La frase de monseñor Javier Martínez que ha levantado la polémica es, paradójicamente, un reproche a los hombres que abusan de las mujeres utilizándolas para su propio interés, descargando luego en ellas el drama del aborto.

En su homilía del 20 de diciembre, IV Domingo de Adviento, pronunciada en la catedral de la diócesis, el arzobispo de Granada consideraba que había «pocas imágenes más tristes» que ver a los diputados «aplaudiendo lo que por fin se ha convertido en un derecho: matar a niños en el seno de la madre». Bajo el punto de vista de que los dictadores totalitarios del siglo XX también establecieron «la legalidad de otros crímenes», comparaba la situación que plantea el derecho al aborto con la que vivieron «los médicos o los soldados bajo el régimen de Hitler o de Stalin». Y, por último, denunciaba que ese derecho «le da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella», no ellos, en alusión a «un crimen que siempre deja huellas en la conciencia y para el que ni los médicos ni los psiquiatras ni todas las técnicas conocen el remedio». Monseñor Martínez concluía este apartado recordando que lo único eficaz contra ese dolor es el perdón, y ofrecía para ello a la Iglesia como «una casa, una familia y una madre».

Sorprendentemente, para los creadores del grupo en Facebook Que la Justicia actúe contra el arzobispo de Granada, estas afirmaciones del obispo constituyen una «apología de la violencia de género, con el agravante de ser un personaje público y hacerlo desde una tribuna», y han lanzado una campaña que en poco tiempo ha superado las diez mil adhesiones.

Entre los promotores de la denuncia figura la página web feminista Ciudad de Mujeres, quien recurre a la célebre palabra creada por Bibiana Aido para referirse a las «miembras» de su lista de distribución. Este grupo considera además que las palabras de monseñor Martínez «pueden constituir un delito al incitar y justificar la violencia de género», y consideran que las posiciones del imán de Fuengirola por las que fue condenado a quince meses de prisión eran «similares» a las del arzobispo. En 2004, Mohamed Kamal Mustafa recibió esa sentencia tras una denuncia de 2000 por un libro en el que explicaba en qué partes del cuerpo y con qué objetos debía ser golpeada la mujer.

Tras denunciar que se compare el aborto con Hitler, Ciudad de Mujeres compara la violencia de género con el terrorismo: «No podemos permitir que nadie, y menos si lo hace desde una tribuna pública o un púlpito, pueda contribuir con sus palabras a su propagación y justificación», concluyen. Monseñor Martínez censuraba precisamente que con el aborto queda en manos del Estado «decidir quién tiene derecho a vivir y quién no».