El análisis de los datos manifiesta que las restricciones de los Gobiernos contra la religión son altas o muy altas en 43 países (alrededor de uno de cada cinco). Pero, debido a que muchos son de gran población como China, India y Pakistán, más de la mitad de la población vive bajo altos niveles de restricción religiosa. Un número mayor de países, 119, tiene restricciones menores, pero en ellos sus población es mucho menor, indicó el estudio.
 
En un detalle más profundo del análisis, el Centro Pew de Investigaciones, un organismo sin ánimo de lucro, indica que 64 países -la mayoría del Oriente Medio y el norte de África, tienen un alto nivel de restricción religiosa que afecta principalmente a las minorías. Como representativos de las restricciones oficiales a la actividad religiosa y la hostilidad, el informe destaca los casos de Arabia Saudí, Pakistán e Irán, informa Fides.
 
La mayoría de las naciones establecen la libertad religiosa en sus constituciones, pero sólo una cuarta parte respeta en la práctica esos derechos legales, según el informe. Por el contrario, el menor nivel de restricciones se registra en los países de las Américas, aunque sí se aplican en Cuba, México, Venezuela y Colombia. Canadá, Estados Unidos y Brasil tienen un bajo nivel de restricciones oficiales aunque las hostilidades sociales son mayores que en los otros dos, según el informe.
 
Por ejemplo, «en EE.UU. las limitaciones del Gobierno son relativamente pocas, pero el nivel de hostilidad en su sociedad supera a la de otras grandes democracias como las de Brasil y Japón», según el informe. El estudio también determinó que en 75 países los Gobiernos limitan los esfuerzos de grupos religiosos o individuos por convencer a otros a que se unan a su credo. Además, en 178 países (el 90 por ciento), los grupos religiosos deben registrarse ante el Gobierno y en 117 (59 por ciento) esa inscripción tuvo como resultado problemas importantes o discriminación abierta contra ciertos credos, según el informe.

El Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia ha apuntado a ReL que, en España, las consecuencias de las fricciones entre los partidarios del lacismo, que defienden que la religión «es un asunto privado que debe carecer de manifestaciones y visibilidad públicas» y los partidarios de la aconfesionalidad, que entienden el hecho religioso como «positivo»  se traducen en «políticas restrictivas del derecho a la objeción de conciencia en diversos asuntos, algunos citados en el contexto de los actos preparatorios de la futura ley de libertad religiosa».
 
Desde esta asociación, defensora de la libertad religiosa, se recuerda en este sentido que «el ministro de Justicia afirmó que la conciencia no puede ser una excusa permanente para desobedecer la ley»,  que se ha fomentado un «sorprendente y artificial debate» sobre la presencia de símbolos religiosos en escuelas, actos y lugares públicos y «las reiteradas declaraciones de parte del sector político asignando un papel a la religión limitado a la vida privada de los ciudadanos, al margen de la realidad social en la que la religión es un elemento habitual y de cohesión».