexto, el Parlamento ha aprobado una ley del aborto que, además de la vulneración del derecho a la vida, ha resultado polémica incluso en sectores sociales sin ninguna relación con la Iglesia católica.


En el trasfondo de todo esto, García Nuño detecta un laicismo que, apelando a la democracia y a la neutralidad del Estado, pretende dificultar que los ciudadanos con creencias religiosas las expresen públicamente. Ello, según el autor de Religión en una democracia frustrada, no sólo daña seriamente el derecho a la libertad religiosa, sino que pervierte la esencia misma de la democracia, puesto que el resto de derechos también resulta lesionado: «La religiosidad, al ser lo más nuclear del hombre —declara García Nuño— es, para bien y mal, lo que más condiciona los demás derechos. Una restricción en la libertad religiosa afecta a la de asociación, expresión, opinión, reunión, educación, etc.»


El enfriamiento o la práctica desaparición de la dimensión religiosa del hombre y la sociedad, asegura García Nuño, es un fenómeno sumamente preocupante. Pero además, si es el Estado el que intenta ocupar el espacio de la religión, nos encontramos con los «devotos del dios Estado» que anteceden al totalitarismo, por mucho que anuncien la libertad.

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Título: Religión en una democracia frustrada Vozdepapel
Autor: Alfonso García Nuño  
Editorial: Vozdepapel  
Páginas: 222  
Precio 17 euros