(R.B./ReL) El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, califica en su carta de esta semana la última encíclica del papa Benedicto XVI, «Caritas in veritate», de «documento excepcional de la Doctrina Social de la Iglesia» e invita a los fieles diocesanos a «leerla con detenimiento, meditando cada expresión e incorporándola a nuestra existencia», porque, según destaca el prelado, es un «auténtico regalo para todos» y, además, está «llena de iniciativas para una vida cristiana que quiere ser de testimonio y de verdad». En su carta, monseñor Osoro refleja también cómo en la encíclica «la belleza de la caridad» está en que «es la vía maestra de la Doctrina Social de la Iglesia» y asegura que «más que en ningún momento de la historia, hemos de pensar que todos los compromisos y responsabilidades que nos da la Doctrina Social de la Iglesia, provienen de la caridad». Además, subraya que la caridad es Jprincipio fundamental para la amistad, la familia, las relaciones sociales, económicas y políticas». Sin embargo, añade el prelado, «la caridad sería un envoltorio vacío sin la verdad» y , precisamente, «éste es el riesgo que tiene nuestra cultura en estos momentos: vivir un amor sin verdad». Por eso, el arzobispo de Valencia exclama en su texto «¡qué razón tiene el Papa cuando dice que un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales». Tras describir los criterios orientadores de acción moral incluidos en la encíclica como «fundamentales en una sociedad en vías de globalización», monseñor Osoro reconoce que «la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer, pero sí una misión que realizar, misión de verdad para todos los tiempos y circunstancias» y debe realizar esta misión «a favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación», informa AVAN. Bienaventuranzas En su carta, que titula «La belleza de la caridad en la verdad», el arzobispo de Valencia sintetiza los diversos capítulos de la encíclica en varias bienaventuranzas: «bienaventurados los que se apoyan sólo en Cristo» y precisa que las causas del subdesarrollo «no son principalmente de orden material, sino que están en la falta de fraternidad entre los hombres y los pueblos»; «bienaventurados también cuando el objetivo del desarrollo humano es el bien común»; «bienaventurados cuando entendemos que el desarrollo, si quiere ser humano, necesita dar espacio al principio de gratuidad y no anteponer todo a la productividad y a la utilidad»; «bienaventurados si buscamos formas de economía solidaria»; «bienaventurados cuando descubrimos que la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento, y no de cualquier ética, sino de una ética amiga de la persona»; «bienaventurados cuando vivimos y descubrimos que el desarrollo de los pueblos depende sobre todo del reconocimiento de ser una sola familia»; «bienaventurados, quienes urjan la reforma de la ONU y de la arquitectura económica y financiera internacional»; «bienaventurados quienes creen que la técnica no puede tener una libertad absoluta».