El presidente y fundador de Mensajeros de la Paz, el padre Ángel García, ha asegurado, en relación a la denuncia del pecado público en el que incurrirán los políticos bautizados que voten a favor o impulsen el aborto realizada por monseñor Martínez Camino hace unas semanas, que «en el siglo XXI no se debería hablar de excomunión ni de quemar, sobre todo repasando la historia».

En el mismo tono de su discurso, aseguró que «le daría la comunión a Bono», quien hizo las veces de presentador en el desayuno informativo. Además, rechazó que la familia actual esté en crisis «diga quien lo diga, aunque lo diga en la plaza de Colón» de Madrid, en referencia a las celebraciones por la familia que se han venido organizando en los últimos años y que en esta ocasión tendrá lugar en la plaza de Lima.

Y «repasando» la historia, el Padre Ángel ha caído en una de las «leyendas negras» de la Iglesia más difundidas y desmentidas al considera que es «bueno recordar a Galileo y a Bruno, a los que no sólo excomulgaron sino que también quemaron en hogueras».

Galileo Galilei, lejos de morir excomulgado y churruscado en una pira, murió de viejo a los 78 años de edad. Más aún, según cuenta Vittorio Messori en su libro «Las leyendas negras de la Iglesia», cuando el 22 de junio de 1633 escuchó su sentencia (que estaba equivocada, porque infalible en la Iglesia sólo es el Papa cuando habla ex catedra), se limitó a dar las gracias ante la moderada pena que se le impuso.

Y el agradecimiento debía de ser sincero, a juzgar cómo había sido alojado durante el proceso. No permaneció ni un sólo día en un calabozo, sino que estuvo alojado en una rsidencia de cinco habitaciones con vistas al Vaticano, atendido por un ayudante personal, todo a cuenta de la Santa Sede. Tras la sentencia, el científico que no pudo demostrar la teoría heliocéntrica en el proceso, se alojó en la Villa Médici primero y luego en el palacio arzobispal de Siena, hasta el momento de regresar a su casa, donde siguió trabajando hasta fenecer por el motivo evidente de la edad.



Por último, el sacerdote reivindicó la Iglesia «de Pedro Casaldáliga, Vicente Ferrer o loc curas de Vallecas y Entrevías».