Entre las cadenas de una selva bajo el secuestro canalla de los narcoterroristas de las FARC, Marino Restrepo encontró la fe y ahora encabeza el grupo «Peregrinos del Amor». Vive sin propiedades, confiando toda su vida a la Providencia. Durante una charla de sobremesa tras cantar alguna de sus canciones, explica a ReL su azarosa vida.

- ¿Se considera usted un tecno-misionero?
- Nos toca. En el mundo actual, como mejor nos podemos comunicar es a través de la web.

- Se puede decir que usted llegó a tener un estatus muy alto en el mundo de la farándula.
- Conseguí un contrato de exclusividad con Sony Músic, con un grupo de Santa Fe, con la orquesta, fui actor en series, libretista y hasta fui sound dubber (actor de doblaje).

- ¿Puso voces? ¿Recuerda a quienes?
Sí, en muchos dibujos de Hannah Barbera, ratones, perros, una vaca…

- ¿Estaba presente la religión en aquella etapa de su vida?
- No, en absoluto. No existía, ni me importaba. El mundo de los actores es un mundo donde domina lo superficial, la vanidad. Es muy importante la imagen física de las personas. Lo que sí hay mucho en Estados Unidos son sectas y cosas oscuras. Lo esotérico, eso sí tiene éxito en ese mundillo. Va mucho lo de la magia, claro, porque eso sí produce dinero.

- En España el mundo de los actores se considera bastante alejado del mundo religioso…
- Ahí también, pero yo estoy convencido de que los hay. De que hay actores muy católicos, aquí y allí. Lo que pasa es los propios manager te conminan a que no lo digas para que no te perjudique profesionalmente.

- ¿A usted se lo recomendaron cuando era actor?
- Sí, mi manager, Willy Morris, me lo dijo varias veces. Él era judío, pero sobretodo le interesaba lograr determinada cantidad de beneficios al año. A mí no me importaba, porque no tenía nada de católico por entonces.

- ¿Se sentía lleno cuando estaba en lo más alto?
- Nunca fue mi meta conseguirlo. Sucedió sin haberlo buscado. Antes de 25 años ya estaba rodeado de los señores más importantes del mundo de la producción.

- Porque su origen era bastante humilde ¿no?
- Nací en una familia que tenía una plantación de café en Colombia. No éramos ricos, pero teníamos lo suficiente, además había un gran valor familiar en torno a la plantación. Todos los campesinos que trabajaban en ella se sentían igual y comían con nosotros, aunque mi familia fuera propietaria, éramos todos iguales.

- ¿Cuándo cambio eso?
- A finales de los cincuenta, cuando llegó la civilización de la muerte. Algunos empezaron a tener destacados niveles de educación, y mejor economía y esos se fueron separando de los que no lo tenían, así se van creando las clases. A mí por aquella época me cambiaron de colegio, porque era muy travieso, y es cuando traté de ser cantante, me fui a la capital, Bogotá y ahí perdí mi fe y me lancé a ser músico.
 
- ¿Y cómo se tomó la familia esa decisión?
- No me apoyó nada. Ni mi abuelo quería saber nada de mí, porque yo era un hippy, con pelo largo, barba larga…etc. Eso sí, me casé con 20 años y con 22 ya tenía dos hijos que sigo teniendo, son muy guapos los dos. Pero ocurrió una cosa muy curiosa, mi esposa era la sobrina del presidente de Colombia y para evitar que le diera mala imagen quiso que nos largáramos del país cuanto antes. Así que nos envío a los dos a Europa con todo pagado.

- El presidente en aquella época sería…
- Pastrana.
 
- ¿Algún parentesco con Andrés Pastrana, presidente entre 1998 y 2002?
- Su padre. A Andrés Prastana lo conocí cuando era niñito, era el primo de mi esposa.
 
- Hablemos de su etapa en Europa ¿siguió como cantante?
- Sí. Me uní y colaboré con muchos grupos, en Alemania, en España, Madrid, Barcelona…

- Pero la religión no estaba presente en su vida.
- Toda oportunidad que tuve de reírme de la Iglesia o de pisotearla, lo hice.

- ¿Qué imagen tiene de aquel Madrid y aquella Barcelona?
- Muy buena. España era un país muy humilde. Yo me iba alojando en casas de amigos también músicos e íbamos dando nuestros conciertos. Era todo muy sano. Eso sí, sabíamos que con las canciones teníamos que evitar determinadas licencias líricas para que el público no se ofendiera.

- ¿Por la censura?
- No, era más por el público. España era un país de grandes valores familiares, y en nuestras letras, evitábamos referencias demasiado duras al sexo y similar cuando estábamos en Madrid. En otra visita, en 1976 la cosa ya estaba peor, habían entrado las drogas duras. Pero nada que ver con California.

- ¿Ahí había menos valores?
- Ahí ya la juventud estaba más decadente, con las drogas, todo invadido por la marihuana. Tras eso fui a Nueva York, igual de decadente, pero era le época de Estudio 54, que fue mi trampolín. Y yo con mi socio, Kenny, empezamos a tener éxito. Recuerdo el día que logramos superar a Sindy López. Estuvimos dos días de farra. Y entonces compusimos una canción, que curiosamente se nos ocurrió tras pasar delante de una iglesia de Los Ángeles con la imagen de la Virgen. Por supuesto en la letra de la canción no la citábamos, hablábamos de ella como «nena», «morena». Y del siguiente lote que mandamos fue la que más le gustó a la productora, entonces dirigía John Wey, que era un productor muy famoso y cuando fuimos a grabarlo nos enteramos que Foster nos había enviado a toda la filarmónica de Los Ángeles. Tuvo mucho éxito sin que la gente supiera que era ella.

- Usted tuvo una juventud muy viajera.
- Yo creo que el Señor me quiso pasear por todas partes, primero por lo más bajo, luego por lo más alto y luego me sacó de ahí.

- Cuéntenos como se produjo eso.
En el año 1997. Mi mujer había muerto de cáncer, mis padres, dos de mis hermanos todos ese año. Mis otros hermanos me pidieron que fuera a una misa en Colombia. A mí me parecía algo ridículo, pero fui. Estaban con la novena el día 24 de diciembre. Y aunque yo no creía nada al ver al Niño, en esa última novena, le pedí un cambio en mi vida. El día 25, la Navidad de 1997, yo fui secuestrado por las FARC.

- ¿Por qué a usted? ¿Por dinero?
Las FARC sólo secuestran por dos motivos, por dinero o por política. Si es por política puedes estar años y años porque te utilizan para negociar con el Gobierno. Si es por dinero es menos porque o pagas o te matan.

- Estar secuestrado en la selva es una experiencia que muchos no aguantarían.
- Es difícil porque los de la FARC te torturan todos los días, psicológicamente o físicamente. Hay mucha gente que no lo soporta y hace locuras para que lo maten. Echar a correr de golpe o saltar encima de uno de los captores. Y ellos, claro, te disparan. Es una forma de suicidio de gente que no lo aguanta.

- Pero usted lo aguantó.
- Estuve 15 días encerrado en una cueva. Tras los cuales los de las FARC me entregaron mi sentencia de muerte. Esa noche, la noche después de que me comunicaran eso, tuve una experiencia mística con Dios. Lo que ocurrió es muy largo de explicar, está todo puesto en mi web. Vi a Jesús sobre una roca, vi toda mi vida ante mis ojos, quedé totalmente transformado.

- ¿Cómo salió del secuestro?
- Estuve cinco meses más secuestrado, pero tuve mucho suerte, y durante un momento de confusión interna entre los de las FARC me dejaron abandonado en una carretera. Llegué a la ciudad, avisaron a mis hermanos y yo no conté nada a nadie, pero quise ir a un convento franciscano. No conté nada hasta dos años después.

- ¿Qué imagen le queda de sus secuestradores? ¿Pudo vencer el resentimiento?
- Durante los primeros quince días de secuestro los quería matar, soñaba con descuartizarlos. Pero después de la experiencia fue comprendiendo que yo había sido tan malo como ellos. Matar, robar, fornicar, no hay diferencia, todo son pecados.

- Pero usted no torturó a nadie.
- Según como se mire. En cierto modo torturé a mi madre. Recuerdo cuando me visitaba aterrada, y me animaba a que fuera a la Iglesia y yo me reía de ella y la decía «a ti te han lavado el cerebro».

- ¿Por qué se decidió a contar su experiencia dos años después?
- Estando en una Basílica. En Ciudad de México y mirando un crucifijo en el altar del templo tuve otra experiencia. Oí la música de aquella canción de la Virgen que había compuesto con mi compañero. Y me dijo «esta canción ha tenido mucho éxito, pero no en la Tierra». Quise llamar inmediatamente a mi socio al que hacía años que no veía, pero no estaba en su casa… ¡Estaba también en esa misma ciudad en ese mismo momento!  Era como si todo estuviera predestinado.

- Dan ganas de oír la canción.
- Está en youtube.
 
- ¿Y cuando contó sus experiencias a sus antiguos colaboradores nadie le acusó de loco? Aunque supongo que es difícil burlarse de una experiencia tan trágica.
- Cuando se lo conté todo a mi socio se echó a llorar y le ayudé a que se convirtiera él también. Y entonces entendí que el Señor quería que abandonara todo y viajara por el mundo para intenta ayudar a otros. Llevo 10 años haciéndolo


- En sus viajes ¿qué imagen le da la sociedad actual, ahora que hay menos valores religiosos?
- Me parece que hay materialismo degenerado en todas partes, pero en todas. Incluso en Croacia, que parece un país muy religioso y a mí cuando estaba frente una Iglesia se me acercó un muchachito, menor, que iba dos niñas y me las ofreció por 10 euros. La degeneración está en todas partes, hasta en Polonia. Han proliferado además los matrimonios desestructurados y eso es muy triste.

- Hay un debate abierto sobre el papel de la televisión en todo esto. Algunos sectores creen que la imagen social que se da en TV es muy materialista, sexual… ¿usted que cree?
- Creo que la televisión es algo muy bueno. Pero se ha hecho un mal uso de ella. Eso no quita que tanto la televisión como internet fueron hechos para hacer el bien.

- Generalmente se considera a los jóvenes como el sector más alejado de la religión. Lo ven como que sólo sirve para prohibir cosas.
- Los jóvenes cuando llegan a la adolescencia es cuando empiezan a descubrir los placeres y todo lo que les restrinja lo ven como una amenaza. Pero no es sólo con la Iglesia, se revelan también contra los padres o contra la Policía.

- ¿Y cómo se puede llegar a los jóvenes?
- Lo que es un error es demonizarles. No se puede condenar a un joven porque lleve un piercing o por determinado atuendo. Eso es un error que he visto con mucha frecuencia, y es un error porque los pierden. Ayuda ver adultos coherentes. Yo durante mi juventud vi muy pocos adultos coherentes, pero cuando había uno te llegaba. Recuerdo uno que poco antes de morir, cuando yo tenía 11 años, me dijo que tenía que elegir entre dos tipos de vida. Una vida sencilla y feliz y otra llena de ambiciones, que me iba a llenar la vida de enemigos y que sería vivir un infierno en la Tierra.  Tenía razón, pero yo no escuché. Fue mi mayor error de juventud, nunca escuchaba. Hablaba todo el rato y cuando estaba callado simplemente esperaba a que el otro se callara para volver a hablar. Al joven no puedes pretender exorcizarle, al  joven hay que llegarle con el amor.