(ReL) El pasado viernes volvían a dispararse en Roma los rumores sobre un posible arreglo entre el Vaticano y la Hermandad de San Pío X, fundada en 1970 por el arzobispo francés Marcel Lefebvre (19051991). Todo nació al conocerse la presencia en la Ciudad Eterna del superior de la congregación, monseñor Bernard Fellay, quien el viernes tenía cita en la Congregación para la Doctrina de la Fe. Como anunció en marzo el mismo Benedicto XVI en su carta a los obispos del mundo "sobre la remisión de la excomunión de los cuatro obispos [Fellay entre ellos] consagrados por el arzobispo Lefebvre", la comisión Ecclesia Dei quedará asociada a partir de ahora a dicha congregación, que preside el cardenal William Joseph Levada. Ecclesia Dei se ocupa desde 1988 de los fieles católicos que desean mantener la denominada misa tradicional o "forma extraordinaria" del rito romano, vigente en la Iglesia hasta la reforma de Pablo VI en 1969. Esta decisión del Papa fue saludada con alegría por la Hermandad de San Pío X, que siempre ha defendido que quería debatir su situación en el plano doctrinal, y no en el meramente disciplinar. La cita del obispo Fellay en la congregación del cardenal Levada sería indicio, según las fuentes consultadas, de que el clima de enfriamiento suscitado por el "caso Williamson" podría estar a punto de concluir. En efecto, el pasado invierno unas declaraciones del obispo Richard Williamson, de la Hermandad de San Pío X, sobre el Holocausto, pusieron en dificultades a Benedicto XVI justo en el momento del levantamiento de las excomuniones. Otras fuentes, sin embargo, apuntan a que la autonomía de la que disfrutaba el cardenal Darío Castrillón Hoyos, presidente de la Comisión Ecclesia Dei y firme promotor de un acuerdo con los lefebvristas, podría echarse de menos cuando próximamente cese en el cargo, al cumplir 80 años. Las posiciones al respecto no son unívocas en la Curia, si bien el cardenal prefecto de la Congregación para el Culto Divino, Antonio Cañizares, se ha mostrado firme partidario de la vigencia y normalidad en la Iglesia de la "forma extraordinaria".