Es de sobra conocida la afición al deporte de Juan Pablo II, un gran esquiador, nadador, palista, montañero... al que, en el momento de su muerte, el presidente del Comité Olímpico Italiano, Gianni Petrucci, recordó como «el Papa de los deportistas», pero la vida atlética de la pequeña Ciudad Estado del Vaticano va mucho más allá. Son mucha las historias deportivas que corren por sus pasillos y el jefe del departamento de sonido de Radio Vaticano, Roberto Calvigioni se ha propuesto recopilarlas en un libro, para que no se pierdan.

En el volumen, que está en plena fase de elaboración, uno podrá acercarse a la intrahistoria del Vaticano hablando de ciclismo, cinturones negros, puntos ganadores de saque en el tenis, fútbol y ciclismo, mucho ciclismo. No en vano, Benedicto XVi reivindicó los valores del deporte este verano al paso de la decimosexta etapa del Tour de Francia por las carreteras cercanas a la residencia del Valle de Aosta donde descansa cada año.

Calvigioni ha relatado recientemente a L´Osservatore Romano, algunas anécdotas referidas a la «serpiente multicolor» del ciclismo que recorre fundamentalmente las carreteras de Europa cada año.

Pío XII fue un apasionado de los deportes. Incluso llegó a permitir que la Plaza de San Pedro se convirtiera en una improvisada cancha de baloncesto, donde se jugó un partido el 9 de octubre de 1995. Pero su auténtica pasión era el ciclismo, en concreto del corredor italiano Gino Bartali, de quien recibió el maillot amarillo con el que cruzó como campón la meta del Tour de Francia de 1948 en los Campos Elíseos de París.

Al año siguiente, el pontífice proclamó a Nuestra Señora de Ghisallo como patrona del cicllismo. Con tal motivo, se organizó una carrera de relevos con una antorcha que recorrió Italia desde los sitios vaticanos hasta el santuario de la Virgen en el norte de Italia. El útlimo relevo, estuvo a cargo de su admirado Bartali y su más feroz rival, Fausto Coppi, que sellaron una breve paz en aquella ceremonia.

Seguidor de Bartali también fue el beato Juan XXIII, que según Calvigioni, le pidió al deportista que le enseñara a pedalear: «Escucha Gino, estoy en bastante buena forma. Hay muchos jardines en el Vaticano y tengo una bicicleta, pero no monto muy bien. Si me pudiera echar usted una mano...».

Años más tarde, Pablo VI ondeó la bandera de salida de la primera etapa del Giro de Italia, en 1974 y Juan Pablo II ofreció una audiencia especial a los ciclistas durante el Jubielo del año 2000. Pero la vinculación del Vaticano con el ciclismo, llevó a crear un equipo profesional, el «Amore e vita», que en el campeonato del mundo de 2007 colocó a uno de sus componentes, un miembro de la Guardia Suiza, llevó a ocupar la octava plaza. El equipo no pudo con potencias ciclistas como Italia, España, Francia o Bélgica, pero sí superó a Canadá, Gran Bretaña suiza y Austria, formaciones nada desdeñables.

Un nuncio español con raqueta

Tras los muros vaticanos, también se ha vivido con pasión el deporte. En los años 70, los torneos de tenis se hicieron muy populares. En 1978, el campeón del torneo vaticano fue un productor musical de Radio Vaticano; el segundo lougar lo ocupó un guardia suizo y el tercero, el arzobispo Faustino Sáinz Muñoz, que actualmente ejerce como Nuncio de Su Santidad en Gran Bretaña.

El fútbol, esa gran pasión

com ono podía ser menos, contagiado por la fervorosa afición italiana al fútbol, el Vaticano pronto empezó a vivir goles entre sus muros. su primer torneo organizado de forma oficial en el Vaticano tuvo lugar en 1947.  Hoy, los equipos vaticanos cuentan con monseñores de la Secretaría de Estado y de la Curia romana, guardias suizos, empleados laicos de Radio Vaticano, la oficinapostal, los museos, la biblioteca e incluso del coro de la Capilla Sixtina. Todo luchan por la «Vatican Cup».

Además, desde 2007, el gran acontecimiento futbolístico que se vive tras losmuros vaticanos es la «Clericus Cup», una competición de seminaristas y sacerdotes en la que participan casi 400 jugadores distribuidos en 16 equipos. En la edición de 2009, los futbolistas inscritos provenían de 69 países de los cinco continentes, siendo los más numerosos los italianos, seguidos por los mexicanos, estadounidenses, colombianos y brasileños. La última copa la levantó el equipo del seminario diocesano encomendado al Camino Neocatecumenal Redemptoris Mater.

De los archivos a las «katas»

Una de las historias más reseñables de la historia deportiva vaticana es la de Pio Gaddi, uno de los pocos judokas con cinturón negro de Italia, que trabajaba entre pilas de archivos en el Veticano. Tras alzarse conla medalla de bronce en el cameonato europeo de celebrado en París en 1952, el Vaticano decidió que sería más útil a los intereses de la Iglesia entrenando a la Guardia Suiza, a los gendarmes vaticanos y a los vigilantes de los museos que ordenando expedientes.

Desde entonces, la advertencia «non flash» de los vigilantes de la Capilla Sixtina a los visitantes, ha dejado de ser una reprimenda un tanto vergonzosa, para convertirse en una seria advertencia.