El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, ha opinado hoy que las sociedades europeas, incluida la española, han entrado en el "sendero fatal de un radical no a la vida", pero están "ciegas" sobre las consecuencias que esto tendrá para su misma pervivencia física.

"Si la sociedad española en su conjunto perdiese el sentido cristiano del valor de la vida humana, el carácter absoluto del derecho que la protege (...), habría perdido lo más esencial y fundamental de su cultura", ha indicado Rouco en el curso de verano de la Universidad Rey Juan Carlos "El inmenso valor de la vida".

El cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal ha arremetido contra las teorías socio-biológicas que "evocan el nacional-socialismo" al negar el carácter específico de la vida humana, incluso que los recién nacidos sean personas por carecer de conciencia, o defienden que una cría sana de simio tiene más derecho a vivir que un feto y que hasta un bebé con alguna tara psíquica o física.

"Lo más triste -ha lamentado- es que ésta antropología radicalmente materialista haya encontrado un caldo cultural y político de cultivo en las sociedades europeas postmodernas, erosionando el propio sistema jurídico del Estado de Derecho, fundamentado en el carácter prepolítico de los Derechos Humanos".

En la conferencia "La esperanza de nuestra cultura tiene nombre: vida humana", Rouco ha señalado que el proceso de envejecimiento que arrastran las sociedades europeas desde hace casi cuatro décadas está acelerando su "desaparición" como expresión cultural propia e inconfundible, más en tiempos de crisis.

"España no es una excepción -ha añadido-, incluso se ha puesto de algún modo a la cabeza en algunos de los más decisivos factores socio-políticos y jurídicos subyacentes a la crisis".

La inmigración es una solución sociológicamente "precipitada y muy corta de vista, muy interesada y egoísta en el fondo", pues no resuelve a medio plazo los problemas económicos ni sociales "ni despeja el peligro cierto de la desaparición de nuestra cultura -ha señalado-, que se quedaría sin fuerza física ni vigor moral para sostenerse".

Ha censurado también una práctica social y jurídica relajada del divorcio o el descenso creciente de la nupcialidad.

Existe una "confusión ética sin precedentes", ha proseguido, sobre la naturaleza del "verdadero matrimonio" y de la familia, una negación "impresionante" del derecho a la vida de los más indefensos (concebidos, enfermos terminales y ancianos).

"¿Qué esperar para estas sociedades europeas, sino decadencia física y espiritual, y progresiva desaparición de sus culturas tan fecundas para la Historia de la Humanidad?", ha augurado.

En declaraciones previas a la prensa sobre la ley del aborto, Rouco ha indicado que una cultura que no defienda la vida o la propicia "se suicida a sí misma".

También ha defendido todo aquello que sea favorecer la objeción de conciencia, no sólo desde el punto de vista de la moral cristiana, también como algo esencial de la tradición europea del Estado de Derecho.