(ACI/ReL) En su intervención en Ginebra por el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Arzobispo Tomasi señaló que "al hablar del derecho a la vida, del respeto por la familia, del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, de la libertad de religión y conciencia, de los límites de la autoridad de los estados ante los valores y derechos fundamentales, no se dice nada nuevo y ambos, la letra y el espíritu de la Declaración son defendidos, y la coherencia con la naturaleza de las cosas y el bien común es preservado". Seguidamente el Nuncio destacó que "este aniversario de la Declaración nos lleva también a reflexionar en su implementación. En un mundo con demasiadas personas hambrientas, con tantos conflictos, con tantas personas perseguidas por sus creencias, todavía queda un largo camino por recorrer y el deber de eliminar toda discriminación para que todas las personas puedan disfrutar de su inherente e igual dignidad". Tras alentar a la ONU y a todos los estados a plasmar estos derechos en políticas y legislaciones a favor de todas las personas, Mons. Tomasi recordó que "todo ser humano tiene el derecho a un desarrollo integral y el sagrado derecho a vivir en paz. Con tales premisas, los derechos humanos no son solo privilegios. Son la expresión y el fruto de lo más noble del espíritu humano: dignidad, aspiración a la libertad y justicia, búsqueda del bien y la práctica de la solidaridad". Finalmente el Arzobispo indicó que "a la luz de las trágicas experiencias del pasado y del presente, la familia humana puede unirse alrededor de estos valores y principios esenciales, como un deber hacia los más débiles y necesitados, teniendo en cuenta a las generaciones futuras".