La ministra de Sanidad, Trinidad Jimenez, reiteró por activa y por pasiva que la llamada píldora del día después no tenía penas efectos secundarios y que era segura su dispensación de manera libre y sin control médico a través de receta. El pasado mes de mayo, la ministra aseguraba rotunda: «Hay suficientes datos sobre su seguridad».

Más añun, el propio folleto informativo que el Ministerio ha enviado para que sea repartido junto con la píldora, asegura que no es abortivo y que sus efectos secundarios con muy leves o pasan rápidamente.


Sin embargo, el Informe de la Agencia Española del Medicamento -dependiente del Ministerio de Sanidad-, reseña en un informe elaborado después de que el Gobierno decidiera imponer contra el criterio médico y farmaceútico la venta sin receta (y, por lo tanto, sin control) de la píldora del día después, que un mal uso de la misma puede producir, entre otros efectos secundarios, embarazo ectópico o tromboembolismo  venoso, tercera causa de muerte entre las enfermedades cardiovasculares.

Ante estos hechos, la presidenta de la Asociación Española de Farmaceúticos Católicos, Ester Fonseca, ha reiterado a ReL que «este informe pone de manifiesto la indefensión en la que nos encontramos los farmaceúticos», ya que se reconoce el riesgo en caso de uso descontrolado, pero al tiempo el Ministerio ha eliminado cualquier tipo de control.

Tal y como está la situación en estos momentos, asegura Fonseca, «es imposible saber si la mujer que pide la píldora en la farmacia está tomándola de manera controlada o no».


La Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos (CONCAPA) ha reclamado la dimisión de Trinidad Jiménez, «por ocultar los efectos dañinos de la píldora del día después» ya que, alegan, «ha demostrado con estos hechos su gran desprecio tanto a la mujer como a la totalidad de la sociedad española». Del mismo modo, desde CONCAPA se exige «la rectificación del prospecto por uno que diga toda la verdad sobre esta píldora, así como la necesidad de exigir receta médica para comprarlo».

Para el director de la Fundación vida, Manuel Cruz, «es inadmisible que la responsable de la salud del país ignore a la ciencia y se deje llevar por la ideología para poner en riesgo la integridad de las españolas». «No es de recibo», prosigue, «que se saque una norma con el único aval del feminismo más radical y de las empresas interesadas, asegurando prácticamente que se les da a las jóvenes algo inocuo, cuando es algo abortivo y peligroso para la salud».