El conflicto sociopolítico que, desde hace año y medio, enfrenta a la minoría angloparlante de Camerún -un 23 por ciento de la población que se siente fuertemente discriminada por el Gobierno francófono-, ha provocado ya la huida de una parte de la población civil hacia la vecina Nigeria, que acoge ya a más de 40.000 refugiados cameruneses.

Según informa Manos Unidas, cerca de 20.000 de estas personas se han establecido en el estado de "Cross River", cerca de la frontera de Camerún. A pesar de los esfuerzos de la población nigeriana, que generosamente los acoge, la situación de estas personas es desesperada.  Las hermanas de Santa Teresa del Niño Jesús, congregación camerunesa con la que Manos Unidas lleva años trabajando, se han instalado en la misión católica de Ikom, con el fin de prestar asistencia humanitaria a la población más vulnerable.

Ayuda de emergencia a los refugiados

Las hermanas han solicitado ayuda a Manos Unidas para la adquisición y reparto de alimentos (arroz y soja), útiles de higiene, colchonetas y medicinas y para el traslado y asistencia de los enfermos graves al hospital. Para llevar a cabo estas acciones, cuentan con ayuda de un comité de voluntarios elegidos entre los propios refugiados.

La duración prevista del proyecto es de 4 a 6 meses y el número de beneficiarios directos es de 5.000.

El conflicto, latente desde la época de la descolonización, comenzó a recrudecerse a finales de 2016 con manifestaciones y huelgas de juristas y profesores de la zona anglófona, como modo de protesta ante el trato que trato que les dispensaba el Gobierno de Yaundé cuyo Presidente - que lleva 34 años ininterrumpidos en el poder-, ha alimentado la llama de este sentimiento de malestar de años atrás.

Represión y violencia

Desafortunadamente, el Gobierno respondió a las protestas con represión, ilegalizando asociaciones, deteniendo a los líderes anglófonos y cortando el acceso a Internet en las dos regiones de ascendencia británica, haciendo caso omiso de las llamadas al diálogo. La radicalización de una parte de la población anglófona ha transformado las legítimas y pacíficas demandas ciudadanas de hace dos años en un conflicto armado entre el Ejército y los rebeldes, autodenominados "guerreros de Ambazonia".

En represalia el Gobierno ha optado por el castigo colectivo a la población civil mediante la quema y destrucción de casas y pueblos.

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