(Alvaro de Juana/La Razón) Según los estatutos, el Camino «está al servicio del obispo como una de las modalidades de realización diocesana de la iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe», dando una importancia fundamental al redescubrimiento del significado del Bautismo. Entre los asistentes que llenaban la Basílica de San Pedro se palpaba alegría y emoción por el aniversario y también por el envío de 14 comunidades como misioneras a zonas de Roma donde la presencia de la Iglesia pasa por dificultades. Estas comunidades están formadas por unas sesenta personas que han terminado el recorrido neocatecumenal y que, de acuerdo con el párroco y el vicario de la diócesis, parten como «communitates in missionem». Esta ha sido la primera vez en la historia que se ha hecho algo así y como garante de su labor Benedicto XVI ha entregado a los responsables de cada comunidad un crucifijo a la vez que recitaba una oración y les bendecía. Además de los cerca de 18.000 miembros de las 500 comunidades existentes en Roma, participaron en la celebración 700 neocatecumenales itinerantes que partiendo de Madrid y Roma han abierto el Camino Neocatecumenal en 120 naciones de los cinco continentes. También estaban presentes 212 familias misioneras (con cerca de mil hijos en total) que han evangelizado en diferentes países enviadas por sus obispos. Después del canto del Evangelio, el Papa, como obispo de Roma, agradeció «el generoso servicio que hacéis a la evangelización de esta ciudad y la dedicación con la que os prodigáis para llevar el anuncio cristiano a todos los ambientes». Benedicto XVI recomendó, como suele hacer cuando habla con los movimientos laicos que trabajan en la «nueva evangelización», que realicen su misión en sintonía «con las directivas» de los obispos, señalando que esa colaboración redunda en beneficio de todo el pueblo cristiano. La celebración finalizó con el canto del «Te Deum» que realizó Kiko Argüello en acción de gracias por el aniversario.