(CWNews.com/ReL) El Cardenal Virgilio Noé, responsable de la liturgia vaticana durante el pontificado de Pablo VI, ha hablado abiertamente, en una entrevista al portal Roma Petrus, sobre las preocupaciones del Papa Montini. El prelado italiano -que también fue el responsable de la liturgia en el Vaticano durante el pontificado de Juan Pablo I y en los primeros años del de Juan Pablo II- está retirado y su salud es delicada. En la entrevista asegura que Pablo VI aceptó con sumo placer la reforma litúrgica que tuvo lugar tras el Vaticano II, pero vio con enorme preocupación la propagación de abusos litúrgicos que no respetaban dicha reforma. El Cardenal Noé asegura que aunque el Papa Montini por naturaleza era un hombre poco dado a la tristeza, acabó sus años muy triste por que la Curia le dejó solo a la hora de poner fin a dichos abusos. Noé asegura saber cuál era la intención de Pablo VI cuando afirmó que el "humo de Satanás" había infiltrado la Iglesia Católica. El cardenal italiano asegura que el Papa se refería a "todos esos sacerdotes, obispos y cardenales que no adoraban correctamente a Dios al celebrar mal la Santa misa debido a una interpretación equivocada de lo que quiso implementar el Concilio Vaticano II". "El Papa habló del humo de Satanás porque él sostenía que aquellos sacerdotes que convirtieron la Santa Misa en basura `en nombre de la creatividad´, en realidad estaban poseídos de la vanagloria y el orgullo del Maligno. Por tanto, el humo de Satanás no era otra cosa que la mentalidad que quería distorsionar los cánones litúrgicos de la ceremonia eucarística" Para el Papa Pablo VI, añade el cardenal, el peor resultado de la reforma post-conciliar fue el "ansia de estar en el candelero" que causó que muchos sacerdotes ignoraran las directrices litúrgicas. Monseñor Noé recuerda que el propio Papa tuvo mucho cuidado de cumplir él mismo con las rúbricas de la Misa, pues creía firmemente que nadie es "señor de la Misa". Hablando de sí mismo, quien fue el responsable de la liturgia en el Vaticano, asegura que la la misma debe celebrarse siempre con reverencia y respeto por las rúbricas. El cardenal afirma con pesar que a raíz del Concilio Vaticano II "se creía que todo, o casi todo, está permitido" para concluir asegurando que "ahora es necesario recuperar - y a toda prisa - el sentido de lo sagrado en el ars celebrandi, antes de que el humo de Satanás impregne completamente toda la Iglesia".