«Como sacerdote, profesor y pastor, y después como Obispo y metropolitano de Cracovia, Karol Wojtyla fue visto por el Gobierno como un peligroso enemigo ideológico», asegura el editor del libro, Marek Lasota en la introducción de «Hacia la Verdad y la Libertad: La Policía Secreta Comunista y Karol Wojtyla». «Esto se comprueba por el uso de una gama completa de métodos operativos y técnicos contra él, desde pincharle el teléfono y espiarle la correspondencia, hasta la observación directa a través de un ared de agentes destinada a labores de cotrainformación», continñua Lasota.
 
Las 687 páginas del volúmen se inauguran con un documento policial de mayo de 1946, cuando el futuro pontífice era aún seminarista, y en el que se investigan posibles conexiones con con un grupo patriótico de estudiantes en Cracovia.
 
El último de los documentos recogidos en el libro es un criptograma destinado al Ministerio del Interior en Varsovia, fechado el 24 de mayo de 1978, en el que se cita una petición del entonces cardenal Wojtyla en la que pedía permiso para realizar una procesión con motivo de la festividad del Corpus Christi desde la catedral de Wawel y se exponen las razones de su rechazo oficial.
 
La colección de documentos muestra cómo la vigilancia y el acoso se incrementó notablemente después de que el padre Wojtyla fuera nombrado obispo en 1958, circunstancia que aumentó las peticiones de la Policía comunista secreta de más información y, sobre todo, más precisa, sobre su vida y el trabajo que desempeñaba, según recoge la Catholic News Agency.

Entre las docenas de cuestiones que eran trasladadas a los informantes, la Policía secreta preguntaba por las ropas del obispo, cómo se afeitaba, así como sobre la radio que escuchaba, su máquina de escribir y quién le ayudaba a mantener estos aparatos.

Se cree que alrededor del 10 por ciento del clero católico entonces habría ejercido labores de información en la Polonia comunista, aunque los ratios más altos de reclutamiento se dieron en algunas diócesis en los años 80.

En abril de 2005, poco después de la muerte del Papa, la misma institución que ha elaborado este libro acusó al padre dominico polaco Konrad Hejmo de haber espiado al Pontífice durante dos décadas en Roma.