Esta acusación puede sostenerse en muchos ejemplos, empezando por algunos programas de los últimos diez años que han sido blasfemos y altamente ofensivos para los católicos.
En 2003, la BBC emitió -con una gran audiencia internacional- un documental titulado «El Sexo y la Ciudad Santa», que desfiguraba intencionadamente a la Iglesia y su enseñanza sobre los condones y el sida. Dos años después, emitía «Jerry Springer the Opera», un programa blasfemo y muy ofensivo que ridiculizaba a Jesús y a la fe en general.
 
Poco antes, la BBC se había gastado dos millones de libras (3,13 millones de dólares) en un programa llamado «Popetown» - una serie animada en el Vaticano que ridiculizaba a la Iglesia e incluía escenas de bestialidad. Debido a las protestas, se prohibió en Gran Bretaña pero siguió emitiéndose en el extranjero y vendiéndose en Gran Bretaña en DVD.
 
La BBC también ha sido acusada de cometer errores en otras áreas cuando se trata del catolicismo. La persecución de católicos en Oriente Medio o Asia raramente recibe su cobertura o una atención adecuada; la buena e inmensa labor que sacerdotes, religiosos y laicos católicos hacen por el mundo es normalmente ignorada; y la inestimable aportación de la Iglesia a la cultura occidental tiende a desacreditarse centrándose en los pecados del pasado de los miembros de la Iglesia.

También se ha culpado a la BBC de ser tendenciosamente anticatólica en temas más sutiles. Las mesas de debate, las informaciones de las noticias y los artículos en su web tienden a enfocarse en lo sensacional; suelen incluir también aportaciones de figuras laicas o de católicos disidentes pero rara vez de católicos ortodoxos que explicarían adecuadamente las enseñanzas de la Iglesia.

El tratamiento del clero por parte de la cadena abarca con no poca frecuencia preguntas de presentadores que muestran desprecio y desdén y que parecen considerarlos culpables hasta que no prueben su inocencia. Stephen Glover, columnista de periódicos británico, y no católico, escribía cómo un entrevistador televisivo de la BBC, sometiendo a interrogatorio en 2007 al arzobispo inglés Vicent Nichols «le trataba como un miembro de alguna secta extrema, interrumpiéndole continuamente, y se dirigía a él como si pensara que era medio tonto».

La mayor parte de este espíritu tendencioso se atribuye al modo de pensar predominante laicista en la cadena, que abraza o simpatiza con la cultura de la muerte, sea el aborto, el feminismo radical, la agenda homosexual, la eutanasia o la ciencia inmoral como la investigación con células madre embrionarias.
 
«La BBC», escribía una vez Glover, «representa un consenso materialista y mecánico, que ha rechazado a Dios, y se engaña a sí mismo con que la ciencia es capaz de proporcionar una explicación completa de la existencia».
 
Incluso uno de los más versados periodistas de la BBC, Andrew Marr, admitía la dificultad que la cadena tiene a la hora de dar una cobertura no tendenciosa.

«La BBC no es imparcial o neutral», decía en una cumbre secreta de ejecutivos de la BBC en el 2006. «Es una organización financiada con dinero público, con un número anormalmente grande de gente joven, minorías étnicas y gays. Tiene una tendencia liberal y no tanto una tendencia política liberal. Se expresaría mejor como una tendencia cultural liberal».

En la misma reunión, un veterano ejecutivo de la BBC, según citaba la prensa británica, dijo que había «un reconocimiento extendido de que hemos podido ir demasiado lejos en la dirección de lo políticamente correcto» y que la mayor parte de esta mentalidad está «tan profundamente enraizada en la cultura de la BBC, que es muy difícil cambiarla».

También se informó de que «casi todos» en aquel encuentro estuvieron de acuerdo en que la Biblia pudiera ser arrojada a una papelera durante una comedia televisiva, pero no el Corán por miedo a ofender a los musulmanes.
 
Los directivos de la BBC, por supuesto, rechazan públicamente y con presteza la mayoría de las acusaciones sobre su tendencioso anticatolicismo. Hace unas semanas, Mark Thompson, el director general de la cadena - en la práctica, su redactor jefe - dio una conferencia en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma sobre el tema «Emisión y sociedad civil».
 
Fue decepcionante y quizá revelador que su discurso no mencionara en modo alguno la religión sino que en vez de ello se centrara en lo bien la BBC lo está haciendo como cadena estatal independiente, y cómo un futuro reajuste promete ofrecer programas de mejor calidad.

Pero durante la sesión posterior de preguntas y respuestas, admitió que «puede darse el caso» de un cierto sesgo anticatólico en relación con la cobertura de noticias, aunque, en cuanto lo que tiene que ver con la emisión religiosa de la cadena, afirmó que la BBC intenta y logra por lo general dar «una imagen adecuada».
 
Dio luego algunos ejemplos de documentales de la BBC y de la cobertura en directo de la Iglesia, desde el funeral del cardenal Basil Hume, antiguo arzobispo de Westminster, hasta la exposición en Gran Bretaña de las reliquias de Santa Teresa de Lisieux.

Preguntado si creía que la BBC tiende a favorecer una ideología en las antípodas de la enseñanza de la Iglesia, respondió: «No, de verdad que no», y recordó otro programa, esta vez sobre la Pasión durante la Pascua de 2008.

Esta no es la primera vez que se enfrenta a estas críticas. Hablando sobre el tema de las emisiones religiosas en una conferencia en Londres en 2008, Thompson, que es católico, recordaba cómo su madre sacudió la cabeza cuando se le dijo que su hijo había sido nombrado director general. «La BBC es anticatólica y anti-Dios», le dijo con palabras claras.
 
Pero tales etiquetas de anti-Dios, explicaba a su audiencia en Londres, «no están muy extendidas; incluso no son del todo verdaderas». Afirmó que, naturalmente, dentro de la BBC hay mucha gente «que tiene un punto de vista bastante escéptico respecto a la religión», pero también se puede encontrar a «miles de personas para quienes la religión juega un papel central en sus vidas». Aceptaba que la cobertura de la religión como «fe y experiencia vivida» en vez de como un relato o controversia era «inusual», pero observaba que hay más interés en la programación de asuntos religioso de «perfil alto» que hace 25 años.
 
Pero incluso bajo su dirección, ha descendido la cobertura televisiva dada por la BBC a los asuntos religiosos, desde las 177 horas de 1987-88 hasta las 155 horas de 2007-08. El órgano de gobierno de la Iglesia de Inglaterra, el Sínodo General, debatía hace poco si la BBC margina el cristianismo, tratándolo como una especie de «show anormal» o una «especie rara» para estudiar en un programa de naturaleza.
 
En su conferencia en Roma, Thompson afirmaba que no tocaba la religión específicamente porque no quería ponerla en una categoría especial, prefiriendo, por el contrario, incluir la religión en sus comentarios sobre historia, conocimiento y cultura. Aún así dicha postura corre el riesgo de dejarla aún más de lado, y es quizá una de las razones por las que la BBC raramente emite programas sobre una fe en particular sino que, en vez de eso, las amontona juntas en un desorden relativista.
 
Un sacerdote tras escuchar la conferencia de Thompson, preguntó: «¿Por qué no tienen programas dedicados a cada religión, por ejemplo uno formado por un grupo de teólogos católicos discutiendo el papel de las obras en la justificación, u otro de eruditos musulmanes debatiendo sobre la interpretación del Corán?».
 
Hablando después con ZENIT, Thompson, parecía abierto a tener un diálogo honesto con la Iglesia y a escuchar ideas para mejorar la cobertura. El principal propósito de su visita era encontrarse con el Santo Padre y con representantes del Vaticano para hablar sobre la visita del Papa a Gran Bretaña a finales de este año.
Un singo de esperanza, aunque quedan muchas dudas sobre hasta qué punto la dirección de BBC se tome realmente en serio a la Iglesia.