No hay que confundir a este Gijs Vermeulen, camarero de 24 años, con el Gijs Vermeulen, de 29, también holandés, y medallista olímpico en Atenas 2004 en la modalidad de remo.

El Gijs Vermeulen que se ha convertido en un pequeño problema para la Iglesia holandesa es un joven de la localidad de Reusel, en el sur del país, en una zona, el norte de Brabante, lindante con Bélgica y mayoritariamente católica. Los poco más de 13.000 habitantes de Reusel le eligieron este año como rey del Carnaval, y eso no debería haber supuesto ningún problema religioso, si no fuese porque es costumbre que quien ocupa ese cargo asista a la misa del sábado anterior al Miércoles de Ceniza con una cierta representatividad local. Y Vermeulen, como es público y notorio en el pueblo, es homosexual y vive con su novio.

La Iglesia no ha podido ser más respetuosa con él. No planteó objeción alguna a su presencia en la ceremonia, y simplemente el padre Luc Buyens le pidió que no comulgase, ante el carácter público de su situación. Él no lo hizo, y ahí podía haber quedado la cosa.

Pero el lobby gay se puso en marcha, y la revista para homosexuales Gaykrant llamó a una movilización para asistir masivamente a la misa dominical en Reusel, forzando al párroco a darles de comulgar, o bien a tener que despedirlos a todos, según cuenta el diario NRC Handelsblad. Como el padre Buyens acudió a su obispo para pedirle consejo y respaldo, y monseñor Antoon Hurkmans, titular de la diócesis de Den Bosch (o ´s-Hertogenbosch), se lo dio, ahora los activistas quieren hacer lo mismo en la catedral de San Juan Evangelista en dicha ciudad, capital de la región.

Cuentan, además, con apoyo político, el de Lilianne Ploumen, del Partido Laborista y representante activa de su partido en la Internacional Socialista.

Uno de los canónigos de San Juan, Antoine Bodar, ha denunciado que «se está buscando una confrontación». «La Iglesia ya sabe que hay homosexuales y saber ser como un león en el púlpito y como una oveja en el confesionario», afirmó Bodar, pero «el problema comienza cuando alguien comienza a presentarse a sí mismo como el "príncipe gay" del carnaval de su pueblo».