El acto oficial de presentación del XI Congreso de Católicos y Vida Pública organizado por la Fundación San Pablo CEU contó con un cardenal, como ya es tradición. En esta ocasión, el encargado de dar el pistoletazo de salida a una de las citas más consolidadas para la reflexión de los católicos con intención y voluntad de hacerse presentes en la vida pública, fue el cardenal Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum».

En su intervención, el prelado presentó la vida de Robert Schumann, padre de la unidad europea, como ejemplo de católico laico comprometido con la promoción del bién común, figura paralela en tiempo y acción a la del cardeal Herrera Oria, una de las figuras más prominentes de la Asociación Católica de Propagandistas.

Cordes señaló que «hay que rezar para que haya vocaciones políticas entre la juventud», ya que quien se responde a esa llamada de servicio al bien común se encontrará con «muchos demonios y tentaciones» en su actividad. Cordes señaló la importancia de distinguir entre la «vocación» política y la simple «profesión» política, ya qeu esta es arriesgada y al tiempo está llena de oportunidades.
En referencia a las movilizaciones contra la nueva ley del aborto que diversos movimientos asociativos han desarrollado en los últimos meses, en concreto la manifestación del pasado 17 de octubre en Madrid, el prelado señaló que sintió una sana «envidia» al tener noticias de su éxito y lamentó que el pueblo alemán «no muestre la misma disposición a luchar por la vida». «Espero que el ejemplo de la firmeza española pueda llegar a Europa para que no pierda la hora de su salvación», agregó el cardenal.

Sin embargo, el prelado señaló que no basta con realizar acciones masivas como la mencionada, sino que es necesario un trabajo a nivel humano, casi corazón a corazón. «Hay que conquistar uno a uno», aseguró.


el cardenal Paul Josef Cordes, resaltó que «el Estado no es fuente absoluta de verdad y moralidad» y, siguiendo la teoría de las sociedades abiertas de Karl Popper, subrayó que «el principio de las mayorías no es aplicable sin límites».

Así, Cordes ha asegurado que «el Estado vive de factores que eél mismo no puede garantizar», por lo que a lo largo de la historia ha necesitado y reconocido «la razón moral a partir de tradiciones religiosas precedentes».