(Aci/ReL) Este aniversario, indica Benedicto XVI, es una oportunidad para "renovar la memoria de una de las figuras más luminosas de la tradición de la Iglesia y de la historia del pensamiento occidental europeo". "La ejemplar experiencia monástica de Anselmo, su método original para replantearse el misterio cristiano, su sutil doctrina teológica y filosófica, sus enseñanzas sobre el valor inviolable de la conciencia y sobre la libertad como adhesión responsable a la verdad y al bien, su apasionada obra de pastor de almas, entregado con todas sus fuerzas a la promoción de la libertad de la Iglesia, no han dejado nunca de suscitar en el pasado un vivaz interés que el recuerdo de su muerte está incentivando en diversas formas y lugares". "El deseo intenso de aprender y su propensión innata a la claridad y al rigor lógico llevaron a Anselmo hacia las scholae de su época. Llegará así al monasterio de Le Bec (Normandía) donde verá satisfecha su inclinación por la dialéctica y donde, sobre todo, se encenderá su vocación claustral", prosigue la carta del Papa. Como pensador, dice luego, "el santo quería alcanzar la visión de los nexos lógicos intrínsecos al misterio y percibir la claridad de la verdad, evidenciando las razones necesarias que subyacen en el misterio". "En realidad, su búsqueda del intelecto (...) colocado entre la fe (...) y la visión tiene su fuente en la misma fe y está sostenida por la confianza en la razón, que ilumina, de alguna manera la fe". En el monasterio de Le Bec, Anselmo mostró "su genialidad educativa, que se manifiesta en (...) un estilo que es de alguna manera el de su vida, donde su unen misericordia y firmeza". El Papa Urbano II lo nombra Arzobispo de Canterbury, Inglaterra; y en esa misión demostrará plenamente "su amor por la verdad, su rectitud, su fidelidad rigurosa a la conciencia, su libertad y su honradez episcopales, su obra constante por la liberación de la Iglesia de los condicionamientos temporales y por la servidumbre de cálculos incompatibles con su naturaleza espiritual".